El presidente designado por el poder electoral, Daniel Ortega, convocó a un diálogo hace siete días, pero sus acciones hasta ahora dicen lo contrario. Se ha esforzado por sembrar desconfianzas y sus críticos señalan que se trata de una estrategia para mantenerse en el poder, como lo hizo el dictador Anastasio Somoza Debayle.
“Todas las fuerzas del país quieren depositar una esperanza cautelosa tratando de que no se siga derramando más sangre de la juventud nicaragüense, el único que parece no entenderlo es el señor Ortega”, dijo este viernes Gabriel Álvarez, presidente del Movimiento por Nicaragua (MpN).
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La falta de explicaciones sobre la masacre de al menos 34 personas —confirmadas por LA PRENSA— en las protestas contra la reforma a la Seguridad Social, el destino de los desaparecidos y el reciente anuncio de una investigación a su manera del Estado restan credibilidad al caudillo, después de que se formó una “comisión de la verdad” dirigida por el diputado y sindicalista del FSLN, Gustavo Porras, y la Fiscalía orteguista anunció una investigación.
Ciudadanía resiste
La ruta del orteguismo se enrumba a las descalificaciones de los estudiantes, que resisten ante la opresión del Gobierno, así como a los familiares de las víctimas, a quienes los obligan a firmar documentos en los cuales se comprometen a no decir nada sobre los crímenes, a cambio de que les entreguen los cuerpos. Álvarez cuestionó el proceso contra cinco jóvenes a los que quieren involucrar en los asesinatos realizados por los grupos paramilitares ligados al Gobierno.
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“Todo el mundo sabe que es mentira, yo creo eso, es un llamado a la guerra”, expresó Álvarez.
Fiscalía inicia persecución
La investigación que anunció el Ministerio Público no es más que “la persecución política con apariencia de legalidad contra marchistas”, según el penalista Nelson Cortez.
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“Estamos claros que la misma población ha denunciado con fotos y videos que quienes atacaron a los universitarios y población en protesta fueron la Policía y miembros de la Juventud Sandinista (paramilitares) que actuaban al amparo de estos. ¿Cómo esa misma Policía va a investigar y ser testigo de los crímenes que cometieron?”, dijo Cortez.
La estrategia de Somoza
La convocatoria de diálogo “persigue lo que perseguía Somoza”: entre otras cosas, ganar tiempo, desatar terror y deslegitimar a quienes hacen las movilizaciones, aseguró la excomandante sandinista Dora María Téllez.
En un reportaje realizado a finales de 1978, por la Radio Televisión Española (RTVE), titulado Los días finales del dictador Anastasio Somoza Debayle, este invocó la paz y con absoluta seguridad expresó que “para llegar a la paz, si es necesario dialogar, lo vamos a hacer, si es necesario cambiar algunas leyes, lo vamos a hacer”.
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Mientras el dictador prometía diálogo, la represión a la población era un hecho innegable. Para Téllez, la propuesta de diálogo más bien “llevó a Nicaragua a un desastre”.
Téllez: “¿Cuándo se van?”
Desde la llegada al poder de Ortega, en 2007, es la primera vez que enfrenta una crisis que se ha visualizado con la protesta en las calles y la quema de retratos con su imagen y la de Rosario Murillo, su esposa y vicepresidenta. El símbolo fue la caída de los llamados árboles de la vida, estructuras metálicas, de colores llamativos, que la funcionaria mandó a instalar.
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Téllez consideró que el tiempo de Ortega en el poder “está simplemente terminado, es un asunto de procedimiento. El diálogo tendría que decir cuándo se van, cómo se van, Nicaragua no da más bajo el régimen Ortega-Murillo (…). Los nicaragüenses ya llegamos al tope”.
El general en retiro Hugo Torres advirtió que la propuesta hecha por el Gobierno actual “es una farsa, un engaño y lo que ellos tratan con este tipo de diálogo es ganar tiempo, salir del apuro y del cerco en el que se encuentra por crímenes cometidos, recomponer sus filas, hacer el resumen de lo pasado y ver cómo comienzan a desmontar la rebeldía popular”.
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Torres consideró que el caudillo no tiene cómo lavarse las manos. “Es un genocidio y como tal hay que calificarlo y hay que acusar a Ortega ante los organismos internacionales por crímenes de lesa humanidad, por ejecuciones sumarias”.