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Aunque no era estudiante, estuvo atrincherada en la UNAN-Managua durante las protestas de 2018 y logró salir viva del brutal ataque parapolicial. Le encanta bailar palo de mayo y comer quesillo. Es psicóloga, blufileña y actualmente se encuentra exiliada en Costa Rica.
¿Cómo se describe en tres adjetivos?
Inteligente, capaz y extremadamente amorosa. Creo que hay veces en las que me paso de amorosa.
¿Qué cambiaría en el mundo si tuviera ese poder?
La falta de empatía que tiene hoy en día la humanidad.
Si pudiera saber solo una cosa del futuro, ¿qué preguntaría?
¿Cuándo se va este hij… de (Daniel) Ortega del poder? (ríe).
Tres deseos
Libertad para Nicaragua, progreso para Latinoamérica y salud para poder ver y disfrutar eso.
¿Qué quería ser de adulta cuando era niña?
Presidente de Nicaragua (ríe).
¿A qué personaje, vivo o muerto, le gustaría conocer?
A doña Violeta Barrios, porque yo quería ser presidente de Nicaragua.
¿Qué es lo más loco que ha hecho?
Atrincherarme en la UNAN-Managua. Eso fue bastante impulsivo. Es lo más atrevido porque no solo arriesgué mi vida, sino mi futuro.
¿Ha estado a punto de morir?
Claro, estuve a punto de morir, principalmente el 13 de julio de 2018, cuando los paramilitares atacaron la UNAN-Managua.
¿Cree en Dios?
Sí, pero no tiene imagen para mí. Creo también en las energías y en algo superior y sobrenatural que no tiene explicaciones.
Un recuerdo triste
El sueño que tuve sobre la muerte de un amigo que se exilió junto conmigo. Él murió en el exilio y en el sueño me decía que eso fue un accidente.
Si supiera que mañana es su último día, ¿qué haría hoy?
Ser feliz. Me desconectaría de las noticias y todo, para ser feliz y agradecer todo lo que he vivido.