No hay nada que lamentar, no existe llanto ni decepción. Hay derrotas que saben a triunfos y no necesariamente por merecimiento, sino por la manera en la cual se pelea en la tierra del enemigo con pocas armas y escasas municiones. El Real Estelí cayó 1-2 en el Alejandro Morena Soto del Alajuelense y quedó eliminado en los cuartos de final de la Liga Concacaf. Sin correr un solo minuto la tropa norteña había recibido dos estocadas: la salida de Carlos Chavarría y su entrenador Holver Flores por positivo al Covid-19 según indicó Concacaf, quedando sin dirección y con solo dos balas a la ofensiva: Juan Barrera y Henry García.
El partido arrancó con un diluvio de golpes del Alajuelense. Nadie era capaz de detener a Bryan Ruiz, fue el gestor de todo en el equipo tico. Se movió a su antojo, creó jugadas, centró balones de peligro y marcó la primera anotación de cabeza tras un tiro libre por una falta de Brando Ayerdis al minuto 23. No obstante, Adrián Martínez y Jurgens Montenegro habían encendido las alarmas con aproximaciones de gol. El duelo empezó en una olla hirviendo con la explosividad de los ticos, mientras el agua salpicaba a la agrietada pero guerrera defensa nicaragüense. La idea de juego de los locales era sencilla abrir juego por los costados con Martínez y Sequeira para buscar el centro y la aparición de Saborío. O entregarle la pelota a Ruiz y que salga lo que el mago desea.
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En medio de esa incomodidad tica el Tren del Norte nunca perdió su dibujo de juego, no se desorganizó y dejó al rival seco y tragándose su propia saliva con la contra al 44’ cuando Henry García abrió para Ayerdis, quien centró a Juan Barrera, solo en el paraíso contra el arquero. El líder de goleo de Liga Primera ejecutó con la maestría que brinda la experiencia y picó la pelota encima del último hombre en pie. El muchachito desarrollado en la escuela del Alajuelense y que se convirtió en el mejor jugador nica de los últimos años castigaba a sus creadores. Con poco futbol Estelí se iba al descanso celebrando un empate. La tropa nica había tenido que recurrir a los disparos de larga distancia como el de Richard Rodríguez para tratar de hacerse notar en la primera parte, hasta el toque magistral de Barrera.
Durante la segunda parte los nicaragüenses no pudieron sostener la epopeya. Hubo menos acoso de los ticos, pero más efectividad. Al 56’ Adrián Martínez clavó el tanto de la diferencia. Primero tapó el arquero Romo el cabezazo de Saborío, pero en el remate el extremo no perdonó. No hubo nadie capaz de interponerse a ese cañón que penetró las redes a más de 100 kilómetros por hora. Un latigazo de Ruiz al 63’ pudo extender el marcador, pero Romo evitó. Ni Luis Acuña, Marlon López, Fernando Mercado y Luis López marcaron diferencia cuando entraron en la segunda mitad. No existían enlaces del medio campo que conectara con Barrera, quien retrocedía a salir con la pelota, peleaba todos los balones y dirigía al equipo como si fuera un técnico sobre el césped.
Estelí se había desgastado demasiado en la primera parte, el Alajuelense se encargó de oscurecer a García en la segunda parte y así evitar la tormenta de ese espíritu inquieto, pero no hay lamentos, sino una digna despedida de la Concacaf.