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Fernando Bárcenas es radical y marxista. La rebelión cívica que vive Nicaragua desde abril pasado la ve como “una guerra desigual”, la iniciativa de “los picos rojos” le parece “ridícula”, desestima el papel de la Iglesia en el diálogo y considera que en lugar de uniones de sectores se debería formar “una junta de gobierno” que le dispute desde ya la representación oficial de Nicaragua a Daniel Ortega en los foros internacionales.
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Bárcenas analiza la situación política desde la teoría marxista que ha estudiado desde que tenía 17 años. Este conocimiento le ha permitido, según él, criticar cualquier planteamiento político. De modo que constantemente durante la entrevista cita la rendición de Japón con Estados Unidos para explicar una negociación, o habla sobre los estudiantes franceses de mayo de 1968 para explicar una verdadera revolución.
En esta entrevista Bárcenas explica que Ortega ha controlado todo a nivel nacional, sin embargo ha perdido dos de sus aliados más fuertes: los empresarios y Estados Unidos. El único pilar que lo sostiene es el Ejército. Es por eso que el marxista cree que el diálogo que debería buscarse es precisamente con las fuerzas armadas. Esta es una versión distinta, y radical, de la crisis.
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¿En qué situación política estamos?
El país ha sido derrotado por Ortega a nivel nacional. La correlación de fuerzas es tal, que no hay capacidad de salir a las calles. Ni de tirar globos porque se echa presa hasta a doña Coquito. Se perdieron los combatientes que están presos o en Costa Rica. A nivel nacional estamos desintegrados, destruidos, sufriendo. No se ha podido organizar ni siquiera un comité de familiares de los presos políticos para garantizarles alimentos, atención médica y asesoría legal.
¿Quiere decir que se impuso Daniel Ortega?
Estratégicamente Ortega está perdido. Pero tácticamente ha ganado. Porque se enfrentó a un pueblo sin dirección. El pueblo decía que era autoconvocado y así no se puede enfrentar a una dictadura que es lo más centralizado que hay. Lo fundamental cuando uno analiza una guerra son los estrategas. Y aquí se cree que no tener líderes es una ventaja.
¿Usted cree que se debió plantear de otra forma esta lucha?
La gente empezó a decir que esta era una lucha pacífica. Porque le gustaba decir que era pacífica. ¿Por qué la lucha del 79 no fue pacífica y esta sí? Yo no creo que esta haya sido una lucha pacífica. Porque le dijeron a los muchachos que hicieran trincheras, que son mecanismos de defensa, que no son pacíficas. Después vinieron las piedras, los morteros, bombas artesanales, algunas armas. Lo que pasa es que ha sido tecnológicamente desigual.
¿Usted cree que esto fue una guerra?
Sí, fue una guerra desigual. Por ejemplo, de este lado tal vez podían conseguir una pistolita, mientras los paramilitares utilizaban Dragunov y RPG. Utilizaban camionetas Hilux donde se desplazaban a toda velocidad, mientras por el otro lado los muchachos se quedaban estáticos en una barricada, con armamento débil. Hicieron una guerra débil y estática. El débil no puede hacer una guerra de posiciones.
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¿Después de la barrida de los tranques, cómo quedó la correlación de fuerzas?
La fuerza que había internamente quedó reducida al ridículo. De este lado se perdieron las manifestaciones y se empezaron a tirar chimbombas. Eso es una acción de niños. Y el colmo de la vergüenza y del ridículo es la iniciativa de pintarse los labios de rojo. Ya eso significa que de este lado no hay nadie que sepa algo de la lucha. ¿Los orteguistas se van a correr al ver los labios rojos? Eso, después de tantos muertos, da rabia.
¿De qué forma debería seguir la lucha?
Desgraciadamente, a mí me parece que deberían tratar de encontrar a los luchadores que están en Costa Rica, que hay un montón de gente radicalizada, que desea venir a Nicaragua, pero con otros métodos de lucha. Hay por todos lados gente que desea incorporarse a métodos de lucha distintos. Es necesario organizar una forma de trabajo clandestina. A estos pobres muchachos los persiguieron con técnicas policíacas, sin tener ellos noción del clandestinaje. No saben luchar contra una dictadura. Les agarraban toda la información en su celular. Por inexperiencia se vendió a toda la organización que se formó de manera espontánea.
¿La presión internacional es la única que queda?
No. Queda esta generación de jóvenes que peleó en Monimbó, en Jinotega, pero necesita manejar técnicas de clandestinaje, como lo hizo el Frente Sandinista contra la dictadura de Somoza. Esa gente se puede incorporar a otras técnicas de lucha distintas a esta forma de lucha que hubo, que decían que era pacífica, y no era pacífica.
¿Qué tipo de acciones deberían implementarse?
Se deben cambiar las acciones y buscar que este movimiento sea reconocido a nivel internacional, que haga a un lado a los picos rojos, y que sobre esto se forme una propaganda. Lo que debe haber es un periódico, donde a diario se esté dando su versión y posición de lucha. Esto para que la población tenga la posición oficial de este grupo y no los chismes que dice uno y otro en las redes sociales. Lo otro es conminar a los empresarios a que existe otra salida que no incluye a Ortega.
¿Qué ha pasado con los empresarios?
A mí me parece que los empresarios han estado negociando de forma individual. A través de concesiones en Aduana o en la Dirección General de Ingresos. Hoy por hoy creo que han negociado todos de esa forma. Porque los empresarios no son de confiarse, y en la medida que se llegue a una negociación con esta Unidad, estoy seguro que el gran capital va a presionar para concederle cuotas de poder a Ortega, y quizás que esto pueda generar que el régimen de Ortega sea aceptado a nivel internacional.
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¿Qué le parece la UNAB?
Es lo peor que se le pudo haber ocurrido a alguien. Porque es la unión de un montón de tradicionales que han dicho que todo lo tienen que decidir por consenso. En la guerra no hay nada que se decide por consenso. En las empresas más chiquitas hay gerentes que toman decisiones. Porque cuando todo se decide por consenso, no se hace nada. Y eso lo hemos visto, desde que se formó la UNAB ya no ocurrió nada. Eso era previsible. Se sabía que serían incapaces de hacer la menor cosa.
¿Qué propone en lugar de la UNAB?
Lo que yo propuse fue que en vez de esta unidad amorfa se haga una junta de gobierno provisional. Porque una junta de gobierno provisional tiende en convertirse en una fuerza beligerante. Aquí actualmente hay un 30 por ciento que dice que es orteguista, frente a un 67 por ciento que dice que no tiene partido. Lo que hay que conseguir es que ese 67 por ciento se sienta parte de esta junta de gobierno, que cuando se convierta en una fuerza beligerante, reconocida a nivel internacional, tenga la capacidad de negociar con otras fuerzas como el Ejército.
¿Es posible esto?
Claro. Ahorita no hubiera sido igual que Léster Alemán fuera a la ONU y a la OEA, platicara con Almagro, a nivel personal, que esté como representante de una junta de gobierno provisional. De esa forma es que se le va creando la figura.
¿Cómo funcionaría?
Cuando existen dos fuerzas de ese nivel en un país, la comunidad internacional reconoce a la otra alternativa que ofrece el mejor futuro como fuerza beligerante. En este caso sería a la junta de gobierno que se formaría en lugar de esta UNAB. No solo debe interesar sacar a Ortega de la OEA y que le apliquen la carta democrática, sino que debería interesar que a esta junta de gobierno se le reconociera como a una fuerza emergente que va a garantizar el orden en el país.
¿Pero no le parece que la UNAB fue creada con el mismo objetivo de la UNO de 1990?
No, porque no es electoral. La UNO fue puramente electoral. Esto se formó distinto. Ante el desorden que había de los distintos movimientos de muchachos y autoconvocados, los viejos políticos tradicionales empezaron a presionar porque se creara una unidad. Y ahora lo que se ve es que hablan los mismos individuos de siempre: José Pallais, Violeta Granera, Moisés Hassan, que no han sido capaces de mover un ciudadano, a nombre de estas movilizaciones de millones de personas. Después de que todos los chavalos se fueron al exilio o están presos, los políticos tradicionales se tomaron el mandado. Y se perdió el lenguaje revolucionario.
¿Usted cree que debería haber diálogo?
El diálogo con Ortega no debería interesar más. Porque Ortega es una figura de descarte. Mientras Ortega se convierta en una figura dialogante, la dictadura va a sobrevivir aunque sea un pedazo de ella. Mientras Ortega sea dialogante va a pedir amnistía y formas de organizar elecciones. Aquí vemos que le hacen cartas a Ortega pidiéndole diálogo, pero el diálogo que se debería buscar es con el Ejército.
El diálogo con Ortega no debería interesar más. Porque Ortega es una figura de descarte. Mientras Ortega se convierta en una figura dialogante, la dictadura va a sobrevivir aunque sea un pedazo de ella. Mientras Ortega sea dialogante va a pedir amnistía y formas de organizar elecciones. Aquí vemos que le hacen cartas a Ortega pidiéndole diálogo, pero el diálogo que se debería buscar es con el Ejército”.
Fernando Bárcenas,
analista político
¿Cómo se explica esto?
El modelo orteguista tenía tres pilares: los empresarios, Estados Unidos y el Ejército. Los tres crearon este modelo. Ortega perdió a los empresarios y ha perdido el pilar estratégico más importante que es el de los norteamericanos. Ellos están interesados en poner otro modelo. Lo único que le queda es el Ejército, pero este pilar no es tan fuerte porque es susceptible a un chasquido de los norteamericanos. Aquí cae Ortega y los militares pudieran sobrevivir. Si yo fuera jefe del Ejército estaría pensando que este modelo ya no es viable y le estaría tocando la puerta para que deje el poder.
¿Qué opinión tiene del diálogo anterior?
Es que no hubo diálogo. Lo que hubo fue un montón de tontos que empezaron a decir que esto era una dictadura, que los Ortega Murillo son asesinos. Cosas que ya sabíamos pero no hubo negociación. El único hombre que planteó un diálogo fue Ortega, cuando dijo que liberaran el paso del transporte centroamericano. La comisión de derechos humanos le dio la razón a Ortega y le planteó el problema a la Alianza. Sin embargo, la Alianza dijo que no mandaban en los tranques. Ahí, inmediatamente le hubiera dicho que se levantaran de la silla y que trajeran al que tuviera control de lo que estaba pasando.
¿Qué errores hubo?
La Iglesia se equivocó al nombrar a los miembros de la Alianza porque llamaron a un montón de representantes, a los cuales no los sigue nadie. El único que tenía gente era Medardo Mairena. De ahí había gente que no estaba en ninguna lucha, en ninguna barricada ¿a nombre de qué va a negociar? Ninguno tenía experiencia negociadora. Entonces, lo que dijo Ortega fue que la negociación no servía, y tiene razón. También dijo que la negociación se hizo en la televisión y así no se hace, y tiene razón. Ortega planteó lo de los tranques y no le respondieron, y tiene razón. Eso que pasó en el diálogo le sirvió a Ortega para decir que no volvería a repetir esa payasada. No digo que Ortega hizo las cosas bien, sino que de este lado no hubo nadie con poder real.
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¿Se perdió la etapa de negociar?
Actualmente la negociación no la tenemos y es absurdo pedirle eso a Ortega. Lo que ahora se tiene que hacer es aprovechar el espacio internacional para recuperar la lucha. Pero si seguimos en el ámbito de los picos rojos, y si no se da una lucha distinta, Ortega va a formar un diálogo con los picos rojos. En ese diálogo Ortega conseguiría permanecer en el poder y posiblemente se revertiría su mala imagen internacional. La salida de Ortega es con los picos rojos. Porque si no se forma un grupo claro de cómo debe seguir la lucha, esto se va a perder.
¿Cuál es su opinión acerca del papel de la Iglesia?
La Iglesia no tenía nada que hacer en el diálogo. No tiene ni la menor idea de cómo se forma un diálogo ni los procedimientos. Pero eso sí, la Iglesia estuvo excelente cuando apoyó a los ciudadanos brutalmente heridos. Cuando evitó las masacres de Masaya y Diriamba. Los ataques que sufrió la Iglesia dañan profundamente a Ortega. Estos ataques contra monseñor Báez es otra estupidez.
¿A qué se debe esta campaña contra la Iglesia?
Lo que le duele al dictador es que la Iglesia se le haya volteado y haya estado al lado de las víctimas. Esa es una conquista histórica. Ortega ataca a la Iglesia, no porque no quiera que esté en el diálogo, sino porque la Iglesia le dificultaba la masacre. Lo peligroso es que en esta locura que están alentando y la falta de control que hay, pueden hacer que uno de estos tipos se vuele a uno de los curas. Un desgraciado de estos puede creer que sea genial matar a un cura. Eso sería una estupidez para la pareja Ortega Murillo. Pero lo están alentando a un nivel que es peligroso. Y la gente se identifica con los curas porque los han visto en sus comunidades tocando las campanas, abriendo las puertas, teniendo los centros de salud adentro, tratando de darles un resguardo. El Gobierno quiere evitar que los curas puedan desempeñar ese papel.
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Plano personal
Es ingeniero eléctrico de profesión porque dice que le ha permitido ganarse la vida. Aunque asegura que su pasión es la política.
Desde los 17 años ha sido un estudioso de la política marxista. Es por eso que todos sus puntos de vista son basados en esa teoría.
Bárcenas dice que su formación intelectual es política y no politiquera.
Es un crítico de analistas políticos de Nicaragua e incluso miembros de la Academia de Estados Unidos.
Cuando era joven trabajó como albañil, mientras estudiaba Ingeniería Eléctrica.
Se considera un político revolucionario.
En sus artículos de opinión se firma como ingeniero eléctrico y es una fuente de los periódicos para analizar temas sobre energía.