Noticia
Un video que circula por internet muestra a un hombre borracho que ha sido detenido por algunos ciudadanos después de chocar con su carro un par de vehículos. El hecho sería otro suceso más en las calles de Managua. No merecería mayores comentarios de no ser que, según el video, el hombre borracho es un comisionado de la Policía Nacional. Pero no es del comisionado que quiero hablarles, sino del cerco que rápidamente hicieron los policías para alejar a los periodistas y proteger al conductor ebrio bajo la premisa de: “Esto no es noticia”. La fuerza bruta dando clases de periodismo.
Censura
Qué es noticia y qué no, es un debate viejo e interesante. Es incluso un debate legítimo. Pero una cosa es que los lectores o las audiencias juzguen si la información que le sirve tal o cual medio es útil para su vida e, incluso, que en función de ese juzgamiento determinen si siguen leyendo ese periódico o viendo ese canal de televisión, y otra cosa es que desde la autoridad se quiera establecer la línea de qué es noticia en función de lo que ellos consideran que la población debe o no conocer. En este último caso hablamos de censura.
Ósmosis
El problema es que aquí hay cada vez más personas que se sienten con el derecho a decidir qué información es la que debe conocer el público y cual no. Esta vez fue un suceso policial. Ayer era el vocero de la Corte Suprema de Justicia alegando que “la doctora Alba Luz Ramos Vanegas no necesita ningún perfil (reportaje sobre ella)” de LA PRENSA y “no autoriza” su publicación, como si para hacer periodismo se le tiene que pedir permiso a cada persona de la que se hable. Y antes fue el Cosep quien denunció una campaña en su contra que “pretende descalificar el actuar del sector privado y cuestionar el rol del Cosep”. Todas estas actitudes, aunque tengan motivaciones diferentes, vienen de una rama común: un grupo de poder que arroga el derecho a no ser cuestionado y cuya arrogancia parece trasmitirse por ósmosis o contaminación a sus colaboradores.
Mentiras
Un día llegó el empresario César Zamora al programa televisivo “Jaime Arellano en la Nación” con un ejemplar de LA PRENSA en la mano que tenía por título principal “Nicaragua retrocede en Desarrollo Humano”. El empresario acusó a este diario de mentir porque entre 2015 y 2016, el Índice de Desarrollo Humano de Nicaragua había mejorado un peldaño, lo cual es cierto. Pero si se hubiese tomado el trabajo de leer el primer párrafo de la noticia, Zamora se habría enterado que el artículo que llamaba mentiroso y por el cual pedía la renuncia del Jefe de Redacción, Eduardo Enríquez, en realidad analizaba el periodo 2006-2016, los últimos diez años, donde efectivamente el país ha retrocedido 12 peldaños. ¿Quién mentía y quién decía la verdad?
Campaña
En otra ocasión llegó el mismo empresario, al mismo programa, pidiendo otra vez la renuncia del mismo jefe de Redacción, con la copia de un correo con el que pretendía demostrar que LA PRENSA había sido invitada a una actividad empresarial a la que no dio cobertura. Enríquez alegaba que no habían sido invitados. Zamora mostró la direcciones del correo y, efectivamente, ahí estaban algunos redactores de LA PRENSA. A los pocos días estuvo en el programa de Arellano Eduardo Enríquez y demostró que el correo que Zamora llevó era de otra actividad, y que tal como él había dicho, LA PRENSA no fue invitada a la actividad por cuya falta de cobertura Zamora hablaba de una campaña contra los empresarios. Otra vez, ¿quién decía la verdad y quién no?
Discrepar
Al filósofo francés Voltaire se le atribuye la frase: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Ese es el punto. Yo estoy aquí reconociendo el derecho de Zamora a opinar lo que quiera, aunque no esté de acuerdo con ello. Igual, es legítimo que a la magistrada Ramos o a su vocero no les guste lo que algún medio publique. Discrepar es un derecho que debemos proteger. Incluso, alguien puede equivocarse en el ejercicio de este derecho y siempre habrá quien lo corrija y, si hay intención de mentir, lo ponga en evidencia.
Trinchera
En Nicaragua quedan muy pocos medios independientes del gobierno. Y los que quedan están bajo fuego. Se trabaja en condiciones muy duras, tanto en recursos como en acceso a fuentes de información, en un país donde el poder político y económico lo controlan quienes quieren una prensa domesticada, alineada a sus delirantes conceptos de “verdad” y “noticia”. Sin embargo, en esta última trinchera de las voces diferentes es que hay que dar la pelea, incluso en defensa de quienes hoy le “echan la vaca”. Basta imaginarse una sociedad uniforme, solo con “medios del poder ciudadano” para saber que nadie quiere eso. ¿O sí? Y que cada quien responda ante la historia de qué lado de la trinchera estuvo en esta desigual pero crucial batalla por la libertad de expresión. Quienes fueron sus defensores y quienes sus verdugos.