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Mario Álvarez tiene 31 años y su sueño es participar en un Mundial de Tenis de Mesa. LAPRENSA/CORTESÍA

El tenimesista exiliado y amenazado de muerte por la dictadura que brilla en Las Vegas

Mario Álvarez empezó con 15 años en el tenis de mesa, dejó de hacerlo y lo retomó a los 20 cuando entró a la universidad. Estudió psicología y estando en su segunda carrera se vio obligado pausar sus sueños

“Me llamo Mario Álvarez y apoyo a todos los nicaragüenses. Creo que hay que luchar unidos para apoyar a los estudiantes y a nuestros ancianos, es un pecado lo que este gobierno está haciendo.  La gente se dio cuenta del mal actuar de este gobierno, el problema es que es una dictadura y hay una corrupción total y nadie puede decir nada por miedo, pero eso se acabó, este es el inicio de un nuevo gran comienzo para Nicaragua. No quiero que mi país esté como Venezuela y no debemos permitir llegar ahí”, fueron las palabras de Mario Álvarez, jugador de tenis de mesa en abril de 2018 para Univisión.  Dos meses más tarde estaba abandonando el país por el asedio constante de la dictadura en su natal Chinandega.

Álvarez nunca fue el mejor tenimesista en Nicaragua, ni tuvo una escuela para desarrollar o pulir la técnica, es un muchacho que se hizo de golpe, a base de esfuerzo y disciplina constante: “Soy empírico”, relata el deportista de 31 años. Cuando Mario habla de sus logros saca pecho y coloca su frente en dirección al cielo: “Fui quinto lugar en individual en los Juegos Universitarios de Centroamérica y del Caribe en Panamá 2015, en 2017 gané la primera medalla de plata en los Juegos Universitarios de Centroamérica y el Caribe en Venezuela y, posteriormente, me convertí en el primer nicaragüense en la historia del tenis de mesa en representar al país en unos Juegos Olímpicos Universitarios, eso ocurrió en Taiwán 2017”, asegura.

Mario Álvarez en uno de los torneos en Estados Unidos. LAPRENSA/CORTESÍA

Mario empezó con 15 años en el tenis de mesa, dejó de hacerlo y lo retomó a los 20 cuando entró a la universidad. Estudió psicología y estando en su segunda carrera, la cual era negocios, se vio obligado a pausar sus sueños y zarpar a Estados Unidos por su seguridad, sin imaginarse que después de trabajar en la construcción por un tiempo encontraría en un club de tenis de mesa en Las Vegas su oportunidad de ver la luz al final del túnel. “Recibí muchas amenazas de asesinato. Vivía con mis abuelos y ellos me pidieron que me fuera para evitar una tragedia”, recuerda Álvarez, quien asegura tener sus papeles en regla gracias al tenis de mesa.

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Mario había estado antes en La Vegas en cuatro ocasiones en el US Open, él sabía dónde se dirigía pero no cómo lograría encaminarse otra vez a su pasión. “Siempre creí que me volvería a los meses, mientras cambiaba el sistema en Nicaragua. Han pasado dos años. Lo más duro que pasé acá fue cuando me iba a trabajar en la construcción porque salías a las 6 de la mañana y no sabías a qué hora regresaba”. En el momento que consiguió sus documentos trabajó en una compañía de publicidad y tras el Covid-19 decidió lanzarse totalmente al tenis de mesa como entrenador y encargado del club en Las Vegas.  “Soy actualmente el campeón de Utah, eso fue en 2019, habían 24 competidores. Era un torneo de un nivel no muy alto pero es un logro más. También acá conseguí el tercer lugar en el Open de Las Vegas. Mi mejor posición en el ranking de Estados Unidos fue 2,483”, confiesa Álvarez, sabiendo el largo camino que tiene por seguir mejorando.

Mario Álvarez en Taiwán.

El nicaragüense sabe lo que es sufrir por un ser querido. Su abuela falleció en 2019 y su abuelo este año por Covid-19. No se pudo despedir de ninguno de ellos ni estar cuando más lo necesitaban, pero el muchacho los lleva en cada partida de su juego, en cada saque y en cada punto. “Mi sueño es representar a Nicaragua en un Campeonato Mundial y regresar al país, pero una vez que se vaya la dictadura”.

Deportes deportes tenis de mesa

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