El sociólogo y disidente del partido sandinista, Óscar René Vargas, aseguró que la división de los sectores opositores es una de las principales fortalezas del régimen Daniel Ortega.
“El régimen no puede sobrevivir si no es dividiendo, debilitando, desmoralizando y aplastando a los movimientos sociales. Por eso tenemos razones suficientes para derrocar, expulsar y remplazar a la nomenclatura orteguista corrompida hasta los huesos”, manifestó el sociólogo, en un balance del escenario político de Nicaragua publicado este lunes.
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La reflexión de Vargas llega en un momento en que se han hecho evidentes las diferencias de criterio entre los grupos opositores, lo que se percibe como división entre los sectores que se oponen a Ortega.
Más presión interna
Vargas reiteró que “el reto de los movimientos sociales es presionar para que todos los sectores sociales y los poderes fácticos quieran derrotar la dictadura Ortega-Murillo”.
“Él (Ortega) puede todavía seguir ordenando reprimir y asesinar; pero no puede detener la protesta social, ni el repudio generalizado, ni su caída”, expresó Vargas.
Protesta se mantiene
Los grupos opositores: universitarios, feministas, ciudadanos autoconvocados han mantenido viva las protestas contra el régimen de Daniel Ortega, pese a la represión policial, las detenciones ilegales, las agresiones y las amenazas de muerte de los simpatizantes de Ortega.
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El sociólogo señaló que el mayor error de la dictadura Ortega-Murillo “es creer que, con las mentiras, las torturas, los secuestros, las ejecuciones extrajudiciales y los asesinatos podrán mantenerse en el poder hasta el 2021”.
“Ortega-Murillo han perpetrado los crímenes más atroces de la historia de Nicaragua. Ortega decidió que la violencia es el factor principal para mantenerse en el poder. La filosofía política fue transformada en una especie de filosofía policíaca.”, dijo Vargas.
Crisis en Nicaragua
El país vive en crisis desde el 18 de abril de 2018, cuando comenzó la represión policial y paramilitar contra las protestas civiles, que demandan la salida de Ortega del poder.
Más de 326 personas han muerto por la represión, según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).