*Nota: Organizaciones médicas consideran que asistir a estadios aún cuando hay distancia social de al menos dos metros entre los asistentes representa un riesgo de contagio del Covid-19
Fue relegado como tercer abridor, los errores hundieron su actuación en la que fue la primera derrota del Bóer en la final y su liderazgo estaba puesto en dudas. No obstante, el destino le tenía preparado un momento memorable en su carrera, tras dos finales perdidas ante los Dantos, Róger Marín se encargó de guiar desde el montículo a los suyos, silenciando a la Maquinaria Roja, descolorida y sin dirección. Marín calló a los escépticos y durante seis entradas no permitió bases por bolas y solo una carrera.
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La explosión de Javier Robles. Dentro del equipo le dicen Puig, como el jardinero cubano, con la diferencia que tiene los cinco sentidos en órbita. Robles soltó toda la furia interior contra Shendell Benard en ese sexto inning, matando por completo a los Dantos. Después de ver cómo su carrera tambaleada tras perder parte de la visión, luego la lesión en los meniscos y finalmente jugar la semifinal, a pesar de tener a su hija recién nacida en el hospital al borde de la muerte, el jardinero de la Tribu merecía un final feliz y lo consiguió. No olvidará ese cuadrangular quiebra esperanzas para el rival.
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Rodarán cabezas en los Dantos. Tanta inversión quedó anulada por el picheo de la Tribu. Tantas comodidades y mega salarios a jugadores que al final no marcaron diferencia. Los Dantos acumularon otro fracaso consecutivo. Hubo peloteros que no vieron el sol y quedaron perdidos en el laberinto de la incertidumbre. Aunque Stanley Loáisiga parece ser el primero con un pie en el cementerio. El estratega fue valiente en debutar con tanta responsabilidad en su espalda, pero sus errores y decisiones titubeantes se hicieron notar en los playoffs. Con tanto dinero invertido del Ejército Nacional en los Dantos solo esperan un resultado: el triunfo, sino a pasar por el paredón de los fusilados.