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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

¡Qué bochorno!

Su obsesivo antiyanquismo lo llevó también a recriminar el Tratado Chamorro Bryan, mucho menos oneroso para el país que su bochornosa entrega de soberanía a Wang Jing

Era la exclamación que hacía hace años el locutor nicaragüense Sucre Frech, cada vez que un equipo de beisbol hacía una pésima jugada. Es la misma que habría que aplicarle al reciente discurso de Ortega en ocasión de la entrega de credenciales diplomáticas. En realidad, la mayoría de sus discursos son peroratas deslucidas, donde va arrastrando trabajosamente las palabras tras pausas interminables, y donde exhibe sus faltas de conocimientos, agudeza y humor. Pero esta vez se “voló la cerca”.

Ante una audiencia, cuyas caras mostraban asombro y aburrimiento, no solo habló en forma despectiva e injuriosa de la Unión Europea (“títere de Estados Unidos y promotora de sangre”) a escasos metros de su embajador, sino que tachonó su discurso, en cámara lenta, con afirmaciones infundadas. Por ejemplo, afirmó que William Walker, quien desembarcó en Nicaragua en 1856, utilizó “ejércitos del sur norteamericano que peleaban con el norte”, cuando la guerra civil en dicho país se inició hasta 1861. También afirmó que el gobierno de Estados Unidos reconoció su presidencia. Lo que ocurrió, como explica el historiador Adolfo Díaz Lacayo (2010), fue que el embajador John H. Wheeler lo hizo inconsultamente en Nicaragua, cuando venía ya en camino la negativa del presidente Pierce, circunstancia que le costó su despido. Más tarde, el 7 de enero de 1858, el presidente Buchanan, en referencia a Walker, dijo: “Por más que se disfrace, su expedición militar es una invitación a los facinerosos temerarios a que se enrolen bajo la divisa de cualquier aventurero para robar, saquear y asesinar a los inocentes ciudadanos de los estados vecinos…”

Su obsesivo antiyanquismo lo llevó también a recriminar el Tratado Chamorro Bryan, mucho menos oneroso para el país que su bochornosa entrega de soberanía a Wang Jing. En el primero Nicaragua recibió tres millones de dólares, que representaban entonces un tercio de las exportaciones —lo que hoy equivaldría a casi dos mil millones de dólares—. De Jing no hemos recibido ni un dólar, pero se le regaló el derecho a quitarle a los campesinos millones de hectáreas, donde él dispusiera.

También afirmó que Estados Unidos ordenó a Somoza el asesinato de Sandino. Falso. Fue el estado mayor de la GN —como consta en actas— quien se lo exigió a un dubitativo Somoza, y fue el embajador Bliss Lane quien se opuso a que incluso lo arrestaran, como lo ilustran investigadores tan serios como Richard Millet y Knut Walter.

Lo más ridículo fue su nueva versión sobre el “golpe” de abril: que desde el 2007 había sido financiado y orquestado por Estados Unidos, con armas que desde entonces habían causado ya más de 450 muertes.

En fin, ¡que bochorno!, tener un presidente así.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

Columna del día Daniel Ortega Unión Europea

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