Hay muchas imposiciones dictatoriales en Nicaragua, pero una de las más nefastas del régimen de Daniel Ortega es estar alienando a la juventud nicaragüense, al pretender que la bandera partidista rojinegra de su partido sea equiparada a la sagrada Bandera Azul y Blanco de la Patria.
Y esto no significa tener una mentalidad tradicional de venerar los valores patrios así porque sí, sin pensar en su contenido o profundidad, sino de lo que se trata es de denunciar una arbitrariedad que puede dañar irreversiblemente la mentalidad, visión y el destino de los jóvenes, y con ello afectar el futuro de Nicaragua.
Un partido viene de “parte”, una parte del todo, y no puede estarse imponiendo una bandera de una parte a la par de la bandera que nos cubre a todos los nicaragüenses, sin el menor distingo de ninguna clase. Banderas de partidos hay muchas, pero de Nicaragua solo hay una.
La juventud y sobre todo la juventud estudiantil, pero también la juventud trabajadora, la deportiva, es lo más sagrado que tiene un país pues en ella descansa el destino y futuro de la patria, y se les está creando en la actualidad un sometimiento subliminal a un partido que además no solo no está haciendo nada bueno para Nicaragua, sino que cada día que pasa la hunde más en la incertidumbre y el ostracismo por los caprichos de una familia que se cree dueña de Nicaragua.
Lo más grave: pretender hacerle creer a los jóvenes que lo que vivimos es democracia, es libertad, es un gran liderazgo que debe durar para siempre, tergiversación brutal de los valores humanistas y democráticos que hay que fomentar. Es doloroso escuchar a un joven de secundaria intentar argumentar que lo que hay en Nicaragua es bueno, y le ayuda mucho a él. Alienación total.
Aunque fuese un partido democrático el que gobierne, que dé elecciones libres, que no reprima, que dé plenas libertades públicas, que construya desarrollo, no puede su bandera estar a la par de la de la patria.
Imponer la bandera rojinegra poniéndola a la par de la bandera patria es dar a entender que este partido estará toda la vida en el poder, que tenemos que aceptar que estarán para siempre, que tiene los mismos valores de la bandera patria. Así es en Cuba, Corea del Norte, Rusia o China, donde la bandera del partido comunista es la más importante.
Y más allá de eso que es visible, el problema de fondo es que hay una educación en los colegios públicos que pretende con una educación partidaria matar el espíritu crítico de la juventud, matar su discernimiento, su creatividad y hasta su visión de un mejor país, dañando con ello irreversiblemente el futuro. Una labor antipatria.
Debiera de sancionarse al ministro de Educación por permitir que en los desfiles escolares de conmemoración del 14 y 15 de septiembre se vean banderas rojinegras a la par del pabellón nacional, y el Estado como tal debe de dejar de violar la ley al imponer una bandera partidaria en sus oficinas y hasta en las plazas, a la par de la bandera patria.
Debiéramos como ciudadanos, como organizaciones estudiantiles, como padres de familia, como profesores honestos, como educadores con amor a la patria, las iglesias, protestar y tratar por todos los medios que cese esta ofensa contra la bandera azul y blanco, que cese esta manipulación que pretende someter a los jóvenes y a toda la población, a la bandera de un gobierno y un partido que lejos está de cumplir los anhelos de democracia y desarrollo que tenemos todos los nicaragüenses.
El autor es socialcristiano, exembajador de Nicaragua en Alemania.