Ocho meses después de haber perdido su corona Cristofer González regresaba con un nuevo look, no solo en lo físico sino también en lo boxístico. Su colita elevada en su cabello con decoloración era el nuevo rostro, el de la resurrección y, sobre el ring, despertó al Látigo dormido.
El excampeón hizo una presentación soberbia ante un exigente y rebelde oponente como lo fue Eliecer “el Huracán” Quezada. Más allá del nocaut técnico, en el cual hubo precipitación del réferi Onofre Ramírez a pesar que la pelea ya se estaba desequilibrando a favor del González, el otrora rey de las 112 libras reflejó resistencia, constancia en su golpeo, buena capacidad de asimilación y para nada desesperación, todos los ingredientes que se le pedían al muchacho que impactó noqueando hace un año a Daigo Higa.
La primera pelea entre González y Quezada fue la pelea del año en 2017: terminó en decisión dividida para el exmonarca, pero pocos imaginaron que se repetiría la carnicería sobre el ring dos años después.
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“Solo hice mi trabajo. Muchos de sus golpes los detenía con mis manos y por eso evitaba el daño”, mencionó González. “El plan fue golpearlo fuerte y ya estaba hinchado. Nuestro trabajo era pausado, mira lo que pasó el viernes con Alexander Espinoza al ser sorprendido y noqueado. No pega pero un golpe de suerte puede ocurrir. No tenía prisa del nocaut”, agregó.
En el primer asalto González tomó el ritmo de las acciones. Quezada, frío sin responder, era absorbido por la pegada del oponente. Daba la impresión que todo terminaría rápido, el castigo para el Huracán no era solo al rostro, sino que iba colocando granadas en los bajos. A simple vista parecía que todo estaba consumado.
No obstante, Quezada tenía más que dar. Comenzó a exigir y ripostar golpe por golpe en el segundo y tercer asalto, los cuales los terminó ganando. Aprovechó la pelea en corto y su velocidad en las combinaciones para probar el aguante de González. La mayoría de fanáticos estaban en pie, impactados por el combate. Bocas abiertas, miradas fijas y comer uñas era el menú principal en el Gimnasio Nicarao que estaba casi a toda su capacidad.
En el cuarto González niveló el combate y continuaba el tú por tú. Realmente parecían dos autómatas que su único fin era la destrucción. Se peleó en todas las esquinas del cuadrilátero y si hubo un golpe que le entró toda la noche al Látigo fue la izquierda en cruzado de Quezada.
En el sexto asalto se bajó un poco la intensidad. Ambos recobraron fuerzas, pero el desgaste era más evidente en Quezada, que ya le costaba más responderle al excampeón.
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En el séptimo el Huracán se quejó de un cabezazo y Onofre Ramírez lo interpretó como una excusa, sumado a lo castigado que se veía decidió detener las acciones. Cristofer mostró su nuevo look, tanto físico como boxístico, ese que parecía un volcán, pero que había perdido su actividad sísmica.
“Eran ocho meses de inactividad y no es algo fácil de superar, estuvimos sin guantear mucho tiempo y cuando hubo el aviso de pelea empezamos a guantear. Tenia ocho meses de no marcar 112 pero demostré la disciplina al dar menos en la báscula. Yo estoy preparado para volver a ser campeón. El lunes regreso al gimnasio”, comentó el excampeón.
“Si Charlie Edward ve esto le digo que sea más varón (hombre) y acepte la revancha ya que estaba en el contrato y espero que salga victorioso en su siguiente pelea contra Julio César Martínez porque sino se nos atrasarían los planes”, apuntó González.
Otros resultados
El excampeón Byron “el Gallito” Rojas venció por decisión unánime a Eliezer Gazo, en un combate que le costó en un principio al Gallito, pero que giró las acciones en la segunda parte de la pelea.
Jerson Ortiz noqueó en el quinto asalto a José Cordero y el prospecto Winston Guerrero derrotó a Wilmer Blass, en una presentación que pasó de noche para Guerrero.
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