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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

Será duro el camino

Tenía por eso razón el “funesto presagio” de El Economista, al predecir que los Ormu continuarán más allá del 2021

Amenos que la providencia de Dios disponga otra cosa, derrotar la tiranía de Ortega requerirá de mucho heroísmo; de hombres y mujeres dispuestos a sacrificar sus vidas y fortunas. Los Ortega Murillo no dejarán el poder a través de elecciones libres. Pensarlo es ser ingenuo. A la familia dominante le espanta la idea de quedarse sin los mecanismos de coerción necesarios para defender su seguridad y su inmensa fortuna. Por eso se aferrarán al poder con dientes y uñas. Para ellos su lema es: “El poder o la muerte”. Y su plan es dinástico: tendrán que ser miembros de su propia familia quienes aseguren su continuidad.

Tenía por eso razón el “funesto presagio” de El Economista, al predecir que los Ormu continuarán más allá del 2021.

Las rutas electorales suenan muy promisorias, pero son pura ilusión; cartas al niño Dios. Elecciones podrá haber, si acaso, pero serán con trucos suficientemente aceitados para evitar el triunfo opositor. Claro que esto aumentará las presiones y sanciones internacionales, pero los Ortega apostarán a que podrán resistirlas; como hicieron con el alzamiento del 2018, y como lo han hecho Castro y Maduro. Preferirán manejar un país en bancarrota, a punta de akas, que exponerse a los peligros de abandonar su búnker político-militar.

¿Qué le queda entonces a la oposición? Sencillamente preparar un plan B. El plan A es apostar a las elecciones. Y está bien que lo haga, pues es una lucha muy necesaria, capaz de despertar nuevos dinamismos y, sobre todo, contribuir a deslegitimar aún más al régimen. Pero no puede despertarse un día, en noviembre del 21, para descubrir que la han burlado. Debe anticiparlo y saber qué hacer. Para eso debe tener un plan B; la repuesta bien tejida de la sociedad civil, partidos y empresarios, al fraude o a la malevolencia política de los gobernantes.

Será un reto formidable. La resistencia cívica, no violenta, es la preferida por todos, pero tiene limitaciones probadas. Un levantamiento cívico, como el del 18 de abril, podría ser aplastado otra vez por la fuerza militar de la dictadura, ahora mayor y más preparada. ¿Entonces, qué métodos de resistencia alternativos podrán concebirse? Las respuestas no surgen fáciles. Una de ellas es perseverar en el uso de estrategias pacíficas más extremas y sacrificadas, a lo Gandhi. Otra es la vía, considerada tabú por muchos, de la insurrección armada. En cualquier caso, cualquier alternativa que se elija requerirá de una ciudadanía dispuesta a emprender acciones costosas, riesgosas e inclaudicables. A una familia cuyo lema es “poder o muerte”, solo la puede derrotar una ciudadanía cuyo lema sea “libertad o muerte”. Será alto el precio, pero preferible al de rendirse ante la tiranía.

El autor es sociólogo e historiador, autor del libro En busca de la Tierra Prometida. Historia de Nicaragua: 1492-2019.

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