Monseñor Silvio José Báez Ortega, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, celebró sus 32 años de vida sacerdotal con una solemne eucaristía de acción de gracias en la capilla Sangre de Cristo, que pertenece a la parroquia San José Obrero en la zona oriental de la capital.
En la celebración estuvieron presentes sacerdotes y feligreses de diferentes parroquias de la Arquidiócesis, así como de la parroquia San José Obrero y familiares del obispo Báez, quiénes celebraron junto con el jerarca católico su años del servicio al pueblo de Dios primero como fraile carmelita, y ahora como miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
Monseñor Silvio Báez, durante su homilía, agradeció el cariño de toda la feligresía católica que le ha acompañado durante sus 32 años de sacerdocio y 8 de episcopado, y reseñó que su historia de vida está marcada por la misericordia divina y sostenida por la presencia del Espíritu Santo.
“Una de mis mayores alegrías en mi ministerio es poder estar cerca de la gente. Cerca físicamente, en las celebraciones, en la visita a las comunidades, en las casas. Pero cerca también de sus ilusiones, de sus problemas, de sus esperanzas, de sus luchas. Creo que el modo de ser pastor hoy. No se puede ser pastor hoy, hombre del Espíritu, sino estamos cerca del pueblo”, destacó.
El padre José Luis Montoya, párroco y anfitrión de la actividad en honor al obispo auxiliar, destacó en sus palabras de agradecimiento la cercanía y profunda amistad que unen a Monseñor Báez con el clero de la Arquidiócesis de Managua.
Por su parte, el padre Duilio Calero, párroco de la Iglesia San Luis de Tipitapa destacó la importancia que tiene para los sacerdotes la presencia y el acompañamiento del obispo Báez.