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Arnulfo Obando junto a Román González. LAPRENSA/ARCHIVO

A cuatro años de su partida. El entrenador de Chocolatito que murió habiendo cumplido un sueño

Lo vi en el esplendor de su presente, siempre con su copete bien fijado por la brillantina y un cigarro en la mano. Fue una persona que vivía constantemente un sueño porque nunca imaginó dejar una huella

Cuatro años atrás Arnulfo Obando sufría un accidente cerebro vascular, pasó conectado a una máquina luchando por sobrevivir y mientras la familia decidía si desconectarlo o no, un paro cardíaco apagó su existencia. Lo vi en el esplendor de su presente, siempre con su copete bien fijado por la brillantina y un cigarro en la mano. Fue una persona que vivía constantemente un sueño porque nunca imaginó  a aquel muchacho que estuvo en la guerra, que luego fue parte de la Academia Carlos Agüero del Ejército de Nicaragua, que pasó a ser cambista en los años 90, vendedor de ropa y trabajador de la construcción, estuviera entre los tres mejores entrenadores del mundo para la revista The Ring (2016), y meses más tarde tras su partida, seleccionado como el mejor (2017).

Platiqué en enero de 2016 sobre su vida y objetivos en el boxeo para un perfil del periódico. Difícilmente negaba una entrevista o discutía con el periodismo. Y no era porque le gustara robar cámara, sino era un asunto de respeto y consideración. En esa plática en las gradas del gimnasio Róger Deshon aseguró que su sueño era convertir a Chocolatito en tetracampeón mundial y así superar a Alexis Argüello en títulos conseguidos en diferentes categorías. Y lo logró dos meses antes de morir, retando a un campeón invicto como era Carlos Cuadras, subiendo a su categoría para arrebatarle lo que era más importante, la corona de las 115 libras.

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Obando siempre fue agradecido. No dejaba de mencionar a Denis Morán y al Chocoyo Acosta como los primeros en confiar en él y darle una oportunidad para ser entrenador. Tampoco existió rivalidad alguna con Gustavo Herrera cuando lo sustituyó como entrenador de González en 2009, tras el quiebre por el porcentaje salarial. Herrera pedía el 10 por ciento, mientras Chocolatito quería dividirlo a cinco para compartir el restante con su papá.

Arnulfo fue siempre el primero en despertarse y el último en acostarse. Una vez en Costa Rica durante el campamento para la defensa de título contra Brian Viloria, se acercaban las cinco de la mañana cuando ya estaba en pie, encendiendo la radio y sonando música ranchera como si fuera un despertador. Por la noche, cuando todos dormían se sentaba junto a su portátil vieja para ver el estilo de los oponentes de Chocolatito.

Su recuerdo no es por haber sido un genio del cuadrilátero porque siempre fue consciente de sus limitaciones, tampoco por haber construido a Román González, no obstante, es un ejemplo del esfuerzo, de la dedicación y no rendirse por un sueño. Se convirtió en el equilibrio que Chocolatito necesitaba en los campamentos, en el cocinero personalizado del campeón, en un excelente preparador de combates y sobretodo, en el amigo donde refugiarse.

Obando murió hace cuatro años, sin tener cuentas pendientes y cumpliendo un sueño.

Deportes Arnulfo Obando Chocolatito Román González

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