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Vilma Nuñez, protestas, Nicaragua

La doctora Vilma Núñez en su oficina del Cenidh. LAPRENSA/O.Navarrete

Vilma Núñez: “Como defensora no soy neutral”

Para la defensora en derechos humanos, Vilma Núñez, la crisis en Nicaragua no es una guerra entre iguales. Pero también aclara que los muchachos protestantes se han tenido que defender

Vilma Núñez fue danielista hasta 1998, cuando Zoilamérica Ortega Murillo denunció que Daniel Ortega la violó desde que tenía 11 años de edad. Antes de eso era una fiel creyente en que la recomposición del Frente Sandinista se tenía que hacer desde adentro y es por eso que se abstuvo de aceptar la propuesta de militar en el Movimiento Renovador Sandinista en 1995.

De eso ya ha pasado bastante agua bajo el puente, pero la doctora Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y exmilitante del Frente Sandinista, asegura que “la dictadura de Daniel Ortega es peor que la de Somoza”.

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En esta entrevista confirma que el Cenidh sí ha condenado y tiene registrado en sus informes las muertes de los policías y paramilitares desde abril, que según los datos de este organismo ascienden a más 50. Y es por eso que Núñez asegura que lo que estamos viviendo no es una guerra entre iguales, pero también está clara de que “no todos los muchachos (protestantes) han andado rezando”.

Ya se han cumplido tres meses del inicio de esta crisis política, ¿cómo se puede calificar estos hechos en materia de derechos humanos?

No llega a la categoría de genocidio, técnicamente. Pero cualquiera de estas violaciones es considerada como brutal por el contexto en que se ha actuado. Y convierte a Nicaragua, lamentablemente, en un estado donde se practica terrorismo, y por consiguiente sus más altas autoridades son terroristas.

El Cenidh recibe muchas descalificaciones por parte del Gobierno porque dice que es parcializado, ¿cómo responde a esto?

De ellos se puede esperar de todo. Estoy convencida de que esto no ha sido una reacción de fanatismo o de intereses económicos. Esta acción es inducida y dirigida desde El Carmen. Ellos son los únicos capaces de tener esa mentalidad perversa y de usar a la gente para sus propósitos. Defender los derechos humanos no quiere decir que hay que ser neutral. Uno tiene que ponerse en el lugar de las víctimas. Yo, como defensora, no soy neutral. Estoy al lado de la víctima.

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Hay un tema en el que insiste la parte oficial: las bajas de sandinistas y policías. Ellos argumentan que los organismos de derechos humanos no las registran y no las condenan. ¿Usted qué opina?

Lo que pasa es que como se creen dueños de la verdad, no se molestan en ver lo que nosotros publicamos y decimos. Nosotros como Cenidh hemos publicado cuatro informes a lo largo de estos tres meses. Tenemos la lista caso por caso de personas que han sido asesinadas, y tenemos 281. Y ahí están recogidos los policías y paramilitares a los que ellos han mandado no solamente a matar sino que también a morir. Es decir, ellos son responsables de las muertes de sus mismos correligionarios.

¿Es una lucha pareja entre policías y paramilitares contra ciudadanos?

Nosotros tenemos confirmadas unas 51 bajas de paramilitares y policías. Y entonces es por eso que vemos la correlación de fuerza. Y de quienes han tenido las armas. Porque aquí no se puede hablar de una guerra igual. Ahora, no descarto que se puedan estar haciendo autoatentados. Nosotros tenemos testimonios de una madre de un policía que supuestamente lo mataron de un balazo en la frente porque no quería seguir reprimiendo. Cuando en Medicina Legal le entregaron el cadáver, el cuerpo estaba torturado, le habían arrancado las uñas. Son capaces de todo. Aquí tiene que haber una investigación técnica. Porque a mí me llama mucho la atención la posición que tenían los cadáveres de los policías (asesinados) en Morrito. Esos policías no murieron tirando. Así que cuidado y es un autoatentado. Porque además es el caballito de batalla que están usando para echar preso a Medardo Mairena y para los videos que presentan en la OEA.

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Pero también hemos visto los videos de quemas de sandinistas, que son pruebas contundentes…

Eso es terrible. Definitivamente hay un nivel de descomposición que será difícil de recomponer. Es un país fracturado. Será difícil el reencuentro, incluso dentro de la misma familia. Yo no puedo decir que todos los muchachos (protestantes) han andado rezando. De ninguna manera. Se han tenido que defender. No hay que justificarlo. Y vieras que me ha dolido cuando he visto que se han tenido que ver involucrados en unos actos que uno se pregunta cómo llegaron a esto. A mí me dolió mucho ver al paramilitar que quemaron en el barrio Carlos Marx, el día que los paramilitares quemaron la casa con la familia dentro. A mí me duele que los muchachos se vean compelidos a hacer estos actos.

Sobre los tranques, el Gobierno también ha argumentado que violentan el derecho a la libre circulación, ¿son violaciones a los derechos humanos?

Los tranques obstaculizan la libre movilización. Pero para que haya violaciones a los derechos humanos y a la libertad de movilización tiene que ser intencionalmente dirigida a causar ese daño. Hay que estar claros que los tranques fueron puestos para la protección de las comunidades y no para decir que no pasaran las personas. Ahí está la diferencia. Sí, definitivamente causan un estorbo, limitaciones, pero hay que hacer esa diferencia porque para que existan violaciones de derechos humanos tiene que haber causalidad.

¿Usted como presidenta del Cenidh, por su posición crítica, tiene miedo?

El miedo es una reacción muy humana y personal. No le puedo criticar a ninguno de los colegas que me digan que tienen miedo. Pero yo no tengo miedo.

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¿Ha recibido amenazas?

Siempre hemos recibido amenazas veladas, encubiertas con insultos. Ha habido amenazas directas contra mí, dando los datos míos y de mi familia en público. Y siempre publican que me busquen.

A lo largo de estos años el Cenidh ha documentado y denunciado las violaciones a los derechos humanos de este gobierno. ¿Preveía esta magnitud?

No. Pero por el seguimiento que llevábamos a este gobierno, nosotros mirábamos que estaba empeñado en destruir la institucionalidad y la legitimidad con tal de perpetuarse en el poder. Sabíamos que su objetivo quizá podía tener un fin no solamente político sino económico: el enriquecimiento ilícito. La concentración de poder creíamos era el medio para desarrollar el fin económico.

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¿Ha habido un cambio de ese punto de vista, teniendo en cuenta que el Gobierno, por el momento, perdió al aliado de la empresa privada y ha recibido condena y sanciones a nivel internacional, y continúa con la represión?

Uno de los primeros sorprendidos de ver la magnitud del descontento popular fue Daniel Ortega. Eso lo obligó a lanzar la represión contra los que considera sus traidores. Su ego, su forma de pensar, su mentalidad descompuesta y confusa, creada por sus mismas frustraciones e historia personal, pero además alimentada por las características de Rosario Murillo, lo hacen considerar que toda la gente que protestó y que no le agradece, hay que exterminarla. Y por eso ha lanzado una represión terrible.

Usted que estuvo con Daniel Ortega por mucho tiempo dentro del Frente Sandinista, ¿cuál cree que sea su estrategia en esta crisis?

Yo fui danielista pero nunca estuve cerca de la estrategia interna. Sin embargo, en este momento es increíble pensar que va a abandonar el gobierno. A Daniel Ortega se le tiene que sacar. Y ojalá lo saquen por la vía democrática. Porque aquí, ni nadie quiere guerra, ni hay posibilidad de hacer una guerra que no derive en los efectos nefastos que producen las guerras.

Usted dice que fue danielista, ¿por qué se rompe esa relación?

Yo me considero traicionada. Yo estuve en el FSLN hasta 1998, que es la fecha en que Zoilamérica (Ortega Murillo) denunció la violación cuando tenía 11 años por parte de Daniel Ortega. Yo había tenido ya una posición crítica en el partido. Fijate que cuando el Frente se dividió en 1995 y se fundó el MRS, precisamente por las posiciones mías, me invitaron a formar parte del MRS, pero yo dije que no porque pensaba que la lucha la teníamos que dar desde adentro. Así seguí creyendo. Poco a poco me fui convenciendo de que la lucha era bastante dura.

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¿Cómo fue la relación en el partido con Daniel Ortega?

Yo fui la primera persona que desafió a Daniel Ortega, cuando engañó a la gente de que iba a haber una consulta popular para elegir candidatos para las elecciones (1996). Un grupo de compañeros sandinistas nos lanzamos pero él lo consideró como un desafío. Lo que hace separarme del Frente es la denuncia de Zoilamérica. Yo no podía seguir diciendo que soy defensora de los derechos de las mujeres y solo por mi conveniencia o militancia política iba a ser encubridora de un violador. No lo iba a aceptar. Porque él convirtió al Frente Sandinista en un encubridor de esa violación que cometió contra Zoilamérica. Yo sí la apoyé a ella y llevamos el caso ante la CIDH.

¿Ustedes, como sandinistas, se sienten culpables de haber construido la figura de Daniel Ortega y por consiguiente de todo lo que está pasando?

Yo creo que ningún sandinista, menos los que estuvimos en algún puesto de poder, puede sentirse libre de responsabilidad. Un día de estos conversaba con una amiga sandinista, no danielista. Yo le dije: “Vieras qué terrible lo que me está pasando anímicamente. Porque aparte de esta sensación de impotencia como defensora de derechos humanos, me siento culpable, a pesar de que siento que fui engañada”. Me siento culpable de cómo estuvimos tanto tiempo tan ciegos. Cómo fuimos capaces de creer. Los que tenían más cercanía veían la descomposición que venía. Y en mi casa vivieron guerrilleros, la misma Leticia Herrera (expareja de Daniel Ortega). ¿Cómo uno se iba imaginar que esta gente iba a cambiar tanto?

¿Cree que Daniel Ortega cambió o siempre fue así?

No tengo la respuesta. No puedo decir si cambió. No puedo decir si siempre fue un perverso. No lo conocí tan de cerca. He tenido algunas conversaciones con gente que estuvo con él en la cárcel y de cómo se portaba de déspota con ellos en la cárcel. Así que no sé si este hombre cambió o si siempre fue perverso.

¿Pudieron hacer algo más ustedes dentro del FSLN?

Creo que se pudo hacer antes de la ruptura en el Frente. Todavía me pregunto si pudimos sacar a Daniel Ortega. Porque también es cierto que después de la derrota de 1990 mucha de la dirigencia honesta se fue a rehacer su vida, a buscar cómo terminar sus carreras, entonces él quedó prácticamente solo y se apoderó del partido para siempre. Traicionó a la revolución y traicionó al partido.

Doctora Vilma Núñez. LAPRENSA/O.Navarrete.

Usted estuvo encarcelada en tiempos del somocismo, vivió la represión de Somoza y está viviendo la actual, ¿cuál es la diferencia entre estos regímenes?

Esta dictadura es peor que la de Somoza. Con todas las barbaridades del somocismo, con todo y los reos, presos políticos que a mí me tocó defender. Con todo, creo que fue menos cruel de cómo se está comportando este hombre (Ortega).

¿Cree que hay posibilidades de solucionar esta crisis por la vía pacífica?

Es que las armas no son una opción. Yo tengo la convicción de que se va pero no sé cómo. Ahora, que él tenga la disponibilidad de irse no lo creo. A él se le tendrá que sacar de otra forma. Ya sea con apoyo internacional o nacional.

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¿Qué significa la aprobación de condena de la OEA esta semana?

Reconozco el valor que tiene. Pero no considero en que sea la forma que va a solucionar el problema, sino de coadyuvar. Está contribuyendo a la condena internacional, de que este es un gobierno violador de derechos humanos y que habrá que sacarlo. Puede despertar la solidaridad y fortalecer el ánimo pero la importancia va más allá del caso de Nicaragua. Porque antes la correlación de fuerza que había en la OEA no le permitía sacar resoluciones de este tipo. Esta resolución ha tenido ese efecto de cambiar la correlación de fuerza. Por eso se aprobó por 21 votos. La condena contra Venezuela se aprobó con 19 y es menos fuerte. Esta condena utiliza un lenguaje inusualmente fuerte.

En una entrevista con Domingo hace tres años usted decía que había un descontento social, pero que faltaba una fuerza que lo encauzara. El descontento lo miramos que explotó en abril, ¿sigue faltando esa fuerza?

Sí. Nosotros que trabajamos dándole seguimiento a este gobierno éramos testigos, desde el inicio, de todas las manifestaciones que se hacían por cualquier cosa. Por todo protestaban las personas. Pero no había una fuerza política capaz de encauzar ese descontento. Y los políticos que llegaban, solamente buscaban como quedar colocados en puestos públicos por medio de una elección.

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Pero esta es una debilidad que puede costar mucho para la estabilidad del país…

Sí porque yo estoy segura de que se va Ortega, pero también me hago la pregunta de quién va a quedar aquí gobernando. No es lo mismo cuando veíamos a finales de los 70 que el Frente venía ganando y sabíamos que se iba a hacer cargo en la ida de Somoza. ¿Ahora qué? ¿Está este grupo político capacitado para hacerse cargo? No lo sé. Como estoy alejada de organizaciones políticas partidarias, no lo sé.

Plano personal

Vilma Núñez de Escorcia nació en Acoyapa, Chontales, en 1938. Veinte años más tarde fue a estudiar a León y dice que algunos piensan que es oriunda de esa ciudad.

Estuvo en cinco prisiones en un periodo de tres meses en el tiempo de Somoza Debayle.

Tiene dos especialidades en Derecho, fue presidenta de la Corte Suprema de Justicia hasta 1988.
Le gusta toda la comida, pero prefiere el gallo pinto a otros platillos.

Los padres de Vilma eran de apellido Núñez pero no eran familiares.

En 1963 se casa con el dentista leonés Otto Escorcia y desde entonces ella no se desliga de ese apellido.

Tienen dos hijos, Otto y Eugenia. Además, cuatro nietos y una bisnieta.

Es sobreviviente de la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959.

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