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Visión secular de una fecha religiosa

La próxima fiesta de la Navidad puede ser vista desde la perspectiva del creyente, o de la del ateo o agnóstico. Veámosla por un momento desde esta última; es decir, olvidando la dimensión religiosa y tratándola como un mero hecho histórico.

La próxima fiesta de la Navidad puede ser vista desde la perspectiva del creyente, o de la del ateo o agnóstico. Veámosla por un momento desde esta última; es decir, olvidando la dimensión religiosa y tratándola como un mero hecho histórico de consecuencias exclusivamente sociales y culturales.

Lo interesante es que, desde esta óptica, estrictamente secular, la Navidad emerge como uno de los acontecimientos de mayor impacto —sino el de más— en la historia de la humanidad. Aun historiadores no creyentes conceden que, en dicho día, aproximadamente hace 2,016 años, nació en Belén de Judea, un hombre que alegaba ser hijo de Dios, cuya influencia en los dos siguientes milenios no sería igualada por nadie.

Personalidades influyentes abundan: Aristóteles, Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, Darwin, Marx, etc. Pero ninguna se compara a Cristo en influencia y permanencia; él fundó una religión decisiva en modelar lo que ahora se conoce como Civilización Occidental, y que repercutió y sigue repercutiendo en el mundo entero. Desde una perspectiva no religiosa podría pensarse que en siglos venideros podría surgir alguien mayor. Está por verse.

Otra realidad sociológica sorprendente: el cristianismo inició su propagación a través de un puñado de humildes judíos, exceptuando a Paulo de Tarso, que era culto. Sus seguidores no recurrieron a la espada, a diferencia de Mahoma, sino que testimoniaron su fe con el martirio. Y a pesar de que tanto la cultura hedonista como los poderes políticos circundantes le eran hostiles, fermentaron desde sus entrañas al imperio romano y ganaron más tarde para su fe a todas las tribus bárbaras de Europa.

Otro dato objetivo: la influencia de ese hombre Cristo, ha sido de las más benéficas, sino la más benéfica, en la historia. Los detractares del cristianismo disfrutan hablando del oscurantismo medieval, la inquisición y las cruzadas, olvidando que fueron los monjes quienes salvaron el legado cultural de occidente durante la oscuridad de los bárbaros, que fue la Iglesia la inventora y propagadora de esas grandes instituciones que se llaman universidades, que el cristianismo fue decisivo en la abolición de la esclavitud y la humanización de las costumbres —acabó, entre otras cosas, con el infanticidio y luchas de gladiadores— que fueron los misioneros cristianos los que civilizaron a incontables pueblos primitivos promoviendo la moral y el cambio de costumbres.

Está a la vista también cómo el cristianismo inspiró las expresiones de arte más extraordinarias; desde las inigualables catedrales góticas de Europa, hasta las esculturas y pinturas de Miguel Ángel, junto con numerosas composiciones de Bach, Handel, Mozart, Beethoven y muchos más.

Más importante aún: ninguna creencia, religiosa o secular, ha producido una legión tan grande de hombres y mujeres dedicados al servicio abnegado de los demás; los millares de religiosos y religiosas cuidando apestados, leprosos, enfermos, presos y hambrientos; los innumerables héroes del amor, desde fray Bartolomé de las Casas, defendiendo a los indios de América en el siglo XVI, hasta madre Teresa atendiendo a los leprosos y moribundos de Calcuta en el XX.

A nivel individual se pueden constatar, también, los testimonios de millones de personas que, tras experimentar lo que llaman “conversión” a Cristo, han pasado de sufrir vidas desesperadas e infelices, a otras marcadas por la paz y la alegría. Psicólogos, budistas y otros, podrán documentar cambios similares logrados por otros métodos, pero difícilmente competirán con la eficacia y número de quienes han mejorado recurriendo al varón de Belén.

¿Fue Cristo Dios o un mero hombre? En eso no interviene la ciencia. Ella solo constata lo observable: que ese hombre, cuyos devotos presentan en Navidad como un recién nacido, tuvo y sigue teniendo un impacto asombroso.

El autor fue ministro de Educación en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro.
[email protected]

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COMENTARIOS

  1. El Observador
    Hace 8 años

    Siempre leo con admiración y respeto los escritos del Dr. Belli, especialmente cuando se refieren a custiones religiosas o históricas. Aunque hay ciertas cosas dentro de la historia del cristianismo verdaderamente criticables, como eso de la Santa Inquisición y las tales Cruzadas, en donde segun relatos de esos hechos, los participantes tenían perdonados de ante mano cualquier atrocidad que cometieran.. Decir que el cristianismo se ha mantenido por veinte siglos y sigue creciendo, puede ser cierto, pero ¿a qué precio? Si se hiciera un resumen desapasionado de la historia del cristianismo, se tendrían que decir muchas cosas que no tienen relación con las enseñanzas de Jesús

  2. guillermo
    Hace 8 años

    Excelente regalo licenciado! !!

  3. Mario
    Hace 8 años

    Muy buen artículo

  4. Patricio Lopez Muñoz.
    Hace 8 años

    Saludos y felicitaciones por este y anteriores escritos que he leído y me han parecido precisos, sobrios, sustanciosos, y casi irrebatibles, principales características que me hacen deleitar su lectura a diferencia de otros escritores que abundan y redundan haciéndolo imprecisos.
    Comparto totalmente que el cristianismo es lo mejor que le ha pasado al mundo occidental, así lo expreso también el escritor Mario Vargas.

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