Sin marcha atrás
¿Se acuerdan que en los primeros años de la lucha contra Somoza los guerrilleros y colaboradores usaban seudónimos y las acciones que realizaban las hacían a rostro cubierto? De hecho, luchar para contra Somoza requería pasar al clandestinaje. Se hacía, lógicamente por temor a represalias. Pero llegó un momento en que la gente empezó a salir a rostro descubierto, porque se sabían sin marcha atrás, que se iba Somoza o ellos morían en el intento.
Ahora o nunca
Igual ahora. ¿Se acuerdan antes con qué temor la gente hacía sus criticas o dejaba de hacerlas por temor a represalias? Pocas personas querían identificarse como críticas u opositores porque eso significaba prácticamente la muerte civil, cuando no golpizas, cárcel o muerte. Pero ahora, ya la gente habla sin miedo, muchos empleados del gobierno, empresarios, ciudadanos que antes hablaban a sotto voce, y hasta policías, se han rebelado, como aquel septiembre del 78. Ya no hay vuelta atrás, y eso debería saberlo Ortega. Para miles, regresar a la situación anterior es imposible porque significa estar fichado, sin trabajo, perseguido y, hasta asesinado. Es ahora o nunca.
Quemar naves
En términos estratégicos político-militares, a esto se le llama “quemar las naves”. Tiene que ver con un episodio cuando Alejandro Magno llegó con su ejército a la costa fenicia. Al ver que el enemigo lo triplicaba mandó a quemar las naves en que llegaron para que sus soldados supieran que o vencían o morían luchando, pero no había posibilidad de regresar a sus hogares a menos que fuese en los barcos de los enemigos.
Bullying
A un amigo periodista extranjero le expliqué con este ejemplo lo que sucedió en Nicaragua: Un muchacho peleonero golpea a su compañero de clases. El otro lo permite. No se atreve a desafiar al abusivo para que las cosas no pasen a más. le teme a la violencia. El otro ve que la intimidación ha funcionado. Lo domina. Empieza a avanzar en los abusos, le roba la comida, lo extorsiona, humilla y golpea, hasta que en algún momento aquel dice basta, lo enfrenta y descubre que puede darle una golpiza. Hablemos de paz, dice el peleonero, por qué vamos a usar la violencia.
Tranques
Cuando el gobierno pide a los que protestan que quiten la presión social que lo llevó a sentarse en una mesa de diálogo, al menos a oír lo que nunca le habían dicho en su cara, en realidad está pidiendo que quiten las razones por las que está ahí, para poder irse de ese lugar incómodo. Regresar a lo suyo, que es, recordemos, reprimir a quienes protestan, colocar las banderas de su partido en todas las instituciones y actividades del Estado, seguir robándose las elecciones, sangrar con sus negocios, multas e impuestos a los ciudadanos y que Nicaragua progrese, así como les gusta a ellos. Sin libertad y en represión.
Almagro
O el señor Luis Almagro, secretario general de la OEA sufre un trastorno de doble personalidad o está usando a Nicaragua como moneda de cambio. Es una vergüenza de señor. Lo mismo que condena como dictatorial, con una dureza inaudita, en Nicolás Maduro, en Venezuela, lo defiende como democrático, con una sonrisa beatífica, en Nicaragua, cuando lo hace Daniel Ortega.
Muertos
Para que lo sepa el señor Almagro, ninguno de esos 76 muertos que reportó la CIDH estaría en esa lista triste si tan solo el gobierno de Ortega hubiese respetado el derecho a la protesta pacífica. Ortega es el primer resposable de esos asesinatos. Fíjese bien, revise la lista señor Almagro y verá: 1) que casi todos son muertos a balazos, 2) que la gran mayoría de los muertos son ciudadanos que protestaban o inocentes que estaban en el lugar cuando el ataque, y 3) que la totalidad de las muertes ocurrieron donde estaba la protesta y nunca los ciudadanos que protestaban llegaron a buscar a quienes los mataron.
Paz con libertad
Ayer murió un joven más. ¿Cuántos muertos más necesita Daniel Ortega para entender que aquí hay un sector, a todas luces mayoritario, que se hartó de sus abusos? Que se hartó del bullying a que lo sometió durante once años. Que está dispuesto a sacrificar la tranquilidad sumisa que le ofrecen como “paz”, sacrificar sus negocios, exponerse a la represión y hasta a morir para que Nicaragua consiga una paz duradera, con justicia, libertad y democracia. O sea, sin los Ortega Murillo para comenzar.