Pregunta
Tengo una pregunta retórica: si un partido acepta participar en estas elecciones de noviembre, con esta desgracia de sistema electoral, ¿con qué cara van a exigir cambios en las próximas elecciones presidenciales del 2021? Si alguna importancia tenían estos juegos electorales de noviembre próximo era establecer las bases de lo que se está dispuesto a tolerar y de lo que no, en un momento en que Daniel Ortega se está quedando solo con su proyecto autoritario, y cuando en cuatro años hay elecciones generales que deberían ser distintas. Pero no, en vez de rematar al monstruo moribundo, le dan sopa para que reviva y los espere sano y rechoncho en el matadero, en el 2021.
Degüelle
A ver, póngase en el lugar de Daniel Ortega, con todo y sus mañas de viejo zorro. Imaginen que estos mismos partidos comienzan en el 2018 a pedir condiciones para participar, que es necesaria observación electoral oportuna y eficiente, nacional e internacional, que se deben cambiar las autoridades electorales, que se debe permitir la participación de todas las fuerzas políticas y todas esas cosas que le faltan a este sistema para que los ciudadanos elijan como debe ser. ¿Qué diría Ortega? “Idiay, si aquellas elecciones les parecían buenas sin todo eso y participaron gustosamente, si el retazo de observación les pareció suficiente, si decían que iban a arrasar con las alcaldías, ¿a cuenta de qué voy a cederles más si se conforman con eso? Vayan, hagan fila, marchen, que ahí está el gordo Rivas otra vez esperándolos cuchillo en mano para el degüelle”.
Momento
Me hago esta pregunta porque creo que Nicaragua está viviendo un momento especial, porque venimos de unas elecciones presidenciales donde al menos el 70 por ciento de los ciudadanos dijo que no cree en ellas, así como están. Esa gran mayoría no fue a votar. Un momento donde hay un entorno internacional que está exigiendo con golpes de mesa fuertes a Daniel Ortega que haga cambios que regresen al país al cauce democrático. Un momento donde todo el chinamo del socialismo del siglo XXI se cae a pedazos, y donde, existe la real posibilidad de que salga a luz toda la corrupción incubada por estos señores y, con suerte, en algún momento estén respondiendo por ella ante los tribunales, tal como está ocurriendo en Brasil, Guatemala, El Salvador y Panamá, para poner solo unos ejemplos.
Dilema
La Nica Act para mi plantea un dilema: por un lado no comulgo con esa actitud arrogante de Estados Unidos de decirle a otros países cómo deben conducir sus asuntos, pero por el otro no puedo defender como soberanía el derecho de Daniel Ortega a robarse las elecciones, hacer chachullos con el dinero del Estado y abusar de los derechos humanos de los nicaragüenses. Salir criticando la Nica Act como un asunto de soberanía nacional, es a estas alturas, como calificar de “intromisión en los asuntos de familia” cuando llega un policía y se lleva detenido al borracho que golpea y abusa de su mujer o hijos.
Trago amargo
En resumen, no me gusta la forma de la Nica Act pero me identifico con el fondo, con lo que exige: elecciones libres, separación de poderes, justicia apegada a ley, lista de corruptos. Y si bien es un trago amargo al que no debimos llegar, deberíamos verla como una oportunidad para que todos los que queremos eso mismo unamos esfuerzos y voces para que ocurran esos cambios y no lleguemos a una salida violenta como la única forma de poner las cosas en su lugar en este país. Acuerpar al abusador, como están haciendo algunos en nombre de la estabilidad, solo sirve para legitimar y perpetuar esos abusos.
Locura
“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, dicen que dijo Albert Einstein. En realidad nunca lo dijo pero la frase resulta apropiada para el caso. Si los opositores siguen participando de la misma manera en estas elecciones que terminan en fraude, si los empresarios siguen alcahueteando a un sistema que critican por lo bajito pero defienden con ardor en las tribunas, si la OEA se hace de la vista gorda ante lo evidente ¿qué resultado creen que tendrán? ¡El mismo! Una Nicaragua gobernada por una familia, sin apego a la ley, con todos los poderes concentrados en una mano, con altos índices de corrupción y con presagios de ir a peor en el futuro. ¿Eso es lo que queremos por siempre?