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Las mujeres migrantes se enfrentan a la violencia y discriminación. LA PRENSA/AFP

Migrar para morir, las siete nicaragüenses asesinadas en el extranjero este año

La historia de las siete nicas que huyeron de la pobreza y la violencia en su propio país, y se encontraron más de lo mismo en el extranjero

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Michel Daniela Montes, de catorce años, estaba emocionada. En una semana cumpliría quince y su mamá, la nicaragüense Mayra Raquel Pérez y el resto de su familia le estaban organizando su fiesta de cumpleaños.

Pero la jovencita Montes no pudo ponerse el vestido rosado, característico de las fiestas quinceañeras. Mientras huía por el patio de su casa en la provincia costarricense de Limón, un sujeto desconocido le disparó en la pierna derecha y la espalda, lo cual la obligó a caer al lado de una palmera. El asesino se acercó y la remató con un disparo en el tórax, según relataron testigos a medios de comunicación locales.

Antes de que la quinceañera fuese asesinada, dos hombres en una motocicleta negra llegaron a su casa.

–¡Buenas! –dijo uno de ellos en la puerta.

–¿Qué quería? – fueron las últimas palabras de Mayra Raquel Pérez

Sin decirle nada, los tipos rafaguearon a la mujer de 40 años que se encontraba sentada en el sofá de su casa junto a su hija de 24 años Josselyn Solórzano Pérez.

Michel Daniela vio todo desde la puerta que da hacia el patio y salió corriendo buscando ayuda hasta que uno de los sujetos la ultimó mientras huía despavorida. Los únicos sobrevivientes fueron dos menores de edad de 12 y dos años que estaban en uno de los cuartos.

Josselyn y Michel nacieron en Costa Rica, pero su madre Mayra era nicaragüense y se convertiría ese domingo 14 de febrero en la primera nica en el extranjero víctima de femicidio en lo que va del 2021.

Hasta la fecha, siete nicaragüenses han sido asesinadas en otros países en lo que va del año. La mayoría son crímenes atroces que dejan expuesto el odio a las mujeres. Los casos van desde la masacre familiar contra Mayra Pérez y sus hijas, hasta el de Carolina García González de 43 años, una somoteña que trabajaba en un cafetal de Alajuela, Costa Rica, y que fue encontrada por un ciclista, degollada y quemada el pasado siete de abril.

Ninguno de los dos crímenes en contra de las mujeres nicaragüenses ha podido ser esclarecido hasta el momento por las autoridades del vecino país del sur, y tampoco se ha identificado a los autores de los crímenes, por lo que continúan en la impunidad.

Violencia por ser mujer

Las mujeres nicaragüenses migran principalmente por pobreza, inseguridad, violencia de género entre otros factores particulares que puedan estar afectando la vida de cada una de ellas, valora la feminista miembro de la Red de Mujeres contra la Violencia, Maryce Mejía.

“Hemos visto un éxodo de mujeres buscando mejores condiciones de vida           que Nicaragua no les ha dado”, señala Mejía, sobre todo después del estallido social de abril del 2018, ahogado a sangre y fuego por el gobierno de Daniel Ortega, lo cual ha repercutido negativamente en el crecimiento económico del país, sus ciudadanos, y el de las mujeres.

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Los migrantes en general se encuentran con situaciones de violencia y desigualdad en el extranjero, pero estas incrementan para las mujeres, pues según la feminista Mejía “ser mujer es factor de riesgo por toda la violencia machista” que existe en toda Latinoamérica, no solo en Nicaragua.

“Con la idea de salir de una situación de violencia, se encuentran con más violencia porque van cargando sobre sus hombros diferentes factores de riesgo. El hecho de que sean mujeres y migrantes incrementa la discriminación, además de la pertenencia étnica y la clase social”, expone Mejía.

Esa idea tenía Norma Saravia de 59 años cuando decidió dejar su casa en Boaco e irse a trabajar a Costa Rica. Su hermana, Marbelly Saravia relata con voz entre cortada cuando Norma fue hallada muerta la mañana del 13 de abril en el sector de La Ceiba, Río San Juan, a cuatro kilómetros de la frontera con Costa Rica.

Saravia había desaparecido desde el pasado 30 de marzo, cuando salió de la casa de su hermana en San Carlos para cruzar a tierra costarricense por puntos ciegos. La mujer había conseguido un trabajo como asistente del hogar en San Ramón de Alajuela.

Después de pasar la frontera, a 2.5 kilómetros en territorio tico, la mujer se encontró con su hija Brenda Mariela Sandoval y un sobrino suyo que viajaban “mojados” hacia Nicaragua. Se saludaron e intercambiaron palabras. Norma quedó en avisar cuando llegara a su destino, pero no pudo hacerlo. Esa fue la última vez que la vieron con vida.

Hasta el 13 de abril, el cuerpo de Norma Saravia fue encontrado en estado de descomposición en territorio nicaragüense, a 6.5 km de donde su hija la vio por última vez. El Instituto de Medicina Legal informó que tenía entre cuatro y cinco días de fallecida.

Norma Saravia, asesinada mientras viajaba de manera irregular a Costa Rica. LA PRENSA/ Tomada de Facebook

Casos como el de Norma no son alejados a la violencia machista a la que están expuestas las mujeres que deciden migrar de manera irregular. La feminista Marycé Mejía explica que los hombres migrantes también pueden sufrir algún tipo de violencia, pero la que sufren las mujeres es particularmente por el simple hecho de ser mujeres.

Norma Saravia, Carolina García y Mayra Pérez integran la lista de siete mujeres asesinadas en el exterior que hasta el momento contabiliza el organismo Católicas por el Derecho a Decidir. Martha Flores, miembro de este colectivo de mujeres, valora que las féminas que deciden migrar pueden llegar “a encontrar la muerte”.

Pero en Nicaragua, la violencia machista también puede acabar con la vida de las mujeres. Hasta el mes de mayo de este año, los femicidios en Nicaragua suman un total de 30. El más reciente fue el de la joven Rachelly Munguía de 21 años, y el principal sospechoso es su expareja René Alexander Maltéz de 22 años, quien permanece internado en el Hospital Psicosocial José Dolores Fletes, en Managua, por presentar “ideas suicidas”, según el Ministerio Público.

Otros casos

Katia Altamirano ya había denunciado a su expareja por violencia de género ante las autoridades de Zaragoza, España, donde vivía y trabajaba desde hace siete años. Rubén Calvo, expareja de la mujer originaria de El Viejo, Chinandega, tenía una orden de alejamiento a Katia la cual no valió nada la noche del domingo 23 de mayo.

Rubén Calvo llegó al apartamento donde vivía Katia y la acuchilló hasta que murió desangrada, según concluyó el informe del Instituto de Medicina Legal de Aragón donde se realizó la autopsia a la nicaragüense.

Después de cometer el crimen, Calvo se lanzó del quinto piso del edificio donde vivía Katia para quitarse la vida, pero fue frustrado por una furgoneta que se le atravesó en su caída libre al suelo. El hombre quedó vivo, con heridas graves y permanece en un hospital bajo custodia policial mientras se lleva a cabo el juicio en su contra.

Otro que está enfrentando un juicio por presuntamente asesinar a una nicaragüense es Miguel Ángel Castillo, quien sostuvo una relación amorosa con la chinandegana Juana María Espinoza y fue encontrada muerta en el baño de un hotel de Guayaquil, Ecuador.

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Juana María y Miguel Ángel se conocieron a través de Facebook en 2020 y empezaron a tener una relación amorosa hasta que decidieron conocerse en persona el 13 de abril. Juana María viajó a Ecuador para conocer al tipo que un mes después le quitaría la vida.

Las autoridades ecuatorianas encontraron el cuerpo de Juana María envuelto en una sábana, con pastillas a su alrededor y una nota donde explicaba las razones de su supuesto suicidio, pero los investigadores se preguntaron: ¿cómo hizo Juana María para envolver su cuerpo en la sábana?

La autopsia arrojó que Juana María había muerto por un fuerte trauma craneoencefálico, y el principal sospechoso era su novio Miguel Ángel, quien fue detenido el 13 de mayo. El tipo estaba vendiendo la computadora de Juana María a través de Facebook.

Juana María Mendoza, asesinada en Ecuador. LA PRENSA/Tomada de Facebook

Rubén Calvo, Miguel Ángel Castillo y Roberto Reyes Sequeira son los únicos tres hombres que en este momento enfrentan procesos judiciales por ser los presuntos femicidas de tres nicaragüenses fuera de su país. El último, es el “coyote” al que Norma Saravia le pagó 10 mil colones (unos 16 dólares) para que le ayudara a cruzar hacia Costa Rica, pero que en el camino la estranguló hasta quitarle la vida, según la versión de la Policía.

Reyes Sequeira fue capturado por la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) en Costa Rica. El sujeto es nicaragüense, pero vive en territorio costarricense y se dedicaba al tráfico ilegal de migrantes.

La hermana de Norma, Marbelly, confía en que este 29 de junio que empezará el juicio contra Reyes, pueda haber justicia por el femicidio de su hermana.

El caso más reciente de femicidio contra una nicaragüense en el extranjero es el de Exania Sánchez Hernández de 24 años, quien iba como pasajera en una motocicleta conducida por otro joven, cuando ambos fueron asesinados a balazos por otros dos sujetos que también iban en motocicleta, en la provincia de Alajuela, Costa Rica.

A balazos también fue asesinada Mildred Osorio Gómez, en Pocosí, Costa Rica el pasado 30 de mayo. La nicaragüense se encontraba en un bar con unos amigos cuando desconocidos llegaron al lugar y le dispararon a ella y dos personas más que la acompañaban.

Impunidad

Hasta la fecha no han sido identificados los responsables por los crímenes contra Mildred Osorio Gómez, Exania Sánchez Hernández, Carolina García González y Mayra Raquel Pérez.

Todas fueron asesinadas en Costa Rica este año y sus femicidios continúan en la impunidad.

Paradoja

La socióloga y feminista María Teresa Blandón explica que las mujeres migrantes viven una especie de paradoja. Por un lado huyen de la violencia machista que sufren en sus hogares, y encuentran más de lo mismo en otros países.

La Prensa Domingo Costa Rica Femicidios migrantes Nicaragua

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