El título suena retador o exagerado. Canelo tratará de noquear ante 15,000 personas al turco Avni Yildirim. El reto no es sencillo, no porque el europeo sea un peleador peligroso, tenga un estilo complicado o sus movimientos de piernas sean como las de un bailarín, sino porque pesará casi 200 libras cuando suba al cuadrilátero. El mexicano es monarca para establecerse en las 154 o 160 libras, pero el desierto de figuras en los pesos mayores lo ha obligado a conquistar otras divisiones. Este sábado en el Hard Rock de Miami estarán en juegos sus dos cetros mundiales de las 168 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y el Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Yildirim debe ser el peleador más desconocido que ha enfrentado Canelo desde su salto a la fama y bonanza económica. El turco se denomina como el Mr. Robot, posee 21 triunfos, dos derrotas, siendo noqueado en una ocasión y no posee empates. Curiosamente tiene dos años inactivo desde su última pelea, la cual fue una derrota contra Anthony Dirrel, pero hubo tanta controversia por el desenlace que fue colocado como retador mandatorio, una recompensa por el fallo de 2019. Para los nicaragüenses, Yildirim tiene un oponente en su récord que causa ardor gástrico, Aaron Pryor Jr., a quien derrotó por decisión unánime y es hijo del verdugo de Alexis Argüello cuando quería alcanzar una cuarta corona en diferente categoría.
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Durante el cara a cara ambos pugilistas se vieron relajados cuando marcaron la categoría. Canelo tendrá la presión encima, es quien gana millones, el pugilista más amado y odiado de la actualidad, las críticas le llueven como cascadas por la elección de sus oponentes y siempre está en constante batalla por demostrar que es el mejor. No se cree que tendrá problemas para conseguir una victoria, pero cuando te llamás Canelo ganar no basta, sino impactar en cada presentación y más contra un anónimo con dos años de inactividad. Canelo pondrá el ritmo del combate: emoción, explosividad y fintas; Yildirim será ese elefante sobre el ring soportando castigo, a la espera de que aparezca una mano milagrosa que apague a la actual minería de oro del pugilismo mundial.