Querida Nicaragua: una frase enriquecedora y solidaria que todos deberíamos recordar es esta del famoso pacifista indio Mahatma Gandhi: “Lo peor de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena”.
Una gran verdad como para ser recordada en todo momento cuando ocurren injusticias, abusos en contra de los seres humanos, falta de respeto a los derechos cívicos, políticos y sociales de las personas. Esa indiferencia con que muchos vemos los problemas de los otros es una de las mayores desgracias de los pueblos. Vemos el mal que le hacen a los demás como si fuese algo lejano, algo que nunca nos puede pasar a nosotros y estamos completamente equivocados. Guardamos silencio frente a las injusticias, frente a las faltas graves en contra de nuestras leyes, y ese silencio nuestro, tal como dice Mahatma Gandhi, es peor aún que las cosas malas que hacen los malvados, los políticos rastreros y aprovechados, los funcionarios corruptos, los jueces venales, los magistrados encubridores de delitos, abusos y corrupciones. Ante todo esto guardamos silencio, ese silencio pernicioso y cobarde que no denuncia las cosas malas que hace la gente mala.
Orgullosamente nuestra Radio Corporación tiene como despedida de sus noticieros este otro slogan o consigna que nos recuerda lo malo de la indiferencia, de la no presencia en situaciones donde se requiere la protesta general. Dice así: “La culpa no es de los que se equivocan… la culpa es de los ausentes”.
Una vez miré una pequeña noticia que apareció en páginas interiores en un diario norteamericano. En una calle de un suburbio de Nueva York, dos fornidos hombres de color estaban ultimando a puñaladas a un tercero en la propia acera. La gente pasaba y se hacía la desentendida, como que nadie veía nada, nadie quería meterse en problemas, nadie quería ser llamado como testigo a la policía y declarar que había visto aquel crimen. Una docena de personas pasaron y no se detuvieron; el periódico registraba con estupor la noticia, mejor dicho la indiferencia del mundo ante la desgracia ajena.
Hay una anécdota muy conocida de alguien que fue llevado por los nazis a un campo de concentración en los días finales de la Segunda Guerra Mundial. Este hombre logró ser rescatado al final de la guerra y dejó escrito lo siguiente: “Yo vivía sólo en mi apartamento y no me gustaba meterme en la vida ajena. Llegaron los nazis y se llevaron a unos vecinos que eran judíos, pero como yo no era judío no dije nada. Luego llegaron los nazis por unos católicos y se los llevaron, pero como yo no era católico, no dije nada. Después llegaron y se llevaron a unos adolescentes, pero como yo no era adolescente, no dije nada. Cuando llegaron por mí, no había nadie que saliera en mi defensa”. Es el pecado de la indiferencia ante las desgracias del mundo, ante la persecución, ante la pobreza, ante los abusos y las satrapías politiqueras, ante los magistrados corruptos y serviles, ante los jueces venales que solo atienden las órdenes de su amo.
La frase de Gandhi es lapidaria y ejemplar. Lo peor de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena. Nosotros instamos a nuestro pueblo a que se exprese valientemente en contra de aquellos que trafican con la política, que juegan con la justicia y condenan a inocentes y fallan a favor de los malvados.
Es un deber cristiano luchar a favor de los valores morales, de la justicia, de los derechos humanos, del respeto a la ley y a la Constitución de la República. La gente buena no puede seguir siendo indiferente ante los hechos de los malvados. Si los buenos callan, serán los malos quienes hablen, dirijan y tomen las riendas del país. Hay que reflexionar sobre esto y comenzar a participar, terminar con la indiferencia.
El autor es empresario radial.