Renato Morales viaja rumbo a Ocotal en el bus del Tren del Norte. Se escucha el ruido de la música de fondo amenizando el viaje, las conversaciones de sus compañeros y uno que otro zumbido por los baches del camino. Él no suele ser de plática larga, es alguien entregado a su trabajo. Piensa de su buen momento en el camino, en las buenas conexiones con el madero de sus dos primeros partidos y sobretodo, en cómo mantenerse para completar dos de sus objetivos de la Liga Profesional: ser campeón con Estelí y terminar como líder de los bateadores. “Eso es lo que buscamos todos desde el primer día”, dice sin esconder su meta.
Morales ligó cinco imparables en siete turnos en dos partidos y su promedio se elevó a .714, superando a Cheslor Cuthbert, quien con un partido más acumuló dos imparables más (7) y cinco turnos extras (12), quedando en .583, aunque sus tres bambinazos no pasaron desapercibidos. No obstante, en Renato nadie tenía esas expectativas de su inicio a sus 37 años de edad en la Liga Profesional. Aunque no se parece en nada al Renato de 2011-12 cuando jugaba con el San Fernando y repartió palo a todos los lanzadores para terminar con .387, una cifra récord para ese entonces, el actual mantiene ese colmillo de veterano experimentado. No tiene la misma vitalidad ni visión de halcón, pero aún no deja de dar la milla extra. Ha perdido velocidad, pero ha ganado paciencia. “Cuando inicié a jugar como a todo chavalo a veces me complicaba en los turnos claves, ahora si por mi fuera me gustaría batear en momentos de presión”, señala.
La clave de Morales para estar en buena condición no es un secreto: se llama sacrificio. “Empecé a entrenarme dos meses con el equipo de Masaya Sub-23, luego Estelí me tomó en el draft y después, con ellos seguí entrenando mes y medio más. Así que me siento en óptimas condiciones. Además, otra de las claves es la salud. Estoy sano, sin lesiones ni enfermedades. Sin embargo, nunca dejo de pedirle a Dios ni de dejar de agradecerle por todo lo que me ha dado”, agrega el temido zurdo.
Te puede interesar: “Era un drogadicto”. La dura acusación de un entrenador español al boxeador nicaragüense que dijo ser explotado
Para Renato estar calmado en el cajón de bateo lo es todo. Es como si mirara la pelota en cámara lenta porque todos sus sentidos están enfocados en un solo objetivo: regresar la señora de las costuras tan fuerte como sea posible. “Si le diría algo a mi yo del pasado, ese muchacho que fue firmado por los Filis de Filadelfia sería que no tenga prisa, que sea paciente y que haga trabajo extra de gimnasio”, indica el jardinero que estuvo de 2003 a 2008 en la organización de Grandes Ligas, sin avanzar de Clase A fuerte.
Morales es sinónimo de consistencia. Desde que debutó en la Liga Profesional en 2004 hasta 2020 no ha parado de aporrear lanzadores. Tiene un promedio de .291 con 27 jonrones y 629 imparables. “Eso es, nunca dejó de entrenar. Y este año quiero ser campeón con el Tren y si pudiera campeón bate. En el beisbol lo he conseguido casi todo. Una de mis últimas alegrías fue poder jugar con mi hijo en 2017 y lo más bonito fue que yo estaba en segunda y en su primer imparable me empujó al plato. Dios me ha bendecido”, señaló.
Y cuando le pregunto si hay Renato Morales para rato, hace una pausa, y dice: “si Dios me da salud puedo mantenerme dos años en este nivel. Luego en mi retiro pienso estar ligado al beisbol. Muchos peloteros retirados me cuentan que hace falta el terreno. Por eso no quiero desligarme de lo que ha sido mi vida”, concluyó Renato entre una señal telefónica medio cortada, con las pláticas de sus compañeros en segundo plano, la música animando el ambiente y el zumbido de los baches.