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Diego Armando Maradona murió a los 60 años. LAPRENSA/AFP

Entre el cielo y el infierno, finalmente Maradona encontró la paz

Aunque su idolatría rozaba un blindaje diferente a un ser humano normal, su fama se convirtió en su condena. Fue un Rey Midas, todo lo que tocaba lo convertía en oro, a diferencia del personaje mitológico no pudo revertir esa maldición

Diego Armando Maradona ha muerto. Lo hizo súbitamente. Su corazón dejó de latir porque se le acabaron las baterías. Todos venimos al mundo con una fecha de caducidad, pero lo importante no es saber cuándo se llega al  minuto 90, sino qué hacer en ese trayecto. Y el más grande ídolo del futbol de toda la historia hizo siempre lo que quiso. Aunque su idolatría rozaba un blindaje diferente a un ser humano normal, su fama se convirtió en su condena. Fue un Rey Midas, todo lo que tocaba lo convertía en oro, a diferencia del personaje mitológico no pudo revertir esa maldición. Su fama lo persiguió tanto en lo deportivo como fuera de las canchas.

Para analizar a Diego se debe partir en dos: en el futbolista y el hombre. Como deportista dejó huellas en cada una de sus pisadas. Siendo un jovencito causaba asombró. Con Los Cebollitas consiguieron mantenerse en 136 partidos invictos. Debutó con 16 años en Argentinos Juniors y un mes después convertía su primer gol ante San Lorenzo. En 1978 Menotti decidió no llamarlo a la Selección Nacional por ser aún joven. Destrozó récord en la Liga Argentina con sus cinco pichichis, siendo la máxima cantidad hasta la fecha.  Maradona es el único futbolista que jugando para Boca Juniors, la barra rival lo aplaudía. Su magia era tan grande que traspasaba rivalidades y odios.

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Durante el Mundial de España 1982 ya tenía los focos sobre él porque su pase al Barcelona estaba concretado. Finalmente todo fue un caos, al caer ante Italia y Brasil, siendo Maradona expulsado.  No obstante, Pelusa consiguió su revancha cuatro años más tarde, en lo que fue su consagración como leyenda del deporte. Lideró a una selección que no generaba confianza por las malas actuaciones previas al Mundial.  Ahí ocurrió el partido que jamás se olvidará en cuartos de final contra Inglaterra. Las tribunas encendidas por el caso de las Islas Malvinas y un estadio Azteca a reventar fueron testigo de los dos goles más icónicos en la carrera de Maradona: el gol del siglo y la mano de Dios.  El primero fue seleccionado como el mejor gol de todos los mundiales y se debe a la complejidad de la jugada por superar a seis oponentes, mientras la mano de Dios sucedió en el salto ante Peter Shilton. Además,  en semifinales marcó los dos tantos frente a Bélgica y en la final contra Alemania tras ir empatados (2-2) Maradona encontró agua en el desierto y le dio un pase a Burruchaga para marcar el tercer tanto y ganar la Copa del Mundo, esa que encumbró en el paraíso a Diego.

Entre 1984 y 1990 Maradona sacó de las sombras al Nápoles, convirtiéndolo en un equipo de primer nivel. Ganó una Copa de la UEFA y dos ligas. Lo del argentino parecía sacado de un cuento de hadas porque un solo jugador era capaz de darle  notoriedad global y cambiaba drásticamente la imagen de un club. Además, que siempre esa ciudad lo idolatro tanto o más que Argentina debido a que decidió mantenerse en el equipo por el compromiso, rechazando ofertas de mayor cantidad a los cinco millones que devengaba por año.

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Luego empezó a deambular en equipos y apareció la suspensión por dopaje hasta su retiro en 1997.  A la par de todo eso estaba el hombre, ese que era más humano y débil que el titán sobre la cancha. Cayó en drogas, alcoholismo. Estuvo muchas veces al borde de la muerte pero todavía no era su momento.  Se envolvió en violencia doméstica y todo tipo de denuncias en su contra. Su fama no lo dejaba tranquilo. Se vinculó con presidentes cuestionados y catalogados como dictadores como Ortega, Castro, Correa y Evo. No le importaba dinamitar su imagen porque en el fondo era inmortal, no le afectaba en lo absoluto, mantenía intacta su idolatría. Todos los que le conocieron asegura que no podía tener una vida normal ni tranquila. Vivió entre el cielo y el infierno hasta ahora que tiene paz.

Deportes Diego Armando Maradona

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