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torre de Babel, estudiantes, Nicaragua, protestas

Violencia incontrolable

Quedémonos aquí que es el sitio donde Dios quiso que naciéramos y el sitio en donde debemos estudiar el origen de la violencia generalizada.

Querida Nicaragua: ¿Quién duda de que en nuestro pobre mundo abunda la violencia? Un recorrido por los cinco continentes nos deja la sensación de que unos más, unos menos,  sufren problemas enormes, ciudades devastadas luchando en contra del terrorismo, refugiados por millares sufriendo lo indecible. La violencia en el mundo ha llegado a límites insospechados donde pueblos enteros parecen abandonados ante la indiferencia de un mundo cada día más egoísta y más violento. Aquí mismo tenemos miles de refugiados de diferentes países, anclados en La Cruz, Costa Rica, frente a la infranqueable muralla de la frontera de Nicaragua que les niega el pase hacia el norte.

Violencia permanente en “el gigante que despierta” según la consigna revolucionaria del 79. Al gigante, la Costa Caribe, no la dejaron despertar nunca pues ha sufrido desde la “navidad roja” de los años ochenta hasta las luchas de hoy con el saqueo de sus maderas preciosas y la presencia de colonos protegidos por gente armada del Gobierno, las luchas de los campesinos en contra de la Ley 840 que los amenaza a ellos y a todos los nicaragüenses.

Quedémonos aquí que es el sitio donde Dios quiso que naciéramos y el sitio en donde debemos estudiar el origen de la violencia generalizada. Las estadísticas son alarmantes y los crímenes los podemos ver en las informaciones periodísticas, sobre todo la violencia en contra de la mujer, los asesinatos crueles que dejan huérfanos desamparados, los accidentes de tránsito provocados por irresponsables que suelen manejar en estado de ebriedad produciendo muertes de inocentes junto a la suya. Las causas de tanta violencia son múltiples pero podemos señalar las principales. Primero falta de educación que no permite la integración de hogares donde los padres tengan las condiciones mínimas para que sus hijos reciban la principal educación que se aprende en el hogar. Si no hay trabajo los hijos no tienen control y aprenden todo género de vicios.

Si los gobiernos no procuran crear empleos o condiciones para que el ciudadano trabaje por su cuenta no habrá familia que pueda orientar debidamente a sus hijos. Por otra parte, aún recibiendo  la educación elemental en un colegio, si el joven no recibe los consejos adecuados, el mundo lo absorberá con toda su carga de maldades, egoísmos, perversidades,  violencias, vicios que distorsionarán su carácter y querrá imitar a todos aquellos criminales, dictadores, narcotraficantes, malhechores en general que viven en medio de grandes riquezas y verá con desdén a los hombres honestos que viven entregados a sus trabajos  y que viven sin grandes lujos.

A esta difusión de falsos valores ha contribuido desde hace  largo tiempo el cine que era hace dos o tres generaciones casi la única diversión de la que disfrutaban los pueblos, sobre todo los más humildes. Méjico y los pueblos latinoamericanos pasaron años viendo películas mexicanas de charros pistoleros,  Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Armendariz, el Indio Fernández, Luis y Antonio Aguilar y decenas más que no cabrían en esta Carta, y ahora Vicente Fernández, a quien nadie niega su gran calidad como cantante, han promocionado en grande la violencia. Los productores y guionistas de sus películas nunca dejan de presentar una cantina donde hay varios empistolados jugando y bebiendo tequila. Al momento entra el protagonista, llega a la barra y pide un tequila y luego otro. Al momento se disparan mutuamente y el protagonista mata a los cuatro y sale tranquilamente de la taberna.

No hay  autoridad, no hay Policía, el asesino monta en su caballo y va a ponerle serenata a la muchacha. Y cómo esperamos que Méjico no sea violento y mueran diariamente montones de inocentes,  y cómo que no tengamos en Centroamérica crímenes horrendos  todos los días. Lo del cine no es más que una verdad que sirve de ejemplo, pero hay varias causas políticas, sociales y económicas que son responsables de que tengamos tanta violencia.

El autor es gerente de Radio Corporación,  excandidato presidencial en 2011.

Columna del día Nicaragua violencia

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