A juicio de los analistas políticos, Eliseo Núñez y Gabriel Álvarez, las intenciones del dictador Daniel Ortega, son aniquilar políticamente a la organización opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, por su firmeza en el diálogo nacional.
“Definitivamente Daniel Ortega pretende no solo aniquilar a la Alianza Cívica sino también a la Unidad Nacional Azul y Blanco porque son los dos polos opositores que tienen referencia y que han sido firmes ante Ortega con las demandas que la población pide como son libertad, justicia y democracia”, asegura Núñez.
Para el analista opositor, Ortega apuesta a desaparecer a ambas organizaciones para buscar otros interlocutores “que actúen y piensen al ritmo de sus intereses y estrategias políticas”.
“Ortega apuesta destruir la capacidad política de coordinación de la Alianza Cívica y la UNAB porque a él no le parece que estas organizaciones tengan sus propios criterios y sobre todo porque le exigen la democratización de Nicaragua. Entonces, para Ortega, ambas organizaciones le son incómodas”, señala Núñez.
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Deslegitimar a la Alianza Cívica
La Alianza Cívica y la delegación del régimen habían iniciado la mesa de negociaciones en febrero donde se alcanzaron acuerdos importantes que el régimen incumplió. Solamente el acuerdo de liberación de los presos políticos el régimen cumplió a medias, ya que más de 100 presos políticos continúan en las cárceles, mientras incumplió por completo el acuerdo de restituir el derecho a la libre movilización. El 22 de mayo, la Alianza Cívica, anunció suspender las negociaciones por la falta de voluntad política de Ortega de cumplir los acuerdos suscritos en la mesa.
“Precisamente es lo que Ortega pretende, aniquilar a la Alianza Cívica y el diálogo con ella y hacer crecer en las redes sociales que la Alianza y la UNAB no tienen legitimidad. Además, Ortega tiene a gente pagada en las redes para hacer ese trabajo y desprestigiar a la organización que ha sido coherente en la mesa de negociaciones”, apuntó Núñez.
Ortega lleva nuevamente al país al conflicto
El analista también aseguró que la falta de voluntad de Ortega de buscar el consenso para una pronta salida a la crisis que atraviesa Nicaragua desde abril de 2018, el caudillo, conduce nuevamente al país al conflicto.
“La negativa de Ortega de reabrirse al diálogo con voluntad y honestidad está condenando al país de nuevo al conflicto, lo que traducirá en una nueva explosión social y Ortega va estar menos desprevenido que la vez pasada y estará listo, no para matar 500 personas, sino más, que es lo único que sabe hacer: matar y reprimir”, auguró el político opositor.
Pretende aniquilar diálogo con la Alianza Cívica
El constitucionalista y analista político, Gabriel Álvarez, también coincide con Núñez sobre los planes del dictador de aniquilar a su contraparte en el diálogo y buscar otras vías de negociación, como “los partidos zancudos”.
“Ortega pretende aniquilar el diálogo con la Alianza Cívica, por lo menos temporalmente. Provisionalmente pretende hacer una suerte de resurrección con la Asamblea Nacional, un cadáver político que es un pegoste mal pintado en una pared, ya que no goza de ninguna legitimidad ni credibilidad ante la población ya que no legisla de manera independiente ni controla al gobierno. Es una institución sometida a los designios de Ortega, pero tampoco tiene ninguna representatividad política, porque es producto de fraudes electorales”, señaló Álvarez.
El constitucionalista sostiene que Ortega no soportó interlocutores que tengan criterios y le demandan cambios democráticos, por lo que sostiene que el dictador pretende destruir a la Alianza Cívica.
“Ortega pretende desaparecer a la Alianza Cívica porque ha tenido visión, autonomía y ha tomado posición y compromiso con las aspiraciones del país en cuanto a las reformas electorales y constitucionales, y unas elecciones verdaderamente democráticas”, aseguró Álvarez.
Para el analista, aunque Ortega pretenda matar el diálogo y desaparecer políticamente a la Alianza Cívica para empujar acuerdos, reformas y pactos con los partidos zancudos. “¿Cómo va ser para demostrar ante la comunidad internacional la transparencia de esos acuerdos, cuando está más que demostrado que el Parlamento funciona a la voluntad de Ortega”?, se preguntó Alvárez.
Ambos analistas coinciden también que mientras Ortega empuja al país al conflicto y se queda al margen de las demandas de la población y de la misma comunidad internacional, el dictador empuja al país a más pobreza, menos inversión y la división de la población por el discurso de descalificación y odio del régimen.