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El doctor Ernesto Medina, exiliado desde julio de 2021. LA PRENSA/ ARCHIVO/ ÓSCAR NAVARRETE

Ernesto Medina: “Ortega tiene que hablar con las madres de chavalos que mandó a matar”

Asegura que en abril de 2018 no hubo plan de golpe de Estado contra Daniel Ortega, que población se indignó por los asesinatos de los paramilitares. Que la oposición está muy lenta y no ve señas de unidad. Las reformas electorales ya se debieron haber discutido con Ortega

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Su nombre sonó fuerte entre los posibles candidatos opositores. Sin embargo, desde hace algunos meses se mantiene semialejado del debate político. Está enfermo, tratándose en Costa Rica, con la esperanza de recuperarse y volver a integrarse plenamente en la contienda política contra la dictadura de Daniel Ortega.

Vestido con camisa manga larga blanca, con un lacito azul y blanco en el lado del corazón, Ernesto Medina, de 68 años de edad, habla sin reservas de la coyuntura política nacional. Entre muchas cosas, dice que hay que dialogar con Daniel Ortega y que el dictador debe hablar con las madres de los jóvenes asesinados por los paramilitares orteguistas.

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Es químico, también ha sido rector de la UNAN-León y la UAM y en los años setenta del siglo pasado fue colaborador del FSLN desde Alemania para botar a Somoza. Tenía su carné de militante y en los ochenta, siendo vicerrector, anduvo en las calles de León gritando consignas a favor de la Revolución sandinista. Renunció al Frente Sandinista en 1994, cuando vio la mala dirección del partido y se dedicó a lo académico, hasta que en abril de 2018 decidió apoyar a los estudiantes cuando vio que estaban siendo masacrados por paramilitares orteguistas.

Usted cobra notoriedad con lo del diálogo.

Los obispos me invitan a participar en el diálogo y la Chayo me saca y se arma también la discusión.

¿Por qué lo saca?

Por toda mi historia. Yo soy una espina en el ojo de ellos. Yo venía del sandinismo.

Lo de abril fue gigante, la población se desbordó. ¿Cómo se explica que aún estemos bajo la dictadura?

Creo que, en abril, contrario a lo que dice Daniel Ortega, no había un plan de botarlo, fue todo, como se dice, autoconvocado, espontáneo, y la reacción de la gente de que se fuera fue por la matancina. Fue un sentimiento legítimo de la gente que consideró que no podía seguir de presidente del país alguien que estaba mandando a matar a los chavalos y diciendo mentiras y cometiendo actos criminales, porque yo estoy convencido de que muchos de los incendios que hubo en esos días fueron provocados por ellos para desprestigiar al movimiento y a los estudiantes.

¿Qué está viendo en la oposición, actualmente?

La falta de un verdadero plan, no de gobierno. ¿Va a haber un nuevo gobierno? Es la pregunta que yo me hago. Para qué estar gastando tiempo, energías, en un plan de gobierno si ni siquiera sabés que va a haber elecciones y si las vas a ganar. Falta un plan para ahorita. Qué es lo que van a hacer ahora cuando ves, primero, que es difícil ganar la unidad. Estás viendo una posición intransigente, sectaria, de parte de un grupo importante como es la Alianza Ciudadana. De partida, te dice ‘yo voy a hablar con quien yo quiera’ y no reconoce que tenés un grupo que está formado desde antes que existieran ellos y que es un grupo que se llama Coalición Nacional y que es con quien tiene que hablar, pero ellos están queriendo obligar a la Coalición a que se desintegre y que vaya uno por uno. Las organizaciones de la sociedad civil a hablar con la Alianza Cívica, los partidos políticos a hablar con CxL. Es una posición absurda. Por otro lado, veo que la Coalición se ha quedado como paralizada. Desde que salió la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia de la Coalición, la Coalición se quedó como a la expectativa y ahí está esperando y no saben qué hacer, si van a seguir esperando que los llame CxL para ir a platicar con ellos. Ellos dan a la Coalición como muerta, inexistente, y eso me parece que es absurdo. Para mí, lo más importante es ya tomar una decisión si va a haber o no unidad, y si no hay unidad, cómo vamos a trabajar, si vamos a ir dos grupos. La Alianza Ciudadana y la Coalición, y para eso debe de haber un plan. No podemos estar en la situación que estamos ahora.

¿Qué cree que se puede hacer para la unidad?

La Coalición tiene que tomar una posición clara y las organizaciones miembros de la Coalición tienen también que decirle a CxL, miren, nosotros no vamos a ir a hablar con ustedes como organización. O llaman a la Coalición o vean ustedes qué hacen, pero nosotros no vamos. Y eso no ha pasado todavía.

¿Qué puede decir de las elecciones?

Todo mundo tiene desconfianza de las elecciones, y con razón. Daniel Ortega no quiere hacer elecciones y si quiere hacer elecciones, las quiere hacer a su medida, sin reformas electorales o con reformas electorales cosméticas. La gran pregunta, ¿vamos a ir en estas condiciones o no vamos a ir? Para mí, es una pregunta crucial.

¿Qué considera usted?

La decisión es vamos a ir a las elecciones. Pero se ha perdido un montón de tiempo en nada. Desde que salió la Alianza de la Coalición, prácticamente no ha ocurrido nada.

El Frente ya está capacitando a su gente.

Y tienen actividades de campaña casi todos los días. Nosotros estamos ahí. No salimos a las calles o no nos dejan salir a las calles, lo cual es absurdo. Pero eso ya deberíamos de estarlo denunciando y preparando las condiciones.

¿Es de la idea de que solo haya un candidato o más?

No veo condiciones ni voluntad para que haya un solo candidato. Ya se perdió una primera oportunidad sin que prácticamente se haya discutido nada y sin que nadie esté diciendo nada sobre eso, que era sobre la casilla. La propuesta original y que está en la propuesta de la reforma electoral es de que se iba a pelear por una casilla nueva, propia, de una organización nueva. Eso había que pelearlo y nadie lo hizo. Ahora, como lo más normal del mundo, que CxL diga voy con mi casilla. El PRD diga aquí está mi casilla. Hay tres casillas, si se toman en cuenta a los conservadores.

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¿Cuál de las tres para ustedes?

Para mí, es indiferente mientras no se resuelva el otro problema. La reivindicación de los que queremos un cambio es que se hubieran peleado las reformas electorales hace seis meses y no ahorita. Y ni siquiera ahorita. Ahorita nadie está peleando reformas electorales. Ahorita están esperando que la OEA diga algo, nadie sabe qué va a decir la OEA.

Quiere decir que hay una actitud pasiva de la oposición.

Y timorata. Desde el año pasado se hubiera dicho, señor Daniel Ortega, si usted quiere elecciones y las quiere en serio, comencemos a discutir las reformas. Y la primera es que usted tiene que permitir que puedan ir alianzas nuevas, con una casilla propia, nueva. Y en esa casilla íbamos todos. Pero todo mundo se ha quedado callado. Y ahorita ni tiene razón ya de serlo, es una de las cosas que a mí me inquietan. Si no fuimos capaces de discutir eso, y que hubo un momento interesante cuando se comenzó la crisis del PLC y que se iba a sacar al PLC de la Coalición. Y el PLC dijo, yo estoy dispuesto a que vayamos con una casilla nueva, dejamos aquí la discusión de la casilla de nosotros a un lado. Para mí, fue un momento importante de la Coalición y del mismo PLC. Eso pasó sin pena ni gloria. Pensar que ahora puede ir un candidato cuando fuimos incapaces de pelear por una sola casilla, lo veo difícil. Y viendo los egos que están en juego.

¿Ve egos en algunos candidatos?

Sí. En unos más que en otros. En esas condiciones veo difícil.


(Daniel Ortega), usted tiene que ir a hablar con las madres de estos chavalos que usted mandó a matar. Y a ver cómo solucionamos eso. A ver qué dice la justicia. Él sabe que tarde o temprano eso le va a caer. Lo que pasó aquí desde abril de 2018 no se va a borrar así nomás”. Ernesto Medina, académico.


¿Qué le parecen los candidatos que han salido?

Los veo válidos. Ha sido importante que salgan porque una de las críticas a la oposición es que no había líderes, que no había candidatos, ahora ya casi hasta hay de sobra. Es bueno que la gente vea que sí hay opciones. No son opciones malas, a todos estos compañeros los respeto, los aprecio y creo que todos tienen cualidades. Tienen sus egos también, que vamos a ver cómo se manejan en las próximas semanas.

Hay una encuesta en la que usted figura con cierta simpatía como candidato.

Tengo un problema de salud bastante serio. Todavía estoy esperando. Estuve dos meses en Costa Rica en tratamiento y todavía no sé si tuvo éxito o no. Si el problema no se resuelve con el tratamiento, no podría aceptar porque debo seguir luchando con este problema de salud. Si el tratamiento tuvo éxito y no aparece ninguna célula sospechosa en los exámenes que me están haciendo, yo sí quisiera involucrarme.

¿Como candidato?

Como candidato tal vez no, por la responsabilidad que eso significa y la incógnita que va a haber siempre sobre mi salud en los próximos años. Pero si hay que entrar ahorita a la discusión sobre los candidatos, pues yo estaría dispuesto a hacerlo para que se avive un poco la discusión y la elección de candidatos, y para poder expresar también mi posición sobre lo que está pasando, que a mí me tiene muy preocupado. Sí estoy dispuesto a trabajar si sale un candidato unitario, siempre y cuando el proceso sea legítimo.

¿Hay alguno que le simpatice?

Sí.

¿De quién estamos hablando?

Me gusta Cristiana. No he hablado con ella, me gustaría conversar con ella. Cuando apareció ella, nadie la esperaba, creo yo. Muchos hablamos de ella antes, pero cuando ya aparece en serio, a mí me gustó la propuesta. Porque hay un tema que nadie quiere discutir: ¿Qué vamos a hacer después del siete de noviembre con un país dividido, fragmentado, lleno de odio, lleno de rencor? Este país no puede existir así, necesitamos alguien que nos acerque. No estoy hablando de ir a negociar y ofrecerle a Daniel Ortega que viva tranquilo, en paz. No se trata de eso, pero aquí hay, qué sé yo, el 25 por ciento de la población que dice que es sandinista.

Hay muchos egos entre los candidatos que están surgiendo por la oposición. “En algunos más que en otros”, dice Ernesto Medina. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Se presume que el miedo de Ortega es que le caiga la justicia.

Cuando estábamos con el diálogo, tuve conversaciones con gente del sector privado, importante, que todo mundo sabe que fueron influyentes en que se llegara a dialogar, y recuerdo que salió el tema de que la gran preocupación de Daniel Ortega es la seguridad de su familia, sus bienes, y ellos no quieren que pase lo que les ha pasado a otros dictadores, mucho menos que a su familia se le maltrate, se le humille. Eso habrá que resolverlo y la única manera es hablando, a ver qué es lo que él quiere.

¿Hay que sentarse entonces con Ortega?

Hasta ahora lo digo, pero creo que tenemos que sentarnos. Muchas cosas están sin definirse. Las reformas electorales. ¿Qué va a pasar? ¿Vamos a convivir con paramilitares, con amenazas? Que Daniel Ortega quiera seguir mandando después de las elecciones, eso es inaceptable pero es inevitable si no se hace nada.

Ya casi no hay tiempo, doctor.

Porque lo hemos perdido. Las reformas están listas desde antes. A esas reformas electorales se les ha puesto una coma más, una coma menos, pero el corazón de las reformas está listo por lo menos desde que fuimos al primer diálogo. Era lo suficientemente buena para hablar de elecciones, pero han pasado dos años y todavía no se han puesto a discusión con quién va a tomar la decisión.

¿Quién?

Daniel Ortega, lo queramos o no. Las reformas electorales las tiene que hacer la Asamblea Nacional, que la controla Daniel Ortega. La Asamblea va a hacer lo que diga Daniel Ortega. Lo que he dicho siempre, alrededor de las reformas, que mientras no la sometamos a la prueba de fuego, que es entregárselas a Daniel Ortega, bueno señor, esto es lo que nosotros queremos para hablar de elecciones en serio. Y estamos seguros que va a decir que eso es locura. Cuando se presentó la reforma en el diálogo, el canciller dijo: esta es la receta para un golpe de Estado. El golpe de Estado vino de una agenda para democratizar Nicaragua. Y hemos dejado que Daniel Ortega nos siga diciendo golpistas, asesinos y no sé qué, cuando de lo que se trataba era de una propuesta para discutir cómo vamos a democratizar este país.

¿Le han dicho golpista a usted?

En la calle. Alguien que no conozco me dice golpista, asesino, cuando yo estaba sentado en el Seminario buscando cómo pacificar este país. Si yo he querido un golpe de Estado para Ortega, no lo hago en el Seminario, me voy allá, te podés imaginar dónde. Pero que te sigan llamando golpista por democratizar este país y que lo dejemos ahí, seguimos aguantando.

Algunos podrían considerar que cederle cierto grado, aunque sea lo más mínimo, de espacio en la justicia a Ortega, sería como darle impunidad a los crímenes de abril de 2018 en adelante y otros que se mencionan.

Hay que escucharlo. Qué es lo que él pide y que la gente sepa, pero ahorita todo lo especulamos. Ahorita decimos que se las va a robar, pero dale las reformas y si él te dice yo no acepto eso, ya tenés, Daniel Ortega no quiere, pero ahorita todos pensamos que Daniel Ortega se las va a robar.

Los mismos excompañeros de Ortega dicen que él es muy mentiroso.

Todos lo conocemos. Aquí nadie está hablando de que le vamos a decir, a ver, Daniel no te vamos a juzgar, borrón y cuenta nueva, la gente no lo va a aceptar. Pero eso hay que decírselo: ah, usted quiere borrón y cuenta nueva, usted quiere una amnistía 50 años para atrás y 50 años para adelante, Nicaragua no lo va a aceptar. Tiene que ir a hablar con las madres de estos chavalos que usted mandó a matar. Y a ver cómo solucionamos eso. A ver qué dice la justicia. Él sabe que tarde o temprano eso le va a caer. Lo que pasó aquí desde abril de 2018 no se va a borrar así nomás. Él lo sabe, que todas las causas que en Nicaragua no se han podido seguir se han estado trasladando a instancias internacionales. Lo que hay que ver es cómo se aplica eso. Lo vimos con Pinochet, con Franco. La justicia internacional no va a los ritmos que uno quiere y eso tenemos que hablarlo con la gente, claro.

Están los presos políticos también.

A mí me duele decirlo. Daniel los tiene ahí como una ficha de cambio, y es cierto. Y mientras no le ofrezcamos algo a cambio de estos pobres muchachos, ahí van a estar pudriéndose. No los va a soltar. Ortega está esperando el momento en que pueda usar esas fichas y nosotros, al no hacer nada, estamos dejando que esos muchachos se sigan pudriendo en la cárcel. El problema que tenemos es que o estamos esperando un milagro o estamos esperando que alguien lo haga.

¿Cree que vamos a seguir en dictadura después de 2021?

A como vamos sí.

¿Qué lectura le da a la candidatura de Arturo Cruz?

Lo aprecio. No soy su amigo, pero me gusta cómo habla, algunas de sus ideas, pero no lo veo como presidente de Nicaragua. Hay muchos rasgos en su forma de ser por los cuales no me siento cómodo. Y si me ponen a Cristiana y a Arturo.

Que Cristiana considere ser candidata levantó reacciones en el gobierno.

Saben que es una candidata fuerte. Con cualquiera de los otros Daniel se siente más cómodo. Los conoce, sabe sus puntos débiles, sabe que hay un sector de la población que no simpatiza mucho con ellos y eso él lo sabe aprovechar. Si Ortega está donde está no es por tonto. Él es un animal político y en este juego es donde él está en su charco. Con Cristiana él no sabe. Atacar a la familia, seguirle sacando el ferrocarril es absurdo. Solo los chavalos que sienta ahí, que no tienen idea de nada, le creen el cuento de que se robó el ferrocarril. Y ahí enfrente tenés al responsable del saqueo más inmenso que ha habido en este país, que es la Piñata.

La Comisión de Buena Voluntad.

Tuvo un problema de origen. Enfocarse en los candidatos. El problema aquí de fondo es la unidad. ¿Quién va a ir detrás de ese candidato? Aquí no es el candidato. Ninguno de ellos tiene la fuerza ni el carisma ni el arrastre, ni el arraigo, para convertirse en el gran líder que va a conducir a las masas.

¿Ni Cristiana?

Ni Cristiana. Ella es un símbolo, por lo que representa su padre, su madre, su honestidad. Pero no es una líder carismática, que va a pararse ahí y la plaza se va a llenar a la media hora que ella llame a la gente a la calle. La veo como una candidata buena en estas circunstancias tan difíciles. Una de las tareas que puede hacer bien es cómo superar el odio, por su forma de ser, sus genes y que los otros difícilmente lo van a poder hacer.

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¿Cómo ha visto a Daniel Ortega últimamente?

Él está golpeado en su ego, por lo que pasó en abril. Él ha de tener pesadillas todas las noches, cuando ve la Carretera a Masaya azul y blanco. Me imagino que se despierta todas las noches dando brincos. Sabe que eso fue espontáneo. La gente llegó ahí porque sentía que él ya no debía ser presidente y eso a él lo ha debilitado. Aquí no hay gobierno. Él sale de vez en cuando con ese grupo de chavalos que le hacen el circo, pero él no es un gobernante normal que vaya a hablar con la gente. Los dos ellos tienen pesadillas.

Aun así ha logrado mantenerse en el poder.

Su fórmula les está funcionando. Tener a la Policía garroteando, asustando a la gente, parados en las rotondas y saliendo inmediatamente cuando hay un conato de cualquier cosa, aunque sea un cachinflín y no lo prendió uno de ellos, ellos saben que eso les está funcionando porque sí la gente tiene temor. La oposición, una de sus tareas ahorita es devolverle la confianza a la gente. Y que la gente esté clara de que aquí nadie nos va a venir a hacer el volado.

Plano personal de Ernesto Medina

Ernesto Medina, originario de León, está casado con la jinotepina Rosario Mendieta desde 1974, poco después de graduarse juntos, él como químico puro y ella como química farmacéutica.
Eran novios desde el año básico.

Casi inmediatamente Medina ganó una beca en Alemania y se fueron juntos a pesar de que al principio la embajada alemana no la aceptaba a ella. Estuvieron seis años allá, donde conseguían apoyo para el FSLN.

Medina regresó a Nicaragua en 1980 y se dedicó a lo académico.

A mediados de los ochenta tuvo contacto con la cooperación sueca, quienes ayudaron bastante a Nicaragua y él mismo fue enviado a Suecia. “Yo no le perdono nunca a Daniel Ortega cómo trató a los suecos”, dice Medina, refiriéndose al trato que le dio Ortega a la exembajadora sueca Eva Zetterberg.

Con lo de 2018, él tuvo que sacar a una de sus hijas fuera de Nicaragua.

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