La culpa es una de las secuelas que arrastran las mujeres tras sobrevivir a un femicidio frustrado, sostiene Magaly Quintana, activista de la organización Católicas por el Derecho a Decidir.
“Cuando el agresor se suicida, la mujer, en el fondo, después empieza a sentirse culpable. Ella se siente culpable de esa muerte. Porque, según ella, no pensaba que esa situación iba a llegar a esos niveles”, explica Quintana.
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En el año 2017 se registraron 79 femicidios en grado de frustración, según el informe de Católicas por el Derecho a Decidir. La organización también registra tres suicidios de los agresores, cuyas víctimas sobrevivieron.
Y en el primer mes del año 2018, ya se ha registrado un caso en el que el agresor se suicidó después de un femicidio frustrado.
“Me duele su muerte”
El 12 de noviembre del año 2017, Zaida Rivas Vásquez, de 28 años, sobrevivió a un ataque de Johnny Alemán, quien fuera su pareja durante cuatro años. Alemán la hirió con una tijera en el cuello y el abdomen.
Rivas Vásquez fue dada de alta del hospital tres días después, pero según declaró al Periódico Hoy el 17 de noviembre, lo que más le dolía era que su atacante se había suicidado.
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“Me duele todo lo que pasó, él era mi marido, me duele lo que me hizo porque nunca fue violento, nunca me había pegado. Me duele que se haya quitado la vida, aunque estábamos separándonos, no era para que se quitara la vida”, dijo Rivas en aquel momento.
Explicó que si tuviera la oportunidad de volver a hablar con él lo haría y le pediría perdón si le provocó algún daño.
“Me duele más que se quitó la vida, estoy sintiendo mucho su muerte, quisiera platicar con él y decirle que me perdonara si le he faltado en algo”, dijo la víctima.
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Según Quintana, cerca del 90 por ciento de las víctimas de femicidio en grado de frustración han sido atacadas por su pareja o expareja. Y las armas que más han utilizado los agresores son las cortopunzantes (cuchillos y machetes), seguidas por los golpes directos y las armas de fuego.
La mayoría de los femicidios, dice Quintana, son precedidos por alguna agresión física.
Lesiones permanentes
Magaly Quintana, activista de Católicas por el Derecho a Decidir, afirma que varias de las víctimas de femicidio frustrado quedaron en estado vegetal. Sin embargo, sus agresores se encuentran prófugos de la justicia. “No hay seguimiento a estos casos. Entonces para las mujeres es horrible saber que en cualquier momento este hombre puede regresar e intentar matarla otra vez”, apunta.
El año pasado en Nicaragua se registraron 58 femicidios y 79 femicidios en grado de frustración. La cifra es el resultado del sondeo de medios de comunicación que la organización realiza permanentemente. Sin embargo, señala Quintana, si se tuviera acceso a los registros de los hospitales, el número de víctimas “se dispararía”.