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Foto: Óscar Navarrete

Juan Sebastián Chamorro: “La gente quiere una opción de gobierno”

Juan Sebastián Chamorro propone un “acuerdo político” entre los opositores para encarar la escurridiza unidad que les permita derrotar al régimen de Daniel Ortega.

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Hasta antes de abril de 2018, Juan Sebastián Chamorro era un técnico de alto perfil, interesado como espectador en la política, pero sin ánimo de protagonizarla. Lo suyo era la economía. Analizar encuestas, medir tendencias, la econometría y la gerencia de proyectos y empresas. Con un doctorado en economía, fue funcionario de los gobiernos de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, dirigió luego la Cuenta Reto del Milenio, gerenció un matadero y era el director ejecutivo de Funides cuando estalló la rebelión de abril que le cambió radicalmente la vida.

“Era una vida más calmada”, reconoce. “Jamás hubiese pensado al inicio del 2018 que en el 2020 iba a estar con toda la persecución de la dictadura, con una patrulla persiguiéndome las 24 horas y con responsabilidades políticas”.

La vida comenzó a cambiarle, porque dice que fue gradual, cuando la Conferencia Episcopal lo invitó como técnico de Funides a participar en la mesa opositora que se armó de emergencia para negociar con la dictadura de Daniel Ortega en el llamado Diálogo Nacional, en mayo de 2018. Ahí, en la segunda sesión, sin mucha pompa, con un papelito de mano en mano, decidieron llamarse Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que es el organismo opositor del cual se convirtió en su director ejecutivo.

No se arrepiente de su paso de las calmas a las tempestades. “Fue un cambio radical para mí y mi familia, pero muy contento, satisfecho de haber hecho este cambio, porque también uno tiene que tener propósito en la vida y el propósito de mi vida en este momento es luchar por la democratización de Nicaragua. Esta es parte de la vida de un político. Tener todas estas vicisitudes, y las he afrontado”.

Juan Sebastián Chamorro propone un “acuerdo político” entre los opositores para encarar la escurridiza unidad que les permita derrotar al régimen de Daniel Ortega. Dice que, más que estar en una sola organización, lo importante es tener acuerdos a respetar por todos, con participación popular en la elección de candidatos, que defina el peso de cada organización. Para ello, se le ve promoviendo “siete puntos” que considera necesarios para lograr la unidad opositora.

En esta entrevista, Juan Sebastián Chamorro analiza un posible escenario electoral, los conflictos opositores y la relación que hay entre la Alianza Cívica y el partido Ciudadanos por la Libertad.

Foto: Óscar Navarrete

¿Por qué no vemos a una oposición unida si al frente tienen una amenaza común: el régimen de Daniel Ortega?
Cuando se habla sobre el proceso de unidad, mucha gente se queda solo en la palabra. Nosotros creemos que la unidad es un proceso complejo, que requiere de mucho trabajo, sacrificio. Va más allá de una organización política y yo visualizo la unidad como una estrategia política, a través de un acuerdo político, donde existan compromisos puntuales y no necesariamente ocupación de sillas en una comisión.

Yo he planteado los siete puntos de la unificación de la oposición con base a una reflexión a la que he llegado, incluyendo lo pasado en Bolivia. Por eso planteaba, punto número uno, participar o no en las elecciones; esa es la primera decisión grande que hay que tomar. Después, la selección, en un proceso participativo, de un candidato único. Tercero, que quienes no son seleccionados apoyen al candidato único y que el candidato único se acompañe de los demás para hacer un buen equipo. Punto número cuatro, que la lista de los diputados sea seleccionada con esa misma lógica, para quitar el dedazo, el amiguismo. El punto número cinco es la casilla única. Punto seis, que una vez ganadas las elecciones sea una agenda política basada en justicia, reparación, derechos humanos, crecimiento económico y democratización plena. Y el punto número siete tiene que ver con la elaboración en consenso de un plan de país.

Sin embargo, lo que se ve desde afuera como obstáculos, más que contenido, es un pleito de egos y de grupos que se quieren imponer sobre otros.
Así es. Está muy presente en las redes, es esa la percepción. La pregunta que tenemos que hacernos es cómo visualizás la unidad. Yo, en mi perspectiva como político, la visualizo en esos siete puntos.

A juicio de Juan Sebastián Chamorro: ¿Los egos están minando esa discusión de los temas importantes?
Por parte de lo que veo y percibo en la Alianza, todo lo contrario. Más bien ha tomado una posición bastante consecuente sobre la importancia de seguir lo que se llama la nueva forma de hacer política, que es retomar el elemento de abril, la importancia de que se definan los verdaderos opositores, porque hay quienes se llaman opositores pero aún tienen lazos con la dictadura.

Pero si la Alianza Cívica tiene un conflicto en la Coalición Nacional. Hace poco hubo una votación para decidir si se quedaba o se iba.
Hemos visto que el proceso está inconcluso. No hay que confundir la unidad con una organización en particular, sino que nos unan los objetivos comunes, principios y objetivos de lucha. Y en algunos casos ha habido, efectivamente, estos conflictos, que no solamente son percepciones, son realidades. La gente los ve. La gente lo que quiere ver es una opción de cambio, una opción de gobierno, un plan de rescate de las necesidades de la población. Lamentablemente todavía prevalecen elementos de discusiones sobre temas muy puntuales, que por qué uno no está en una comisión… Creo que tenemos que elevar la discusión política a un nivel más llegador a las necesidades de la gente.

Hay una especie de atomización en la oposición. Porque se propuso un solo paraguas donde se iban a agrupar todos los que están contra Ortega y se le nombró Coalición Nacional, pero ahora más bien cada grupo tiene subgrupos: hay como tres facciones del Movimiento Campesino, la Alianza Cívica está dividida entre los que se quieren quedar y los que se quieren ir…
En la Alianza Cívica ha habido discrepancias desde que nacimos, y seguimos unidos. Ha habido organizaciones que han optado por irse, creo que han sido decisiones equivocadas, porque en la Alianza se fomenta esa diversidad. La unidad tiene que estar visualidad como una única organización donde todos participemos, y aquí está el ejercicio de la Coalición Nacional, que se convocó con mucho entusiasmo, pero lamentablemente no atrajo a todos los opositores. Eso es una realidad objetiva que tenemos que analizar. ¿Cómo podemos hacer una unificación de toda la oposición? Podés intentar hacer otra organización, pero la ruta más sensata es el acuerdo político, donde cada organización tenga su participación y, al someterse a un proceso participativo, ahí se resuelve el tema del peso de cada organización.

Foto: Manuerl Esquivel/ Cortesía

¿Están los empresarios y varios miembros de la Alianza Cívica tratando de llevar a la oposición organizada hacia el partido Ciudadanos por la Libertad? Esa es una hipótesis que suena fuerte en las redes.
Eso no forma parte de nuestra estrategia en este momento. Nuestra estrategia en este momento es, en primer lugar, fortalecer la Alianza Cívica y por eso la estamos fortaleciendo en todos los departamentos del país. Eso es para nosotros la prioridad en este momento, para tener el pie bien firme sobre la tierra. En un futuro, efectivamente, se podrán hacer alianzas con organizaciones. No existe un plan de adherirnos a Ciudadanos sino para fortalecernos. Ese es un argumento que han tratado de usar porque estamos siendo críticos del proceso. Somos críticos del proceso actual porque no ha logrado, precisamente, que partidos como Ciudadanos por la Libertad se incorporaren al bloque unido opositor.

¿Qué piensa personalmente Juan Sebastián Chamorro de Ciudadanos por la Libertad?
La población en general tiene un desencanto por los partidos políticos. Esa es una realidad con la cual hay que lidiar. Nosotros tenemos una relación de alianza con Ciudadanos por la Libertad, que viene desde el 2018. Creo que es un partido que ha sido despojado por la dictadura de sus diputados, antes de la crisis sufrió estos embates, y eso le da de alguna manera un posicionamiento distinto a otros partidos que han sido más colaboracionistas. Yo creo que es un partido importante en el espectro político nacional y por eso debe ser un tema de preocupación que en este proceso unitario de la oposición no esté un partido tan importante.

¿Y Ciudadanos podría ser la casilla que agrupe a la oposición en un eventual escenario electoral?
Sí, con personería jurídica, podría ser.

¿No es más conveniente la gestión de una casilla nueva para todos los opositores?
Las casillas nuevas son un tema de principios. Esa debería ser la primera opción. Que las casillas y las personerías jurídicas se otorguen con base a la capacidad organizativa de las organizaciones como la Alianza Cívica, que está en todo su derecho a optar por una personería jurídica como organización política. El problema es que con las condiciones actuales está complicada esa posibilidad. Y ahí es donde surge la posibilidad de un partido con personería que ya exista, como ciudadanos o el PLC.

Si en las reformas electorales que se exigen para participar en elecciones, la oposición no logra una casilla nueva para su alianza o partido, que es lo menos, ¿cómo esperan lograr los puntos torales, que son lo más?
La estrategia de la dictadura es otra. No tiene voluntad política para permitir el pluralismo político y eso es lo que hemos estado viendo.

Y al usar la casilla de un partido político existente, ¿cómo se solucionaría el problema de que el dueño de los sellos luego no se haga gato bravo? Ya ha habido casos donde a última hora el dueño de los sellos deja en el aire a los opositores.
De darse una situación de ese tipo, tiene que ser parte de una negociación más amplia que incluya el tema de la personería jurídica, el representante legal, el manejo de los sellos y la elaboración del listado de diputados. Porque también ha ocurrido que saliendo de las oficinas del partido rumbo al Consejo (Supremo Electoral) se cambian las listas de candidatos en el carro.

Está el escenario de que no haya elecciones. ¿Cuáles serían los mínimos que aceptaría la Alianza Cívica para participar en un proceso electoral?
Esa va a ser la gran discusión. La resolución de la OEA marca un hito importante en el calendario. Antes de mayo del 2021 está una discusión muy seria y profunda que vamos a tener que tomar con base a las condiciones imperantes en ese momento. Yo no quisiera hacer referencia a condiciones mínimas, porque al decirlas se convierten en máximas.

¿Qué pasará si al final no van a elecciones en noviembre de 2021?
Yo quisiera pensar que el escenario que estamos empujando es el que se va a dar. Toda la presión política nacional e internacional, el ejemplo es la resolución de la OEA, estas cosas funcionan, y la dictadura va a tener que negociar reformas electorales. Quiero quedarme concentrado en ese escenario porque es el que le convendría a Nicaragua. La otra alternativa sería costosísima para el pueblo de Nicaragua. Sería movernos hacia un sistema cubano y sería aislar a Nicaragua del mundo.

Queda la impresión que solo con elecciones libres, que probablemente no las dé, Ortega saldría del poder, porque al hacerlas a su manera con partidos zancudos quedaría con un sistema cubano, que no creo que le incomode mucho.
Igualmente saldría, porque una dictadura no es sostenible. Lo que haría en ese escenario tan negativo es alargar más la angustia del pueblo nicaragüense.

Foto: Óscar Navarrete

¿Hay una negociación en gestación?
No que yo conozca. Habiendo participado en la mesa de negociación del año pasado y en el Diálogo Nacional del 2018, veo una tendencia de la dictadura de proponer cambios unilaterales en la Asamblea Nacional. Negociación no vi en 2018, no vi voluntad en 2019 y ni vería una negociación, así como ocurrió en esos dos episodios en el 2020 o 2021.

Hay una ofensiva represiva que usted ha sufrido en carne propia. Fiscal, de acoso policial, con leyes en el parlamento… ¿Cómo se explica?
En esto hay dos hipótesis: una, es que la está haciendo la dictadura para sentar las bases de una negociación, que podría ser una especie de negociación unilateral, un poco contradictorio el concepto, pero ya lo expliqué antes, dar la impresión que cedió en algo, bajar el gas, y la otra es que estemos hablando de un régimen que se está endureciendo, hacia el sistema cubano. Este tipo de represión es la que se hace en Cuba.

¿La dictadura está más fuerte o más débil según su criterio?
Para mí, estas son señales de debilidad, no de fortaleza. Si ellos estuvieran bien con su gente, con sus seguidores, no le dedicarían un mensaje de odio como lo hizo el 15 de septiembre. No haría que el mensaje central de la celebración del Día de la Independencia sea la cadena perpetua, las leyes, son muestras de un proceso muy típico de debilitamiento de una dictadura que tiene que demostrar que está fuerte ante las pocas bases que le quedan.

Están haciendo un montón de acciones que en una situación normal no las haría un gobierno que esté buscando mayor legitimidad ante la población. Sino que aquí, como ya se fue el balde y se fue el mecate, tampoco les importa aumentar impuestos, acosos y ese tipo de cosa. Lo están haciendo como un acto de desesperación. Pero esa misma debilidad puede llevarlos a no hacer reformas, porque cualquier tipo de reformas que puedan hacer va en contra de mantenerse en el poder.

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