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Las lecciones del caso Xavier Mojica

El caso Xavier Mojica parece sacado de una de esas series o películas de crimen que tanto abundan ahora. Otra vez la realidad superando la imaginación

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Xavier Mojica

El caso Xavier Mojica parece sacado de una de esas series o películas de crimen que tanto abundan ahora. Otra vez la realidad superando la imaginación. Un muchacho que viene de su escuela, lo secuestra una patrulla paramilitar y lo tira a un foso oscuro y aislado durante 303 días. Lo interrogan y lo torturan sin razón aparente. Es un hacer daño por hacer daño. Porque están programados para eso. Al final sienten que puede sacarles unos pesos a los padres, y deciden dejarlo vivir después de pagar un rescate. Pero, el muchacho sale y no tiene con quién quejarse porque la misma Policía está involucrada en su crimen. Tiene que huir de su país. Le desgracian la vida. Sí, puede ser el guión de una serie de narcos o maras. Pero esto no es ficción.

Política

La primera lección que nos deja el caso Xavier Mojica, es que mantenerse al margen de la política no nos mantiene a salvo de ella. No es que Mojica no tuviese opinión. La tenía. Solo trataba de no involucrarse en nada para no tener problemas. Pero, desgraciadamente, la política gobierna nuestras vidas. Y hemos dejado la política a cargo de la gente de la peor calaña. Todos los días la sufrimos. Con los impuestos, los salarios, los abusos, el trafico, la salud y la educación. Todo tiene que ver con política. Y a veces, como en el caso Mojica, la política nos encuentra de una forma brutal. La lección es que nadie está a salvo de la política solo por no meterse en ella.

Naturaleza humana

¿Cómo se explica la saña contra este muchacho que no le hacía daño a nadie? Ni siquiera representaba un peligro para ellos y su poder, por decirlo así, como aquellos que decidieron ser libres y protestaban ya sea en un tranque o con una bandera azul y blanco en sus manos. ¿Qué ganaban con torturar a este muchacho? Por su propio testimonio se sabe que ni siquiera era capaz de soltarle un insulto o un reclamo cuando lo estaban pateando. Totalmente inofensivo. Y ahí es donde vemos emerger lo peor de la naturaleza humana. Los monstruos.

Crimen organizado

Otra de las lecciones, y tal vez la más grave del caso, es que se convierte en un botón de muestra del rumbo que podrían tomar estos grupos paramilitares que ha creado Daniel Ortega. El caso Xavier Mojica es un crimen cometido por grupos organizados con motivaciones políticas que degeneró en un delito de secuestro por razones extorsivas. O sea, son muy frágiles las compuertas que separan esta organización criminal de Daniel Ortega de una al estilo cartel de Sinaloa, para poner un ejemplo. El paramilitarismo les ha dado a estos grupos la organización, el entrenamiento, la falta de escrúpulos, las armas y las conexiones con el poder. El secuestro, la lucha por territorios, el sicariato y el narcotráfico parecen ser la evolución natural que tendrían si no se hace nada ahora.

Complicidad

El caso también muestra la complicidad que hubo entre el Estado y estos grupos criminales. Todo apunta que la primera cárcel en la que estuvo Mojica fue El Chipote, una cárcel oficial de la Policía. Si estuvo ahí, ¿por qué no hay registro? ¿Cómo es que terminó en otras cárceles clandestinas? ¿Y cómo es que salen pidiendo rescate para entregarlo vivo? ¿Por qué no hay investigación? ¿Cuáles son las líneas que separan a los delincuentes de la autoridad? ¿O a caso ya no queda ninguna?

Prueba viva

Si el muchacho ha tenido que salir abruptamente del país tras ser liberado, y ha vivido seis meses escondido es porque aquí en Nicaragua no tenía protección alguna. ¿Cómo iba a ir a poner una denuncia a una estación policial si temía que se la recibiera el mismo encapuchado que lo torturaba hace unos días en las mazmorras donde lo tenían? Huyó porque más bien temía que el Estado decidiera borrar las huellas de este crimen cuya principal prueba es él mismo.

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