La muerte le ganó la batalla a la exrea política Carolina, un mujer trans cuyo nombre de pila es Augusto Antonio Gutiérrez Mercado. Esta mañana sus familiares imploraban la ayuda de un médico para que valorara su estado de salud. No tenían recursos económicos y por eso insistían que un médico la llegara a ver a su casa de habitación en Diriamba, en donde dio su último suspiro a las seis de la tarde.
“Augusto ya no necesita médico. Augusto acaba de fallacer a las seis de la tarde, él acaba de morir. Ya no queremos médico, cuando lo buscamos ya era demasiado tarde para él”, afirmó su hermana Scarleth Díaz Mercado, vía telefónica.
Desde la mañana, Carolina estaba mal de salud, tenía anemia y estaba sin fuerzas, había perdido mucho peso. Pasaba acostada en su cama todo el día, a ratitos podía sentarse. Tenia inflamados los pies y lo único que deseaba era que un médico se apiadara de ella y fuera a a su casa a atenderla.
“Está bien mal. Ahorita lo que necesita es un médico. La gente ayuda con alimentos, pero lo que necesita es un médico”, contó esta mañana su hermana Scarleth Díaz Mercado, vía telefónica. Nació bajo el nombre de Augusto Antonio y decidió sumarse a la lucha cívica en abril de 2018 en Diriamba, municipio del departamento de Carazo.
Hace unas semanas estuvo unos días en el Hospital Manolo Morales. Ahí le diagnosticaron una anemia avanzada. “No tiene mucho de haber estado en el hospital Manolo Morales, le pusieron sangre, ahí estuvo unos cinco días y recayó”, agregó su hermana temprano.
Scarleth y su mamá, Noa Luz Mercado Parrales, pasaban al pie de su cama las veces que es necesario, rogando a Dios su pronta recuperación. “Se le da sopita de pollo, pero la devuelve (vomita). Él pasa todo el día en cama, ya no se puede parar. Se queja mucho, dice le duelen las costillas, también se cansa. Le duele mucho su cuerpo y la boca del estómago, sus pies los tiene inflamados”, aseguró la hermana.
De escasos recursos
Carolina, de 35 años de edad, fue excarcelada el 20 de mayo de 2019, luego de 10 meses en prisión. Estaba bajo la figura de convivencia familiar.
“Él vendía enchiladas, pero ahora no puede. Él ha recaído dos veces. Ya no quiere ir al hospital, lo que quiere es que un médico venga a verlo en la casa. Buscamos a un médico en Diriamba pero no quiso venir. Nosotros no tenemos recursos para pagar a un médico privado, por eso apelamos a la caridad de un médico”, contó Scarleth.
Por ahora, además de la sopa de pollo, requería leche vitaminada, la que para la familia no era fácil de conseguir por la falta de recursos. También necesitaban pampers, por lo que apelaban a la solidaridad de la gente. “Quizás la gente nos puede ayudar. También necesita vitaminas y hierro. Ayer, como a las cuatro de la mañana, lo miramos malito, volteba los ojos”, comentó en la mañana Scarleth.
Scarleth agregó que tenía fe que su hermano se recupería. “Solo Dios puede hacer la obra de que viva más tiempo. Nosotros tenemos fe”.