Cuando Tirso Moreno entró a la redacción del Diario LA PRENSA con dos armas en la mano, René Ortega estaba viendo unos negativos en el departamento de fotografía. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta cuando algunos de los periodistas y editores corrieron hacia los baños y salidas más cercanas.
Moreno, quien fue excomandante de la Contra, lo vio y en cuestión de minutos le colocó una de las pistolas en el cuello y lo tomó de rehén. En esas estaba cuando le sonó el celular y solo atinó a decir:
—Llámame más tarde que ahorita estoy ocupado
—No jodás, estás muy ocupado si aquí te vas morir —comentó Moreno con una risita mientras alzaba la vista hacia un retrato de Pedro Joaquín Chamorro que acaba de tirar al piso.
De los 39 años que René Ortega ha trabajado como fotoperiodista en el Diario LA PRENSA, esa ha sido una de las veces que ha visto la muerte de cerca. Ha estado detenido en las estaciones de Policía al menos unas 13 veces y casi siempre por la misma causa: por cubrir noticias que los gobernantes no quieren que se sepan. Ha retratado momentos en la historia de Nicaragua y dice no arrepentirse de haberse casado con su cámara hace ya más de cuatro décadas, pero ahora guarda sus lentes y cámaras porque se va de LA PRENSA.
El Limón
Allá por 1969 en la Mina El Limón solo había escuelas primarias. La mayoría de gente ni siquiera estudiaba. Pasaban sus días extrayendo oro de las profundidades de la tierra y quienes querían salir de esa vida estaban obligados a ir a otro departamento. Ese fue el caso de Pedro René Ortega, a quien llaman por su segundo nombre. En aquel tiempo varios de sus hermanos ya habían salido hacia Managua y cuando cumplió los 15 años supo que había llegado su momento.
A Managua llegó sin nada más que su ropa. Se instaló en casa de un hermano y comenzó a trabajar de día y a estudiar de noche. Llegó como ayudante de carpintería a la empresa de fotografía internacional Foto Sport. Allí dio sus primeros pasos en la que se convertiría en su vocación.
Ortega, de tez morena, regordete y de baja estatura, siempre ha sido curioso. De vez en cuando llegaba a la zona donde revelaban las fotografías y de tanto ver aprendió la técnica. Un día alguien de esa área renunció y fue él quien lo reemplazó. Sus primeras fotografías las tomó un par de años después, pues su jefe fue quien le enseñó.
A LA PRENSA llegó una década después. Vino a pedir trabajo revelando fotos y el mismo día que llegó se quedó trabajando. Poco a poco se ganó el cariño de sus superiores y por 1980 le dieron oportunidad de hacer fotografías. Desde entonces nadie lo ha podido detener, pues, aunque hace cuatro años se jubiló, continúa trabajando religiosamente al diario.
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El secuestro
Cuando Tirso Moreno se enteró en la radio de su carro que Arnoldo Alemán Cardenal, hijo del expresidente Arnoldo Alemán, estaba a punto de morir en el hospital. Se dirigió en su vehículo hacia LA PRENSA con un arma cargada diciendo que iba a matar a todos. Él estaba borracho y estaba convencido de que el hijo de Alemán se estaba muriendo por las publicaciones que estaba haciendo el Diario en contra él.
En cuanto llegó a LA PRENSA, desarmó a los guardas de seguridad y al entrar a la redacción tomó como rehén al fotógrafo René Ortega.
“Allí vas a quedar vos bañado en sangre”, le dijo en un par de veces. Ortega, que se había mantenido en calma, decidió meterle plática y cuestionarle lo que estaba haciendo.
—Llamame a Daniel —le ordenó Moreno.
—Yo no tengo el número de Daniel — respondió.
—Entonces llama a doña Violeta o al cardenal —prosiguió Moreno mientras le apuntaba con el arma.
Y en eso una de las reporteras se levantó para tratar de llamar a quienes pedía, pero nadie contestó. Entonces, Moreno llamó a la Policía y les dijo que había secuestrado LA PRENSA. Horas después llegó la Policía, pudieron quitarle el arma y se lo llevaron detenido. Ortega, quien hasta ese momento había permanecido en calma, explotó en llanto después de verse frente a la muerte.
En sus años como fotoperiodista había estado en trifulcas, se lo habían llevado detenido e incluso, en los ochentas tuvo que huir del país en los años ochenta, pero hasta ese 22 de abril del 2002, nunca habían
estado apuntándole con un arma.
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Ahora sus días son más calmos. Hace cuatro años se jubiló, pero aún continuó trabajando. Ya no en las calles, pero cada vez que necesitan que alguien vaya a tomar fotos él siempre está dispuesto. A la mina El Limón, su lugar de origen, ya no volvió. Ha regresado como fotoperiodista, pero al demostrar los abusos que se han cometido allí lo han amenazado con asesinarlo.
Fotógrafos empíricos
De todos los fotoperiodistas que han habido en el Diario LA PRENSA, al menos 15 han sido conductores que se han convertido en fotógrafos bajo la mano de René Ortega. Él comenzó esta práctica, que aún se mantiene en la década de los años ochenta. Se los llevaba a cubrir partidos de beisbol y entre ellos apostaban una carne asada para ver quién hacía la mejor foto. Después ellos se capacitaban y poco a poco se integraban a trabajar al Diario.