Muchos boxeadores profesionales se retiran sin haber conseguido una sola oportunidad de disputar título mundial. Se dice entre los pugilistas: “qué no daría por una pelea de esa magnitud”, saben el significado de estar en la frontera del éxito, cambiar radicalmente la vida, salir del anonimato y escribir su nombre en la poca historia de campeones mundiales de Nicaragua.
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Ya Carlos Buitrago no lo toma de esa manera. Dice mantener la ilusión, confiesa haber tenido una gran preparación y admite que ha resbalado en el pasado, pero lo de él se ha convertido en un tema personal. Anida una obligación con sus propias expectativas que la alberga desde niño y ha visto como las puertas de las victorias se cierran. Este viernes andaba en 112.5 libras. “Me siento muy bien. Salí a correr en la mañana y detuve la báscula en ese número que me da tranquilidad. Estoy prácticamente a cuatro libras del peso a una semana”, confesó.
Buitrago decidió partir a Miami, EE.UU., este jueves debido a la situación del país. Cree que en cualquier momento podría suceder un estallido y lo podría desconcentrar o impedir finalizar su plan de adiestramiento. Chocorroncito pasará hasta este sábado en el gimnasio de Osmiri “el Moro” Fernández y el domingo por la mañana subirá al avión que lo llevará a Puerto Rico, la tierra del campeón de las 108 libras de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), Ángel “Tito” Acosta.
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“En un principio planeaba salir el 11 de Nicaragua, pero Ricardo Rizzo me recomendó viajar antes y ha sido una buena decisión”, indicó Buitrago. Todavía su entrenador —el venezolano Luis Escorche— no pudo acompañarlo. “Escorche tiene problemas con sus documentos, me aseguró que los estaba arreglando y si los conseguía antes de la pelea nos acompañaría”, agregó el cinco veces retador a cetro mundial.
De no estar Escorche, la esquina de Chocorroncito sería comandada por su papá, Mauricio Buitrago, y el Moro Fernández, quien estuvo en el último enfrentamiento con el pinolero en Japón.