El domingo 4 de abril de 1993 marca un antes y un después en la historia turística de Ometepe. Ese día LA PRENSA publicó un suplemento turístico especial de 24 páginas a full color (muy inusual en aquel entonces) bajo el título con que la paradisíaca isla de volcanes gemelos quedaría bautizada: “Ometepe: un Oasis de Paz”.
Destacaba entonces, una cualidad sociopolítica de la Isla: de acuerdo con los récord policiales, era el lugar del país que tenía la menor tasa de delincuencia y asesinatos. El último asesinato registrado entonces había ocurrido en 1957 por un pleito de vecinos.
Durante las siguientes 3 décadas el turismo floreció exponencialmente en nuestro Oasis de Paz, un lugar que por su condición insular y por la cultura de paz, tradicional de sus ciudadanos, que no ha sido la norma en el resto del país, recibió el nombre y apellido: Oasis de Paz.
El turismo se perdió en Ometepe —y de hecho en todo el país— en un abrir y cerrar de ojos con la insurrección cívica de abril del 2018 y la brutal represión que desató la dictadura posteriormente, que nos pintó en rojo en el mapa mundial nuevamente, porque ya lo habíamos estado durante la década de los 80.
Y cuando el turismo, al menos nacional, venía levantando cabeza, vino la pandemia del coronavirus y de remate, dos años después de abril del 2018, la dictadura conmemoró la efemérides con una represión nunca antes vista en el pequeño y pacífico poblado de Esquipulas, municipio de Moyogalpa.
El que unos jóvenes enarbolaran la bandera azul y blanco sobre los postes del tendido eléctrico fue el chispazo que encendió la represión a balazos y bombas lacrimógenas y las protestas, que han dejado un saldo de un anciano grave con varias costillas quebradas, dos jóvenes heridos de bala y siete procesados acusados de siete delitos graves.
Ellos son: Amílcar Cerda Cruz, Juana Estela López Alemán, Edwin Javier Mora Cajina y Edman Jean Mora Ortiz, quien se encuentra fuertemente golpeado. También están procesados los heridos de bala Abel Mora Romero, Engel Joel López Mora y el anciano Emilio Rodríguez López. Todos están visiblemente golpeados, pero el peor es Edman, a quien le quitaron casi toda su dentadura a punta de golpes.
A Engel López le pegaron un balazo en el tobillo y fue trasladado por sus familiares en una panga expresa hasta el hospital de Rivas, hasta donde llegó la Policía, donde lo mantiene vigilado y lo esposaron a la camilla. Toda esta tragedia en el Oasis de Paz se hubiera evitado fácilmente si tan solo la Policía hubiera mostrado con un poco de tolerancia por la disensión y respeto por la cultura de la paz.
Libertad para los presos políticos.
El autor es periodista, exministro y exdiputado