Cuando el partido se pone complicado y la ventaja es amenazada, el mánager Aaron Bone echa mano de Jonathan Loáisiga para retomar el control. El tirador de las Sierritas de Managua es el arma estelar en los momentos de presión de los Yanquis, que ayer se impusieron 6-4 a los Tigres de Detroit, en parte al buen desempeño del nicaragüense en la colina.
Loáisiga se apuntó su tercer hold o juego sostenido de la temporada, tras ingresar en el sexto episodio y frenó a los Tigres, luciendo el poder de sus envíos con lanzamientos entre 97 y 98 millas por hora. El nicaragüense reemplazó al abridor Jameson Taillon, quien había permitido la anotación en la cuarta entrada y en la siguiente se complicó al permitir dos imparables y conceder dos bases por bolas que le llenaron las almohadillas.
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El tirador de las Sierritas arrancó el inning dominando a Jonathan Shoop con sinker de 97.8 millas, que el bateador de los Tigres conectó de rodeado a la tercera base. Loáisiga siguió agresivo y abrió con una bola rápida de cuatro costuras de 98 millas, que Jeimer Candelario la acomodó en el jardín izquierdo. Akil Baddoo bateó para forzar a Candelario en segunda; sin embargo, le dio trabajo empleando cinco lanzamientos, entre ellos una bola rápida de cuatro costuras de 97.3 millas.
Loáisiga se descontroló ante Niko Goodrum dándole cuatro bolas malas consecutivas, mientras Baddoo se roba segunda y llega a tercera por passedball de Gary Sánchez. No obstante, el lanzador nicaragüense se recompuso ante Grayson Greiner, quien abanicó un sinker y dio un batazo a las manos del primera base Mike Ford para cerrar el episodio, que le permitió apuntarse un juego sostenido y mejorar siete puntos sus efectividad que terminó en 1.10, producto de 16.1 entradas con 10 imparables, incluyendo un jonrón, tres carreras, dos de ellas limpias, más tres bases por bolas, dos golpes y 16 ponches.