Muñoz es oriunda de Niquinohomo, Masaya, no tiene hijos y es soltera. Le encantaba cantar, sabe tocar guitarra y piano, aunque ahora está apartada por su estado de ánimo. Le gusta bailar salsa y afirma que si pudiera cambiar algo en el mundo sería la historia de Nicaragua.
¿Cuál era su meta para diciembre?
Que mi trabajo como música mejore. Pensaba que este año lo iba a recuperar, pero todo se ha venido abajo.
¿A qué países ha viajado?
Solo Costa Rica porque fui a ver a los exiliados.
¿Qué hace en tiempo de cuarentena?
Tocar la guitarra porque he abandonado un poco el piano y el canto.
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¿Ha practicado o practica algún deporte?
El basquetbol y el voleibol. Me destaqué en los años ochenta como la mejor jugadora a nivel departamental.
¿Tiene redes sociales?
No tengo por protección a mi vida. Uso Whatsapp solo por necesidad de comunicarme o informarme de algunas cosas.
¿Una película que la haga llorar?
Inteligencia artificial.
¿Qué es lo más loco que ha hecho?
Agarrar una moto sin saber manejar. La paré en una llanta y no me pasó nada, pero aprendí a manejar motos (ríe).
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¿Cómo se describe en tres adjetivos?
Soy de carácter fuerte, pero también soy bromista y tengo mucha fe en Dios.
¿Algo que la aburra o la disguste?
Me aburre y me enoja a la vez estar platicando con alguien que esté con el celular. Le digo cuatro y mejor me voy.
¿Qué significa el canto para usted?
El canto para mí es dar aliento, dar esperanza, dar ánimo a la sociedad.
Un talento oculto.
Sé cocinar. Me queda bien el bistec encebollado y lo acabo de hacer para un enfermo.
¿Qué quería ser de adulta cuando era niña?
Una gran médico.
¿Canta en la ducha?
No. En la cárcel sí canté hasta más no poder para apoyar a los demás presos y presas políticas.
¿Ha esto a punto de morir?
Sí. Cuando me dio la hipoglicemia en la cárcel.