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Las elecciones son el ultimátum, no el propósito

Esta vez las elecciones no son para poner a tal o cual persona o partido en el poder, sino para colocar a Daniel Ortega contra la pared: o la bebe o la derrama

Elecciones

Cada vez escucho a más personas decir que, a como están las cosas, no tiene sentido estar hablando ahora de elecciones. Y tienen buenas razones para ello. Por un lado, tenemos una dictadura que no le ha quitado un solo tornillo a su máquina de fraudes (llamada oficialmente CSE) y una pandemia mortal que azota el país, y todo parece que irá para peor. Por el otro lado, vemos a los grupos opositores destrozándose unos a otros, preocupados por iniciar la repartidera y agarrar la mejor pieza del venado que aún no han cazado. Y ni cazarán jamás así. Lo que sucede es que “el no tiene sentido hablar de elecciones” coincide justamente con lo que a Daniel Ortega le conviene. Y eso preocupa.

Tiempos

No creo que sean personas malintencionadas o aliadas del régimen quienes alegan que hablar de elecciones está fuera de lugar. Al menos, no en la mayoría de casos. A mí mismo, me cuesta escoger este tema para hablar en esta columna, con tantas personas, amigos, que están muriendo o gravemente enfermos por esta peste maldita que nos ataca y con tantos presos políticos sufriendo lo indecible en las mazmorras de la dictadura. Se siente, efectivamente, como orinar fuera del guacal. Pero hay que hacerlo, porque el tiempo avanza y el escenario que más le conviene a Ortega es uno donde se diga que no hay condiciones para estar celebrando elecciones. Mejor si es la oposición quien determina eso, para él seguir en el poder, saltarse esa prueba que, con condiciones mínimas de libertad y transparencia, es imposible que la supere. Nosotros lo sabemos. Él lo sabe.

Ultimátum

Las elecciones, y mucho menos las votaciones, no deben ser el propósito en sí mismas. O sea, no se trata de ir a elecciones, en las condiciones que sean, para ver qué se agarra, y darle estabilidad al país, como ha estado sucediendo desde hace 14 años. Se trata de darle a Nicaragua la ultima oportunidad de resolver sus diferencias de forma pacífica y civilizada. Son el ultimátum. El punto de quiebre. Llevar a Ortega al punto que se la tenga que jugar en elecciones verdaderas o que se corra de ellas y se atenga a las consecuencias. Que la beba o la derrame.

Plan B

Obviamente, si las elecciones transparentes y libres, insisto en esto, son el Plan A, tiene que haber un plan B, por si no se dan las condiciones de limpieza y transparencia que exige el momento u Ortega decide, bajo cualquier excusa, imponer otro periodo en el poder. No se trata de llegar como corderos al matadero de Ortega, sino todo lo contrario, se trata de crear las condiciones para meter a Ortega en esa manga que lo conduce a una sola puerta: elecciones libres. Y para que Ortega se la juegue en el Plan A, el Plan B tiene que ser, además de inevitable, una peor alternativa para él y los suyos.

Condiciones

Con presos políticos no puede haber elecciones. Sin libertades públicas no puede haber elecciones. También sin reformas electorales no tiene sentido una elección. Sin saneamiento del sistema electoral no puede haber elección. En otras palabras, las elecciones, para que se den, tienen que ser condicionadas. Entonces, más que en estar pendientes del pedazo de pastel futuro, la oposición debería estar trabajando en ese “cerrar filas” nacional e internacional que obligue a Ortega a tomar las elecciones libres como la mejor opción que le ha quedado.

Mínimo común

Desde abril de 2018 aquí hay un mandato: salir de esta dictadura. Ese debe ser el mínimo común que una a la oposición. Quiere que Ortega se vaya del poder, hágase a este lado. Quiere que Ortega siga en el poder, quédese allá. Así de simple. Hay más de 300 muertos, unos cien mil exiliados, otras mil personas que sufrieron cárcel. Más o menos un centenar que aún está pagando en las mazmorras el precio de sus ideas. Ellos exigen una salida. Si usted o su grupo, por las razones que sean, asumió la responsabilidad de ejecutar este cambio vía elecciones, deje ya de mirar solo lo que va a agarrar usted o su partido. Mire también para atrás, toda la sangre y sufrimiento que le ha llevado a estar ahí donde está con la responsabilidad que tiene en sus manos. Salir de la dictadura no es un asunto de cargos o curules, sino uno de vida o muerte.

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