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formas de mortalidad, poetas, Carlos Gadel

El futuro que se nos vino encima

Un virus ha tenido el poder de provocar un cambio más radical en las maneras en que nos relacionamos y nos comportamos, que el causado por la revolución tecnológica basada en el paradigma digital.

Los pájaros de Alfred Hitchcock no terminan con un amanecer esplendoroso, ni los protagonistas, tras el terror del ataque sin sentido de las aves, despiertan a una vida feliz. Al contrario. Los pájaros siguen allí, aglomerados en los techos, en los tendidos eléctricos. Volverán a atacar.

Un buen símil para imaginar el futuro después del coronavirus, cuyo final comienza a avizorarse ya en algunos países, y se hacen planes para el retorno a la vida normal.

Habrá cambios fundamentales no solo en el sistema económico mundial, sino en las relaciones sociales. Saludarse estrechando las manos, los besos en la mejilla, pueden ser ya un asunto del pasado, porque la regla será la distancia social frente al peligro latente.

Un virus ha tenido el poder de provocar un cambio más radical en las maneras en que nos relacionamos y nos comportamos, que el causado por la revolución tecnológica basada en el paradigma digital.

¿Volveremos a sentarnos lado a lado en la sala de cine a oscuras con alguien que no conocemos? ¿Podemos imaginar un estadio lleno, o un concierto masivo? ¿Cómo funcionarán los bares, los restaurantes? ¿Tendremos confianza en las manos de quienes preparan la comida en la cocina que no vemos?

El turismo masivo, que ofrece paraísos a mano baratos. Abordar un avión, tal como está ocurriendo ya en China, se volverá un proceso de control sanitario tedioso. Los cruceros. Nunca antes habíamos visto barcos errantes que no pueden atracar en ningún puerto porque la peste los hace indeseables.

¿Volveremos a ver las aulas llenas de estudiantes, o reinará la enseñanza a distancia? El mall, verdadero parque de atracciones, y los Black Fridays, que llevan a la gente hasta el paroxismo, ¿serán orillados por los drones aterrizando en los patios de las casas acarreando prendas de vestir, alimentos? Libros. ¿Cuál será la suerte de las librerías?

La entidad Board of Innovation ha emitido un documento de previsiones para ese futuro a la vuelta de la esquina, llamado Hacia una economía de escaso contacto. La premisa es simple: “Hasta que haya una vacuna o inmunidad colectiva, el escenario base es un continuo aumento y disminución de interrupciones en la forma en que trabajaremos y viviremos durante los próximos dos años, lo que resultará en nuevos hábitos después”.

La medida del acercamiento, o del alejamiento, tendrá que ver con la seguridad pública, las políticas laborales, el control de las fronteras, la globalización. Y la democracia. El autoritarismo, y la demagogia, saben sacar sus uñas en las crisis.

Mucho parecerá provenir de novelas distópicas, donde los controles sociales contradicen los parámetros de libertad individual que cautelan las sociedades democráticas.

Te pueden detener en plena calle, no por portar un artefacto terrorista, sino porque tu temperatura no es la normal, según el termómetro del agente de policía. O en cuarentena, controlado en tu casa mediante un grillete, como el que se obliga a llevar a los prisioneros bajo fianza. Minority Report.

Pero la recesión que afectará a los países ricos como nunca desde el crack de 1929, tendrá efectos devastadores sobre las economías más débiles, y desordenadas, y donde las nuevas reglas de conducta social a distancia no serán fáciles de establecer, porque la realidad de la vida diaria las contradice. ¿Educación a distancia sin computadoras personales? ¿Trabajo en casa donde las ocupaciones informales obligan a la gente a salir a la calle en busca del sustento? ¿Distancia social, donde reina el hacinamiento?

El futuro, tan lejano, se nos vino encima.

El autor es escritor. San Isidro de la Cruz Verde, abril 2020

Columna del día coronavirus

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