“Me dejó fuera de sí los daños a la Sangre de Cristo, no lo podía creer, es una falta de respeto; imagínate que gente de otra fe que no son católicos, testigos de Jehová y protestantes me expresaron que está mal hecho, estaban indignados”, expresa el artista nicaragüense Igor Corrales, quien tiene 12 años de vivir en San Sebastián (Guipúzcoa, España).
Según testigos un hombre enmascarado lanzó una molotov. Policía descarta mano criminal señalando que la explosión fue debida a acumulación de vapores. La iglesia no está de acuerdo con esta versión.
Corrales es uno de esos nicaragüenses que emigraron a España en busca de una mejor vida y que sigue de cerca las noticias de nuestro país, al igual que otros compatriotas que viven en Zaragoza, Barcelona o Madrid, algunos de ellos exiliados.
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La destrucción de la imagen de la Sangre de Cristo, señala, es un hecho “violento y asqueroso” y le indigna este atropello ejecutado contra los símbolos de la Iglesia católica.
En otro orden de preocupación, dijo que el coronavirus en Nicaragua lo tiene asustado. Mientras tanto él en España se la pasa encerrado pintando y tiene reunidos cerca de 100 cuadros, en tres colecciones: “Top Model”, “Muzuncey y “Botella Azul”.
Le propusieron maquillar y vestir a los muertos
El pintor Igor Corrales también cuenta que al comienzo no veía serio lo del coronavirus, pero al pasar los días lo dejó asustado al ver desde la ventana de su casa, en San Sebastián (España), ambulancias y personas vestidas con trajes especiales trasladar a difuntos. Estima que solo en su zona han fallecido más de 30 personas.
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Revela que un propietario de una funeraria cercana donde vive le daba trabajo para ir a maquillar y vestir a los muertos, tomando las medidas sanitarias; le pagaba bien.
“Ni que me pagues un millón me haces vestirlos”, le contestó. Entre los muertos se encontraban personas con el VHI, asmáticos, del corazón y otras que el virus le dio su “empujoncito”, dice.
Su casa–taller-galería, en estos días de cuarentena, se ha vuelto una especie de club social donde llegan a ratos sus amigos, pero debidamente protegidos con sus mascarillas. Además, se rocían alcohol en las manos o usan el baño para una mejor limpieza.
Sobrevive a la crisis
El artista revela que la exposición de pinturas que iba a realizar en mayo pasado en Nueva York la suspendió. Por lo que se encuentra “a coyol quebrado, coyol comido, o sea milagro pedido, milagro concedido”, sobreviviendo con lo mínimo.
Recientemente actualizó su sitio web Art Gallery Igor Corrales (www.igorcorrales.com) y tiene varias cuentas en Facebook .
Y como el coronavirus no va a durar mil años, tiene en mente exhibir en Suiza y en Lima, Perú, para 2022, por lo que trabaja incansablemente.
Al artista no le interesa pintar sobre el coronavirus, a menos que sea un encargo. Su meta es vender y sobrevivir el día a día.