En una revancha sin sentido, Freddy Fonseca volvió a fulminar a Eliezer Lanzas. Un cruzado de izquierda estalló en la barbilla del chinandegano y se derrumbó de forma instantánea en el primer asalto. Esa mano izquierda tenía la suficiente velocidad para penetrar la defensa, la contundencia para hacer daño y la colocación para evitar la reincorporación de Lanzas. Nada para las discusiones.
Hace un año Fonseca, nacido en Costa Rica pero de raíces nicaragüenses, había noqueado al pinolero en el quinto asalto en una velada organizada en San Salvador, la diferencia un año después es que el joven con mucho ímpetu de 26 años ha evolucionado aún más, mientras que a Lanzas la curva del decaimiento le ha caído encima con 32 años. Pierde sus últimas seis peleas, siendo noqueado en cinco de ellas. Fonseca sumó su triunfo 23 con 16 nocauts, mientras Lanzas a sus 17 victorias le agregó su derrota 14.
Cuando Lanzas se desplomó en el ring, los aficionados presentes en el Gimnasio Nicarao suspiraron, no tanto por la excelente ejecución del golpe, sino por el desplome del derrotado. Los fanáticos llevaron sus manos a la boca, preguntándose si Lanzas se reincorporaría, parecía inconsciente, no movía sus músculos, el médico oficial subió de inmediato y tras tres minutos de observación Lanzas empezó a mover sus piernas y cinco minutos después estaba nuevamente en pie. No sabía donde estaba. Seguramente se dio cuenta que el boxeo a diferencia de otros deportes no es un juego a tomarse a la ligera. Habrá que replantearse su carrera después de perder 12 de sus últimos 19 combates.