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Nicaragua

LA PRENSA/EFE/Rodrigo Sura

Versos a Nicaragua; su dolor y esperanza

Tres poemas dramáticos de Francisco de Asís Fernández que aluden a la crisis en el país: Nicaragua sabe que la amo, Un hombre mancha el azul celeste, y La fábula de los condenados de la tierra

Nicaragua sabe que la amo

Francisco de Asís Fernández

I

Vivimos entre la angustia y la esperanza,
entre la represión brutal y la esperanza.
Nací en el exilio
pero la Santa Sor María Romero
puso una bandera de Nicaragua
para que yo naciera en Nicaragua.
La vida fluye y el hombre cuando muere
es recibido por los ángeles.
La vida fluye y lo malo sobrepasa a lo bueno,
vivimos entre el asedio y el crimen.
Aquí solo hay tiempo para llorar.
Nicaragua sabe que la amo
y el coro de pájaros canta el color de la
vida y el dolor de la música.
La tribu baila como las estrellas y se desnuda
de la sangre.
¿Cuál fue nuestro pecado original?
Aquí fue el Paraíso Terrenal
pero aquí también vive la serpiente.

II

Nicaragua es una bestia magnífica
que vive bajo la grama del cielo,
es un jardín en la lluvia de ruiseñores
y convierte las flores en mariposas.
Nicaragua me viene directamente del alma
y de las lilas que se abren en mis manos
y se sueltan en la sangre.
Ellos hunden sus manos en la sangre de Nicaragua.
Locos de poder queman los sueños y a la Virgen
de las Flores,
locos de poder le disparan al cielo estrellado,
locos de poder le disparan a los ángeles.

III

Ahora puedes ver el cielo por la noche,
y puedes ver un océano de agua subterránea
en donde emerge Nicaragua con una luz distinta.
Las alas de las mariposas son brillantes
y alumbran a Nicaragua.
La vida es maravillosa y nos la están quitando,
mi vida corrió tras una rosa y me dispararon,
quería señalar mis sueños con pétalos rojos,
abrí los árboles y mi vida cayó como una rosa.

LA PRENSA/Uriel Molina

Un hombre mancha el azul celeste

Francisco de Asís Fernández

En el pueblo de Sísifo
hablan de que estamos viviendo los días del fin del mundo,
que un aura oscura parecida a la noche
se puede tocar con las yemas de los dedos.
La amenaza se siente en el color pardo oscuro
de las enredaderas
y en los matorrales que salen de las paredes mustias del mar.
Hay que vivir rápido y verlo todo como si fuera la última vez
(es que es mucha violencia para una vida tan corta).
La vida es un alboroto desde que amanece hasta la muerte
y uno siempre queriendo darle sentido a los sueños.
Los vecinos del pueblo de Sísifo
dicen que hay que poner orden en las cosas espirituales
y cerrar puertas y ventanas al olor de la sangre,
porque ya no quieren vivir las lágrimas de cobre amarillo
y la congoja interminable
que se repite igual desde el principio del mundo
que cuenta que hay un hombre pequeño y miserable en la Tierra
condenado a construir y destruir eternamente la cosmogonía del mundo,
a reescribir los textos de la Biblioteca de Alejandría,
a llorar sobre los cadáveres secos que deja Alejandro en su viaje infinito,
a secar las aguas del Diluvio,
a separar los mares de agua dulce de los mares de agua salada
y a crear nuevos infiernos
con llamas azules más altas que las montañas.
Los vecinos del pueblo de Sísifo
quieren reconocer las voces humanas de los monjes
y los pastores de cabras
entre las lilas blancas y los pájaros imprudentes,
hablando de la desolación del hombre en la tierra.
Los vecinos del pueblo de Sísifo
quieren levantar la mirada y llevarla hasta el azul infinito
para darle sentido a los sueños del hombre desdichado
de poner al fin la roca en la cumbre.


LA PRENSA/Carlos Valle

La fábula de los condenados de la tierra

Francisco de Asís Fernández

Los condenados de la tierra se alumbran con luciérnagas,
y se ponen collares de carbón
en sus cuellos de mirlos azules.
Sus cartas de amor las escriben como los cervatillos,
pintando corazones y peces besándose en los picos orgullosos
y dibujando garabatos con las palabras “te quiero”.
La guerra y la paz les hiere lo mismo
y mueren con un dolor en el alma
en un bando o en otro.
Los condenados de la tierra ven sus vidas en las películas
y salen admirando al ahorcado
y no se reconocen cuando se ven en el espejo.
De los condenados de la tierra
será el Reino de los Cielos.

Cultura Francisco de Asís Fernández Nicaragua Versos

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