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Nació el 8 de noviembre de 1964, en Masatepe, Masaya. Según cuenta llegó al periodismo por “golpe de suerte” y huyendo de las matemáticas. Lleva en el oficio más de 25 años. Desde pequeño estuvo cerca de la carrera militar, vida que finalmente abandonó en 1986 luego de cumplir con su Servicio Militar obligatorio.
¿Cuál es su primer recuerdo?
Tendría unos tres años, ir a la playa con mi papá y mi mamá.
Su juguete favorito.
Los trompos.
¿Qué olor lo traslada a su infancia?
Los cafetales que recuerdo. El dueño era Anastasio Somoza García.
Si fuese capaz de cambiar algo en el mundo, ¿qué cambiaría?
A los dictadores.
¿En qué época le hubiese gustado vivir?
En los años en que se formuló la teoría de la relatividad.
¿Qué lo pone nervioso?
Dios, le temo mucho a Dios.
El último libro que leyó.
El Código Da Vinci, aunque no lo terminé.
Si no fuera periodista. ¿Qué sería?
Militar.
¿Qué quería ser de pequeño?
Aviador. Quería ver el mundo desde arriba.
¿Qué es lo más loco que ha hecho?
Llegar a ser periodista de televisión. Me daba mucha pena hablar.
¿Ha estado a punto de morir?
Sí. Tuve 150 combates en mi vida.
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¿Qué siente luego de dar tantos años al Servicio Militar?
Me sorprende todo esto. A nosotros nunca nos instruyeron en disparar a gente desarmada.
¿Sin qué invento no podría vivir?
Sin los libros.
¿Qué comida no puede rechazar?
Indio viejo.
¿Volverá a publicar reportajes de fenómenos paranormales?
Claro que sí. Esperemos que pase todo esto.