CONTENIDO EXCLUSIVO.
Las cenizas de la sala de redacción de LA PRENSA aun estaban tibias, después que la dinastía Somoza la atacara con la aviación y tanquetas el 11 de junio de 1979, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional comenzó a tratar de destruir al periódico.
Las 58 semanas de embargo al papel y la materia prima del diario, que desde 2018 aplica la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, son viejas tácticas de asfixia y censura que LA PRENSA, viene sufriendo del sandinismo desde que estos llegaron al poder a sangre y fuego en julio de 1979.
Un episodio que relata la turbulenta y antigua ambición del Frente por liquidar a LA PRENSA mediante el embargo de sus insumos, lo narra un fugaz colaborador del gobierno en 1981.
Querían embargar el papel de LA PRENSA
Leonel Poveda, un veterano de guerra del Ejército de Estados Unidos que luego combatió a la dictadura de Somoza, había sido delegado por el nuevo gobierno de Nicaragua en 1981 como director general de Aduanas.
Alejado de la vida política y metido por completo en la banca privada, Poveda relata brevemente que estaba en sus funciones a mediados de 1981, cuando recibió una llamada del comandante Tomás Borge Martínez para indicarle que bajo ninguna razón debía desaduanar un embarque de papel para el periódico.
“Fue una casualidad que don Carlos Holmann Thompson, directivo de LA PRENSA y amigo mío, estaba platicando en mi despacho con los documentos a mano para retirar sus insumos. Yo le contesté a Tomás Borge que no había razones para retener el papel. Le dije que aquí tenía a don Carlos y sobre mi escritorio la póliza cancelada, con sus documentos en regla”, relata Poveda.
Las llamadas de presión
“No era mentira. Yo había revisado los documentos y todo estaba en orden. Cuando le dije eso a Borge me aventó furioso el teléfono. Después me llamó Sergio Ramírez Mercado con el mismo cuento. Le dije lo mismo, que no había razones y que los documentos estaban en orden y debía entregar los insumos. También se enojó y me cortó la llamada”, relató Poveda.
Posteriormente, el funcionario fue removido del cargo por decisión de la Dirección Nacional de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, que lideraban los nueve comandantes del Frente Sandinista, y a los pocos meses después del incidente, fue apresado y condenado bajo acusaciones de traición y actividades contrarrevolucionarias.
Lea También: Deja Vu: así eran las turbas sandinistas en los años 80 y 90
Con la cuchilla al cuello desde 1979
“La Prensa está con la cuchilla al cuello. Hoy no la amenaza el tirano de turno: hoy es víctima de un sistema totalitario organizado a nivel universal que niega la libertad misma y teme, por tanto, la libre expresión: el comunismo, por medio del sandinismo, quiere silenciar o doblegar a La Prensa. Arrodillarla, quebrarla, dominarla. Y ha tejido una red de maniobras para lograr su propósito”, denunciaba en 1980 el Diario por medio de un escrito que no vio la luz pública porque la dictadura sandinista lo censuró.
Jaime Chamorro Cardenal, actual director de LA PRENSA, relató en su libro Frente a dos dictaduras, publicado en 1987 en San José, Costa Rica, que el embargo de papel fue apenas una de las medidas extremas adoptadas por el Frente Sandinista para tratar de destruir a LA PRENSA desde el propio inicio de la llamada Revolución Sandinista.
Lea Además: La historia de LA PRENSA: 93 años de lucha por la libertad
Infiltración de agentes orteguistas
“Desde el comienzo los sandinistas intentaron controlar la línea editorial e informativa de LA PRENSA infiltrando en estas ramas a periodistas adictos al marxismo-leninismo y luego, paulatinamente, al sindicato de trabajadores haciéndose con la directiva, cuyo control lograron. Pero, pese a tan astutas maniobras, no obtuvieron el éxito propuesto debido a la firme oposición de nuestro director don Pablo Antonio Cuadra y de la Junta Directiva integrada por su presidenta doña Violeta Barrios de Chamorro”, relata Chamorro.
En ese entonces, el nuevo régimen de Nicaragua quiso doblegar a LA PRENSA a una línea editorial sumisa, como no lo logró, infiltró al medio para socavarlo desde adentro y producto de ello nació El Nuevo Diario. Pero LA PRENSA siguió publicando y denunciando los abusos y el régimen militar recurrió a otras tácticas de asfixia.
Asedio de turbas
El asedio incluyó el uso de turbas para impedir la salida del periódico y atacar las instalaciones; hubo una toma de la Seguridad del Estado y la Policía Sandinista durante tres días para tratar de encontrar evidencias de actividades “contrarrevolucionarias” e involucrar a los directivos y periodistas en acciones delictivas.
Las casas de los directivos y periodistas eran asediadas por turbas y policías al servicio del régimen, sus insumos retenidos y cualquier apoyo o donación de papel o equipos a LA PRENSA era confiscado, luego su contenido era censurado y finalmente, en varias ocasiones, sacaron de circulación al periódico.
Puede interesarle: Crónica del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro
Confiscación de donaciones y bloqueo de ingresos
“Adoctrinados y entrenados en Cuba bajo la ideología y las consignas del marxismo-leninismo, los nueve comandantes sandinistas veían ya en una prensa libre e independiente un estorbo para sus planes políticos y su modelo totalitario”, dijo Chamorro.
“De fondos donados por el gobierno de Alemania Federal para las industrias destruidas o dañadas por la guerra, el régimen sandinista no le asignó nada a LA PRENSA, alegando que un periódico no es industria prioritaria”, relata Chamorro, quien cuenta que desde que LA PRENSA volvió a circular en agosto de 1979, empezaron a advertir de comportamientos y acciones de la dictadura, contrarias a la democracia.
Lea también: La histórica portada en blanco de LA PRENSA
Esas denuncias, y esas acciones, pronto se dirigieron contra LA PRENSA: El viernes 21 de noviembre de 1980 en el número 269 de La Gaceta, Diario Oficial, la Junta de Gobierno publicaba el decreto número 566 declarando “Mártir de las Libertades Públicas” a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, “pero paradójicamente, ya se habían desatado el asedio y hostigamiento a La Prensa, siendo el propio Pedro Joaquín la víctima al prohibirse la reproducción de sus escritos en LA PRENSA”.
Lea también: Jaime Chamorro Cardenal: “(Rosario) Murillo, LA PRENSA llegará a 100 años”
Leyes y decretos de censura
Recurriendo a decretos y leyes sin contrapeso, la dictadura instaló un sistema jurídico que dio respaldo legal a la censura contra los medios independientes y desde el Ministerio del Interior, crearon un sistema de represión contra LA PRENSA, que vio en la oficial Nelba Cecilia Blandón, Directora de Medios de Comunicación, a su principal operadora.
El Estado sandinista había promulgado, desde el 19 de julio de 1979 hasta finales de mayo de 1986, un total de 1,732 decretos y leyes de control, a un promedio de cinco decretos por semana.
“Esta súper abundancia de decretos-ley, a los que habría que sumar las reglamentaciones ejecutivas, las ordenanzas municipales y otros estatutos complementarios o supletorios, evidenciaban una vocación totalitaria”, narra Chamorro.
LA PRENSA que quería Daniel Ortega y Rosario Murillo
El director de LA PRENSA, recordó que en los primeros días menudearon los consejos y visitas amistosas de altos funcionarios del gobierno, con indicaciones al parecer diferentes.
“Incluso, por invitación suya, directivos, editores y redactores de LA PRENSA se reunieron en casa de Xavier Chamorro con Daniel Ortega Saavedra, quien llegó con su compañera Rosario Murillo, muy querida en LA PRENSA por haber sido secretaria de Pedro Joaquín durante 12 años con el objeto de ¡explicarnos cómo debía ser el periodismo revolucionario! Este despropósito sólo convenció, desde luego, a aquellos que ya llegaban convencidos”, relata.
Censura inició el 16 de agosto de 1979
El 16 de agosto de 1979, a menos de un mes del triunfo, la Junta de Gobierno emitió la Ley General sobre los Medios de Comunicación, en la cual se condicionaba ya la libertad de información “dentro de un real ejercicio de la responsabilidad social”.
Se pedía a los medios “ofrecer noticias veraces dentro de un contexto coherente, actuar como reflejo correcto de los grupos sociales y valorar y potenciar los objetivos comunes de la comunidad colectiva”.
Un mes después, el 22 de setiembre, se reglamenta esta ley, estipulando en su artículo 42 lo que constituyen las infracciones y faculta al Coordinador General de la División de Medios de Comunicaciones el poder “ordenar la suspensión de cualquier tipo de publicaciones, proyecciones o transmisiones en los casos contemplados en el artículo 3 de la Ley de Medios que señala 9 incisos sobre materia en que se comete delito”.
Lea Además: Aduana retiene tinta y papel al Grupo Editorial LA PRENSA
Comenzaron las suspensiones de circulación
Este reglamento lo suscribió y firmó el Ministro de Cultura, Ernesto Cardenal, y contemplaba las suspensiones de medios por 48 horas y suspensiones temporales o definitivas por reincidencia.
El Ministerio del Interior asumió las facultades y funciones del Coordinador General y nombró como directora de Medios de Comunicación a la teniente Nelba Cecilia Blandón, quien emitió las siguientes órdenes el 15 de marzo de 1982:
a) Quedan suspendidos todos los noticieros radiales, programas de opinión de partidos políticos y de cualquier otra organización.
b) Se establece que todas las emisoras del país deberán hermanarse con la “Voz de Nicaragua”, a las siguientes horas: 6 am., 12 md, 6 pm, 12 pm en que se transmitirá el noticiero “La Voz de la Defensa de la Patria”.
c) Se ordena a todos los medios hablados y escritos, presentar su programación o ediciones diarias, ante la Dirección de Medios de Comunicación, para que sean previamente revisadas por esta Dirección.
Puede Interesarle: LA PRENSA reduce su paginaje como medida de emergencia ante el abuso estatal
Ortega suspende los derechos constitucionales
Bajo ese sistema de censura, LA PRENSA navegó y resistió hasta que el 16 de octubre de 1985, el recién electo presidente Daniel Ortega, asistido por su Ministro de Justicia, Ernesto Castillo, promulgó por televisión un nuevo Estado de Suspensión de Derechos y Garantías contenidos en varios artículos del Estatuto Fundamental de la República.
Agresiones de este tipo determinaron que más de un 20 por ciento de trabajadores de La Prensa prefirieran exiliarse.
En una de las tantas agresiones con turbas a las instalaciones de LA PRENSA, se armó una balacera donde un fanático del régimen resultó herido.
Toma de las oficinas y robo de documentos
Eso sirvió de pretexto para la toma y ocupación militar de las oficinas por la Seguridad del Estado que duró tres días. Sin embargo, había otra razón: registrar los archivos de La Prensa y fotocopiarlos.
Las fotocopiadoras Xerox en uso que tenían un contador revelaron que en esos tres días los agentes sandinistas hicieron por lo menos dos mil fotocopias de documentos internos de LA PRENSA, que extrajeron rompiendo los escritorios de periodistas, editores y oficinas gerenciales.
Ataque a agencias distribuidoras
Las agresiones y el acoso se extendió contra la agencias distribuidoras en Managua y en todo el país. De 157 agencias departamentales, 31 dejaron de vender el periódico y LA PRENSA dejó de vender 5,324 ejemplares de un total circulante de 60,000 periódicos diarios.
A mediados de 1982 y parte de 1983 se le negaron a LA PRENSA las divisas suficientes para importar sus materias primas.
El Estado sandinista ejercía control absoluto sobre las divisas extranjeras y LA PRENSA subsistía por medio de préstamos en dólares pagaderos en córdobas y por algunas donaciones, en especial de la Empresa Privada de Venezuela, de Fundaciones alemanas como Friedrich Naumann y de organizaciones civiles de Estados Unidos, todas debidamente inscritas en el Banco Central de Nicaragua.
Promesas sin valor de Borge
“A finales de 1983, cuando se agotaron estas ayudas y debido al anuncio de que LA PRENSA tendría que cerrar, el Estado sandinista por medio del Ministro del Interior comandante Tomás Borge prometió suplir las divisas necesarias”, recuerda Chamorro.
Esta promesa se cumplió sólo en parte ya que, a pesar de haber hecho LA PRENSA los depósitos previos en córdobas, no pudo obtener los dólares respectivos a como lo había prometido Borge.
“Como consecuencia, no pudimos cancelar los créditos a algunos suplidores y ellos, a su vez, se negaron a enviarnos nuevos pedidos”, dijo Chamorro.
Niegan papel y prohíben publicidad a LA PRENSA
El último préstamo concedido por la National Endowment for Democracy a finales de 1984, cubrió las necesidades de 1985 de materias primas solamente, ya que el papel, de origen soviético, lo vendía el gobierno y lo restringía a únicamente 12 páginas de LA PRENSA.
De igual modo, la dictadura prohibió a todas las empresas estatales, embajadas y negocios con autorización para operar, no anunciarse en LA PRENSA, solo en El Nuevo Diario y Barricada, dos órganos oficialistas que recibían subsidios del régimen.
En 1985 LA PRENSA dejó de salir 10 veces por la censura y otro tanto por falta de recursos e insumos.
Censura en el último medio independiente
Del 10 de febrero de 1986 hasta el 7 de abril de 1986, la dictadura solamente autorizó publicar seis páginas de publicidad en LA PRENSA, que era para entonces, el único medio independiente de Nicaragua junto a radio Corporación, que se igual se encontraba sometida a censura y cierres.
Con frecuencia, la censura eliminaba hasta el 80 por ciento del contenido y el promedio de censura era del 50 por ciento de las notas redactadas el total de los editoriales eran sometidos a revisión y censura total.
Cierre definitivo de LA PRENSA
El 26 de junio de 1986, la dictadura sandinista cerró LA PRENSA de forma definitiva, con una carta de tres líneas firmada por Nelba Cecilia Blandón: “Por instrucciones superiores notifico a ustedes que a partir de la presente se cierra por tiempo indefinido el Diario La Prensa. Sin más que agregar, aprovecho ocasión para reiterarle mis consideraciones”.
La justificación era que LA PRENSA había publicado, aun con censura, que el presidente de Estados Unidos había apoyado ante el congreso la aprobación de 110 millones de dólares para apoyar a la Resistencia Nicaragüense: “Reagan gestionó hasta el final” se tituló.
El odio eterno de Ortega contra LA PRENSA
El 19 de julio de 1986, en el séptimo aniversario del triunfo de la revolución, Ortega pronunció un discurso que fue transmitido obligatoriamente por todas las radioemisoras y la televisión de Nicaragua, donde acusó a los dueños de LA PRENSA de ser “criminales” que merecían ser juzgados por “los tribunales anti-somocistas” y sentenciados a 30 años de prisión por “traición a la Patria”.
Para entonces LA PRENSA tenía 230 empleados. Para el 3 de marzo de 1987, solamente 53 trabajadores se mantenían en la planilla dando mantenimiento a los equipos, tratando de mantener en orden los documentos de gestiones y redactando notas que hacían llegar a otros medios en el exterior para burlar la censura en Nicaragua.
Después de 451 días de haber sido suspendida sin más explicaciones que por “órdenes superiores”, LA PRENSA volvería a salir el jueves primero de octubre de 1987 por presiones internacionales y en el marco del inicio de las conversaciones de paz que llevaron a la derrota del FSLN en 1990 y el fin de la primera dictadura de Daniel Ortega.
Puede Interesarle: Así imaginan los nicaragüenses la portada ideal de LA PRENSA