En la peña El Bejuco, después de analizar las pasadas elecciones en Honduras, se llegó a la conclusión de que Juan Orlando Hernández, presidente de la República, desde el punto de vista político, o es medio caballo o es caballo o es caballo y medio, es decir, que concretamente desde la perspectiva de la estrategia y táctica “político-electoral” o es medio bruto o es bruto o es bruto y medio.
Empezó bien, muy inteligente el hombre, cuando consiguió que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) dictara una sentencia que estableció que la Constitución Política hondureña al prohibir la reelección presidencial le estaba violando —le estaba violando al pobre Juan Orlando— uno de sus derechos humanos fundamentales: el derecho a ser electo, el derecho a reelegirse. A Hernández le afligía, y con razón, que le vulneraran uno de sus derechos consagrado en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En El Bejuco comprenden a Juan Orlando. Es triste que a uno le violen los Derechos Humanos.
La Alianza de Oposición contra la Dictadura que dirige Manuel Zelaya y cuyo candidato presidencial es Salvador Nasralla denunció que las elecciones fueron fraudulentas —que tiene abundantes pruebas— y ante esta denuncia las masivas y enardecidas manifestaciones políticas no se hicieron esperar, con todas las gravísimas consecuencias —saqueos, muertos…— internacionalmente conocidas.
¿Juan Orlando Hernández pudo haber evitado todo esto? En la peña El Bejuco creen que sí; que hubiera ganado estas elecciones con tranquilidad y que Honduras ya estuviera en calma. ¿Y por qué dicen en El Bejuco que el mentado Juan Orlando o es medio bruto, o es bruto, o es bruto y medio? Porque según la peña acoyapina no tomó, entre otras —por razones de espacio solamente vamos a enumerar tres—, las siguientes medidas:
Primera. Tres meses antes de las elecciones le hubiera ordenado a la CSJ que emitiera una resolución que impidiera a los candidatos de la Alianza de Oposición contra la Dictadura a participar en las elecciones, instruyendo además al Supremo Tribunal para que nombrara líder de la citada Alianza a un hondureño parecido a Pedro Reyes, bajo los apercibimientos de que si el citado don Pedrito andaba de loco, iba a ser sustituido inmediatamente por uno menos loco.
Segunda. Dos años antes de las elecciones debió haber creado, organizado u oxigenado con sus vacunas correspondientes a partidos políticos hondureños tipo PLC, tipo PLI, tipo PC, tipo APRE, tipo ALN, tipo CxL, etc., para que se enfrentaran al Partido Nacional del señor Hernández. Estos partidos, ya vacunados en efectivo o con puestos públicos y además con sus vacunas de refuerzo, inmediatamente hubieran aceptado con gran alegría el triunfo electoral de Juan Orlando.
Tercera. Un año antes de las elecciones, y sin perjuicio de la Policía y el Ejército, y previendo cualquier manifestación o disturbio por parte de los seguidores de Manuel Zelaya, Juan Orlando debió haber ordenado la contratación, con buenos “honorarios”, de algunos miles de jóvenes para que fueran muy bien entrenados en apalear gente para poner orden en las calles y evitar saqueos. Por otra parte, a cada apaleador se le debía entregar, antes de empezar un entrenamiento intensivo, una motocicleta nueva con sus respectivos cupones de gasolina.
Bueno, Juan Orlando Hernández se “lanzó” a las elecciones sin tomar las “medidas adecuadas” y pensando únicamente en el control que tiene sobre la mayoría del Tribunal Supremo Electoral. Pero su presidente David Matamoros metió las patricias, circunstancia que no previó Juan Orlando, pues cuando ya el TSE había recibido casi el 60 por ciento de las actas, el señor Matamoros anunció que Salvador Nasralla llevaba una ventaja de cerca del 5 por ciento de los votos, lo que para algunos expertos electorales de la peña El Bejuco constituye una tendencia irreversible. ¡Que negligencia la de Juan Orlando! Debió haberle ordenado a don David que la ventaja del 5 por ciento se la dieran a él y no a Nasralla.
La realidad es que la situación política de Juan Orlando es difícil. Tanto nacional como internacionalmente. Si las cosas empeoran, tendrá que adoptar medidas muy represivas para mantenerse en el poder. Entonces El Bejuco pregunta al lector su opinión: ¿don Juan Orlando es medio bruto, bruto o bruto y medio?
El autor es abogado.