Las misiones de observación electoral de la OEA hasta ahora han gozado en Nicaragua de mucha credibilidad y han sido presididas por personas de reconocida imparcialidad.
Tal sucedió con la misión que observó el proceso electoral presidencial del 2011, cuyas recomendaciones siguen teniendo plena vigencia. En esa oportunidad, la misión de la OEA cuestionó seriamente la credibilidad del actual Consejo Supremo Electoral (CSE), que ha seguido al frente de los sucesivos procesos electorales, incluyendo la farsa electoral del 6 de noviembre del 2016. A esta última solo asistieron como “acompañantes” unos señores que invitó el propio CSE en calidad de “especialistas electorales” y que, naturalmente, vieron al pueblo nicaragüense concurrir masivamente a depositar su voto en un proceso que calificaron de “honesto y transparente”, pese a la abstención de por lo menos el 70 por ciento de los electores.
Entre esos invitados del CSE se encontraba el señor Wilfredo Penco, quien ya antes había formado parte de las misiones del “Consejo de Expertos Electorales de América Latina” (Ceela), que observaron y avalaron los fraudes electorales de 2008 y 2011.
Así las cosas, y con estos antecedentes, ha sorprendido a la opinión pública nicaragüense que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, haya puesto al frente de la misión de la OEA que observará las próximas elecciones municipales, al doctor Wilfredo Penco, de quien nos limitamos a señalar sus antecedentes en los procesos electorales ya mencionados.
Se supone que el secretario general tendrá que señalarle al señor Penco los términos de referencia de la misión y, al mismo tiempo indicarle que deberá sujetarse estrictamente a lo que dispone la “Carta Democrática Interamericana” sobre la transparencia de los procesos electorales y los compromisos de la OEA con la “Declaración de principios de la observación electoral internacional”, de la que la OEA es miembro suscriptor. Esta Declaración dice que la presencia de la OEA no debe interpretarse como que confiere legitimidad a un proceso que ya arrancó con muchas anomalías, a como lo es el actual proceso electoral municipal.
La misión que presidirá el señor Penco, estará integrada en su totalidad por sesenta personas, que llegarán de manera sucesiva, a partir del 10 de octubre y los últimos 24 el primero de noviembre, tres días antes de las elecciones. Pero aún no sabemos quién financia esta misión.
Con esta misión, presidida por el señor Penco, la OEA arriesga su credibilidad. La OEA necesita conservar su credibilidad, si es que aspira a que tenga éxito su otro compromiso más importante establecido en el Memorándum de Entendimiento del 28 de febrero del presente año. En este documento se señala que, en un plazo de tres años a partir de la firma del Memorándum, una Misión Técnica cooperará con el Gobierno de Nicaragua para “establecer un marco regulatorio entre las partes para impulsar y acompañar esfuerzos dirigidos al fortalecimiento institucional político-electoral de la República de Nicaragua”.
Este segundo compromiso, al que algunos sectores ven como positivo, de cara a las elecciones de 2021, el señor Almagro ha puesto en duda su credibilidad por su desacertado nombramiento del señor Penco. ¿Por qué Almagro tiene una actitud muy firme frente al régimen dictatorial de Maduro en Venezuela y otra ante el régimen igualmente dictatorial de Ortega en Nicaragua?
La manera como se comporte la misión de observación electoral que envíe la OEA nos dará elementos suficientes para dar a esta interrogante la respuesta que corresponda. Hasta ahora, la actitud ha sido complaciente y se inició cuando el propio Almagro, aun conociendo muy bien lo que fueron las “elecciones” del 2016, en su primera intervención pública saludó como “vicepresidenta electa” a la entonces primera dama.
La Misión de Observación de la OEA, tendrá que investigar, entre otros aspectos, las denuncias de otorgamiento de cédulas a menores de 16 años; la entrega de cédulas por partidos políticos; el control del partido FSLN de los Consejos Regionales, Departamentales y Municipales; la exclusión de la contienda electoral del MRS, del PAC y de la Unión Demócrata Cristiana; la cancelación de más de mil juntas receptoras de votos y la falta de acreditación de los observadores electorales nacionales que integran el panorama electoral.
Todos estos antecedentes inciden en los resultados del proceso electoral que se proponen observar, siguiendo las normas ya establecidas por la OEA.
El autor es jurista y catedrático.