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"No me siento bajo ningún concepto responsable de esta dictadura de Daniel Ortega”. LA PRENSA/O.NAVARRETE

“No me siento bajo ningún concepto responsable de esta dictadura de Daniel Ortega”. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Mónica Baltodano: “He luchado más contra este dictador que contra Somoza”

Aquí cuenta cómo fueron las campañas de navidad sin presos políticos en los años 60 y 70. Analiza el presente de la oposición y el posible escenario de un fraude electoral.

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Este es el tercer año en que Nicaragua hay una campaña llamada “Navidad sin presos políticos”. Era algo que no se vivía desde los tiempos de la dictadura somocista.

Mónica Baltodano fue presa política en tiempos de Somoza y en estos primeros días de diciembre ha estado trabajando con temas relacionados a las históricas campañas que se hacían a favor de ellos. Aquí cuenta cómo fueron, en qué se diferencia la represión de antes con la de ahora, el papel que tiene en la búsqueda por salir de la dictadura, el presente de la oposición y el posible escenario de un fraude electoral.

También recuerda los años en que estuvo presa en las cárceles de Somoza y aquellas manifestaciones por las cuales logró ser liberada.

¿Cómo fue ser presa política en tiempos de Somoza?
La cárcel para las mujeres fue mucho más dura que para los hombres, porque los hombres estaban en La Modelo. Tenían algunas cosas como el sol, departían entre ellos, mientras las mujeres estábamos en la central de Policía en donde nuestras celdas eran de dos por tres y nos mantenían en aislamiento. En 1978 se hizo una larga carta de parte de las presas para denunciar estas condiciones. Pero nosotros, al igual que los presos de hoy, desde adentro hacíamos resistencia y éramos acuerpados por las personas de afuera.

¿Cree que ese acuerpamiento de parte de los ciudadanos ha bajado en la actualidad?
El gran drama que hay ahora es el control de las universidades y por eso expulsaron a todos los estudiantes que lideraban. Porque saben que el movimiento estudiantil es una fuerza beligerante que siempre es más generosa en esta lucha. Por ejemplo, en 1971 todos los colegios religiosos fueron tomados por los estudiantes, se tomaron iglesias, catedrales fueron tomadas demandando la libertad de los presos políticos. Desde finales de los 60 y sobre todo en los años 70 nosotros hacíamos tomas de iglesias, de colegios. En verdad que había represión, pero teníamos la opción de la movilización y salíamos caminando de Managua hacia León en grupos estudiantiles.

Muchos sandinistas participaron de estas acciones y sufrieron cárcel. ¿Por qué cree que el régimen no deja realizar este tipo de protestas?
Daniel Ortega actúa así porque junto a su esposa han construido un muro. No tiene bandera y no está inspirado por ningún principio, ni por ningún proyecto, todo lo que hablan de defensa del pueblo es pura palabrería. Es un muro que se centra en la defensa del poder a toda costa. Hubo un tiempo que el mismo Somoza se miraba inamovible, pero la gente supo encontrar las maneras.

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Hay alguna manifestación que recuerde en especial.
En 1973 hubo una jornada por la libertad de solo dos presos políticos. Francisco Ramírez, que era un guardia que fue condenado a seis años de cárcel por haber entregado su fusil a la guerrilla y lo descubrieron. Cuando se hizo esta campaña, él ya tenía ocho años detenido y ya había cumplido su condena. El otro era un profesor universitario llamado Efraín, que lo habían capturado y como era socialista lo tenían detenido sin ningún tipo de juicio. Fue una campaña de dos meses entre diciembre y enero. Ellos salieron a finales de enero. Con decirte que monseñor (Miguel) Obando fue junto a Carlos Tünnermann y otros académicos, los que conformaron el primer comité por la libertad y la Navidad sin presos políticos en el año 1969.

En estas campañas incluso participó la madre de Daniel Ortega.
En 1968 las madres de los presos políticos le hicieron una carta a Robert Kennedy, donde plantearon la situación y le solicitaron que intercediera por ellos. La recibió y dijo que los senadores estaban informados. Entre esas madres estaba la mamá de Daniel Ortega, doña Lidia Saavedra. Desde ese año, la lucha por los presos políticos era una lucha de todo el año, no era solamente para la Navidad. Había jornadas que se desarrollaban a lo largo del año, había huelgas de los propios presos que se encadenaban con la de las madres que se iban a la Cruz Roja.

¿Por qué cree que tuvieron éxito estas campañas?
En el régimen de Somoza, que yo lo he estudiado mucho, había ciertos espacios entre las instituciones y te encontrabas en algunos casos a jueces que daban fallos completamente libres. Ahora el que te vigila, el que te acosa y el que te reprime, te captura, te juzga, te condena y te maltrata es el mismo aparato que depende de una sola voz que está en El Carmen. Ese es un matiz diferente con otras dictaduras. Eso explica mucho las dificultades que se están viviendo actualmente. Nadie llegó a pensar en los años 60 que, por ejemplo, se hicieron dos enormes jornadas pidiendo la liberación de presos políticos y se consiguió la libertad de Germán Pomares, Catalino Flores, Santos Medina y de una serie de presos políticos que nadie pensaba que la dictadura los iba a soltar. Yo misma salí mediante una de estas jornadas.

¿Se imaginó alguna vez que tendríamos luego de 40 años otras campañas de Navidad sin presos políticos?
Yo nunca me imaginé que un régimen o un gobierno que se considerara sandinista podía realizar los actos y crímenes de lesa humanidad que se realizaron en 2018. Llegar a capturar a 800 personas, entre ellos periodistas. Nunca, nunca me podía imaginar que eso iba a ocurrir bajo una bandera supuestamente de izquierda, progresista o revolucionaria. Por eso sostengo que es un régimen que verdaderamente no se puede enfrentar como si fuera de izquierdas. No es de izquierdas, pero es un régimen que tiene que ser enfrentado con la unidad de todo un pueblo sin distingos ideológicos o políticos, porque solamente con la unidad de todas las fuerzas es que vamos a impedir que se prolongue. Su afán es prolongarse más allá del año que viene.

Hablando de unidad, se dice que parte del oxígeno que todavía tiene la dictadura se lo debe a esta oposición que se mira dividida.
Siempre ante regímenes dictatoriales y criminales hay sectores que se vuelven bien pragmáticos. El sector empresarial es criticado porque ya se había advertido de que lo que estaba haciendo Daniel Ortega era construir una dictadura. El empresariado volvió a ver a otro lado y puso como que la agenda democrática no era su principal interés. Pero solamente la movilización social es la que puede romper muchas cosas.

Un ejemplo.
Esta movilización popular puede impedir que ciertos sectores de la politiquería ya conocida, el zancudismo o el empresario frío retornen al esquema de vivir como si aquí no pasa nada. Por eso el régimen pone tanto énfasis en impedir la movilización. Por eso la principal tarea de quienes quieren derribar esta dictadura debe ser la de la organización popular y tiene que ser tomando en cuenta los problemas reales y cotidianos de la gente, si no la gente no entiende el lenguaje político y no es así.

¿Qué papel juega usted actualmente en esta lucha por salir de la dictadura?
Mirá, nosotros consideramos que por todo el conjunto de factores que se están moviendo el protagonismo principal debe ser de las nuevas generaciones, nuevos liderazgos y que nuestro papel debe ser de acompañamiento, de brindar elementos de investigación, de experiencia, pero sin protagonismos en primera línea. Ya que hay un rechazo de la gente a nuestra generación. Hay que darles visibilidad a las nuevas generaciones, pero sin eludir nuestra responsabilidad.

¿Por qué cree que se ha despertado este rechazo?
En parte es un rechazo que tiene que ver con trabajos de inteligencia dirigido por el propio régimen. La dictadura tiene una línea clarísima del principio de dividir para vencer, entonces, trata de crear contradicciones, fisuras y rechazos, mediante sus agentes y redes sociales en las que tienen control donde organizan ese tipo de campañas. Pero también es verdad que este régimen navega con banderas sandinistas, revolucionarias y de izquierdas y hay una respuesta por un sector de la sociedad que yo diría un poco inmadura y con poco análisis político y que optan por el rechazo general. Sin darse cuenta que las posibilidades para parar esta dictadura solo pueden estar en la más amplia unidad. Eso no significa que vamos a dejar de pensar diferente. Hay que dejar las actitudes sectarias.

Mencionó la parte de la responsabilidad. ¿Usted qué responsabilidad tiene en todo esto que está pasando?
Desde el año 1998, cuando comenzó a fraguarse el pacto, empezamos a denunciarlo. Mirábamos el peligro para la institucionalidad frágil que todavía teníamos ante los arreglos de Arnoldo Alemán y Daniel Ortega. A lo largo de 22 años he tenido una conducta absolutamente diáfana para enfrentar las políticas de Daniel Ortega y la corrupción. Hemos sufrido represión y yo recuerdo hace unos 10 años que la Policía nos levantó porque tratamos de romper un cerco que evitaba la realización de una movilización. Yo digo que he luchado más contra este dictador que contra Somoza. Me siento parte activa y beligerante de mi lucha antidictatorial desde mucho antes y no me siento bajo ningún concepto responsable de esta dictadura de Daniel Ortega.

¿Por qué no pudieron evitar desde dentro que Ortega se hiciera con el control del partido?
Es un proceso bien complejo y que es muy difícil exponer con brevedad. Desde que Ortega dejó de ser presidente manejó las riendas económicas del Frente Sandinista y las riendas de las organizaciones populares. Se convirtió como el interlocutor. Por esos medios fue excluyendo y expulsando a todo el que se le oponía. Así hacen los caudillos, dictadores y fascistas. Ortega utilizó métodos fascistas para excluirnos. Esto que nosotros vemos contra la sociedad se aplicó primero contra la disidencia interna. Tanto el acoso, las amenazas, el chantaje, todo eso ocurrió y de esa manera se fue apoderando del aparato partidario.

¿Usted que vivió la dictadura Somocista cómo cree que se sale de este dictador?
La única manera que ha conocido la humanidad es a través de vencer el miedo. Si nos dejamos vencer por el miedo, vamos a tener dictadura para mucho tiempo. Sin exponerse innecesariamente porque no se trata de eso, pero la oposición en su conjunto va a tener que aprender de que la única manera es superando el miedo. Este nos paraliza, nos desmoviliza y hace que tareas no se realicen por pensar que puede pasar tal cosa.

¿Ortega ya superó a Somoza?
Ambos son tan dictadores y tan crueles tanto el uno como el otro. Pero, además, Ortega es cobarde. Es una dictadura cobarde porque ahora se enfrenta a un pueblo desarmado. No es como antes que pudimos desarrollar un movimiento armado capaz de obtener la victoria con el apoyo popular. Aquí realmente lo que determinó la victoria fue el levantamiento de todo el pueblo por medio de las insurrecciones. No fue nada más el Frente Sandinista y ese es mi enfoque histórico sobre esa jornada. Fue el pueblo, cuando se decidió y se alzó en armas. No fue la organización pequeña del Frente Sandinista la que lo consiguió. Somoza masacró en 1959 a cuatro estudiantes, mientras que en dos meses este hombre (Ortega) asesinó a más 300 personas. Yo siempre he dicho que el Somoza del principio no es el Somoza del final y Ortega en solo sus primeros años de dictadura mató a más personas que Somoza.

En uno de sus arranques de 2018, Rosario Murillo llamó somocistas a todos los que protestaban contra su dictadura.
Son los mecanismos para la construcción de su narrativa. Ellos intentan mantener el núcleo duro de respaldo de los paramilitares y los mantienen con la narrativa de que ellos siguen siendo sandinistas, que lo que defienden es el poder del pueblo, que defienden la segunda etapa de la revolución y todo es completamente falso.

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¿Cree que en Nicaragua todavía hay somocistas?
Todavía quedan algunos que se reivindican y uno los ve en redes sociales. Algunos dicen que con Somoza no hubo masacre, que nunca tiraron bombas de 500 libras y lo dicen de la manera más descarada. Arnoldo Alemán venía del somocismo y reivindicaba ese liberalismo.

Más allá de personajes como Juan Carlos Ortega y otros hijos del anillo de poder del orteguismo, ¿cree que hay una nueva generación de sandinistas que queden haciéndose llamar una especie de herederos de la revolución?
Si uno mira la historia, esas ideas no fenecen de un día para otro. Sí habrá, pero eso yo no lo miro negativo porque estamos reivindicando la posibilidad de que siga existiendo la pluralidad de ideas. Si hay gente que se diga comunista, que se reivindique como socialista o de ultraderecha ese no es el problema. El problema es cómo mediamos entre estas diferencias y si unos quieren eliminar a otros físicamente. Para mí el problema no está en la existencia de diferentes ideas, sino en la debilidad de la democracia que hace que pueda llegar un caudillo que se adueñe de todos los poderes del Estado y que con mano de hierro reprima al que piensa diferente o que deje un reguero de cadáveres.

Se nota una especie de apatía de la población hacia gran parte de la oposición.
Esto es porque se siente una desconexión entre los liderazgos y el accionar de la sublevación de abril. No podemos olvidar que muchos de los artífices de esa sublevación siguen en el exilio, presos y otros que siguen acosados de tal magnitud que no pueden ni moverse. Hay una cierta desconexión que tiene que ser resuelta. Y yo no te voy a decir cómo se resuelve, pero debe de hacerse y esa es la única manera de salir de esta dictadura y yo creo que es por medio del relevantamiento de la lucha popular.

Hay gente que tiene puestas todas sus esperanzas en las elecciones de 2021 y siempre existe el escenario de un nuevo fraude electoral.
Ese es el escenario más dramático y que en medio de una gran desmovilización, en medio de una gran incapacidad de construir una unidad, Ortega se salga con la suya, haga reformas cosméticas que pueden engañar a los mecanismos internacionales y haga un nuevo fraude electoral. Ese es un escenario y deberían de pensar en eso los que por intereses mezquinos y pujas de poder no están poniendo su mejor esfuerzo por hacer una unidad.

La Prensa Domingo Baltodano Daniel Ortega Mónica Baltodano

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