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Cien años de dictaduras

La historia debería enseñarnos que por ningún motivo en el futuro debemos permitir que nadie, por muy buen dirigente que sea, permanezca en la silla presidencial por más de un período

Querida Nicaragua: No hay ninguna duda, lo que más le ha hecho daño a Nicaragua es la permanencia de un solo hombre en el poder por largo tiempo. De Zelaya a Somoza, con ligeros respiros de presidentes conservadores y fatales intervenciones norteamericanas, padecimos 16 años de la dictadura de Zelaya y 45 de la dinastía de Somoza y de sus hijos Luis y Anastasio. Luego en el 79 la famosa revolución popular sandinista nos trajo los primeros diez años de dictadura y guerra feroz. Cuando los Ortega se vieron perdidos ante el avance de la Contra corrieron al diálogo de Sapoá y luego Daniel Ortega adelantó la fecha de las elecciones, las que ganó el pueblo unido alrededor de doña Violeta Chamorro.

Tuvimos 15 años de relativa calma, tres gobiernos democráticos, pero Ortega gobernando desde abajo, haciéndole la vida imposible a la administración pública, y en el 2007, ya conocemos las causas, permitimos que Ortega tomara de nuevo el poder. Total: 16 años de Zelaya, 45 de los Somoza y 11 que lleva Ortega suman 72 años de dictaduras, más los 15 años del gobierno “desde abajo”. Más los 10 años como coordinador y como presidente en el 79, casi suman cien años de dictaduras.

La historia debería enseñarnos que por ningún motivo en el futuro debemos permitir que nadie, por muy buen dirigente que sea, permanezca en la silla presidencial por más de un período.

Nuestra historia nos presenta el más claro ejemplo de lo que producen los hombres aferrados al trono de la presidencia, al mando total de todos los poderes del estado, en una palabra, a la dictadura. La permanencia del mismo hombre en el poder produce una serie de prebendas especiales a sus allegados, estos se vuelven fieles servidores del dictador, incondicionales ejecutantes de todos sus mandatos y capaces de ejecutar tropelías a granel pues si no lo hacen pierden las prebendas y hasta pueden recibir castigos que los lleven a prisión o les den la baja deshonrosa.

Ahora que estamos en pie de lucha en contra de la dictadura de Ortega, los jóvenes o prospectos que estén pensando en desempeñar cargos públicos en el futuro, deben tener presente que el Gobierno no es un botín de guerra y que se lucha precisamente para terminar con todas las aberraciones, los robos y las sinvergüencerías de los funcionarios actuales.

En el futuro habrá menos diputados, y no habrá prebendas para estos, no vivirán en la “dolce vita” como viven ahora, y los cargos en los poderes del Estado serán desempeñados por gente honrada, honorable, capaz, apartidista y no dependiente de ningún caudillo porque los caudillos solo serán un mal recuerdo.

El autor es director general de Radio Corporación.

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