Un reciente estudio intentó dilucidar hasta qué punto se puede aceptar que el trabajo daña a las personas. Según las conclusiones publicadas en la sección Buena Vida de El País, no es el exceso de trabajo lo que te consume, sino la forma en la que se afronta mentalmente. Se suele afirmar que un trabajador sano es aquel que sueña con esquiar mientras está en la oficina. El adicto al trabajo es el que, mientras esquía, piensa en la cosas pendientes que tiene en la oficina. “En este tipo de adicción nos encontramos el agravante de que socialmente se aplaude que uno se involucre mucho en su trabajo. El problema es cuando del compromiso saludable con su profesión se pasa a una obsesión por hacer más y más. Y no siempre hablamos de empleados explotados, muchas veces se trata de profesionales de éxito. Esto favorece a que esa situación se prolongue en el tiempo sin que su entorno sea consciente del problema”, explica la psicóloga Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen.
¿Se puede volver adicto al trabajo?
No es el exceso de trabajo lo que te consume, sino la forma en la que se afronta mentalmente.