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Managua, Nicaragua. 11/03/2021. Entrevista con el doctor Ernesto Medina que analiza los escenarios politicos de Nicaragua para las elecciones deNoviembre de 2021. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Ernesto Medina: “Lo mejor que podemos hacer es demostrar nuestro rechazo no yendo a votar”

Ernesto Medina avizora un panorama oscuro para Nicaragua después de las elecciones, y dice que el sector privado desde hace tiempo está buscando la manera de salir de la crisis

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Su hermano menor falleció de covid-19 hace dos semanas, y con el luto encima, mientras se recupera de un problema de salud, sigue pendiente de lo que sucede en Nicaragua.

En esta entrevista, Ernesto Medina habla sobre el reto de la oposición frente a la embestida represiva de Daniel Ortega, además de lo que le espera al país en 2022. Aunque suele ser muy optimista, avizora un panorama complicado para Nicaragua.

No irá a votar. No cree que las elecciones del siete de noviembre solucionen algo para el país, y por el contrario, podrían profundizar las crisis política. Por eso considera que lo mejor es rechazar el proceso electoral de Daniel Ortega. “Es lo más digno que se puede hacer”, dice.

¿Cómo está de salud doctor Medina?

Dichosamente parece que el tratamiento que tuve está funcionando. Voy saliendo adelante.

¿No se ha enfermado de covid-19?

A mí me dio temprano, en junio de 2020. Logré que me hicieran un test para comprobar si estaba con el virus y di positivo. No me dio tan violento, pero sí pasé tres meses con dificultades para trabajar, para concentrarme, cansado. Justo mi hermano menor murió por covid-19 hace 15 días, así que yo sé lo que es eso. Yo sabía que a como están las cosas en Nicaragua, íbamos a entrar en una situación difícil de controlar en la que creo que estamos ahora y los responsables tienen nombre y apellido.

¿Cómo ve la vacunación en Nicaragua?

Si tuviéramos un censo creíble que te diga que llegaron 200,000 vacunas para 200,000 personas, bueno, ¿qué porcentaje de la población es ese? Viendo las fotos de los centros de vacunación de las últimas semanas, yo me temo que, aunque se hayan puesto la vacuna, el virus andaba ahí y la vacuna en algunos casos trabajará y en otros no. Y si el gobierno sigue negando y diciendo que solo hay un muerto semanal, pues la cosa no pinta bien.

¿Cómo ve la situación política de Nicaragua?

Gris tirando a oscuro y cada vez más oscuro

¿Por qué?

Pues no se ve ninguna luz. Ninguna posibilidad de que se solucione una crisis profunda que comenzamos a vivir desde 2018 y que lejos de arreglarse ha ido creciendo, y con todo lo que ha que ha ocurrido en los últimos meses nos ha hecho perder las esperanzas aún a los más acérrimos optimistas. Hemos tenido que caer en un bache de desesperanza porque no vemos realmente que el gobierno esté intentando encontrar una salida o encausar al país en la vía democrática.

¿Cómo ve a la oposición?

La oposición está golpeada, dispersa, y no ofrece ninguna alternativa. No se logró entablar un diálogo franco teniendo de frente la gran tarea de proponer reformas electorales, de emplazar a Ortega para que se pronunciara sobre esas reformas y luego la oportunidad perdida de dialogar y formar una alianza única, opositora. Desde ahí se perdió la oportunidad y luego vemos las descalificaciones, sobre todo CxL, frente a las otras fuerzas opositoras. Nada de eso ayuda a que nos enfrascáramos en la tarea principal que era construir una alianza opositora seria, solida. Ortega lo que hizo después fue como en los toros. Primero los banderillazos y después la estocada, que fue echar presos a los principales dirigentes y cancelar las personerías jurídicas de los pocos partidos que uno podía pensar que podían servir de espacio para representar a la oposición.

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Luego muchísima gente tuvimos que salir del país y eso ha aumentado la dispersión de la oposición y desgraciadamente no he visto en estas últimas semanas ningún intento de que conversemos, de cómo vamos a si quiera pronunciarnos sobre las elecciones. Hasta ahora ha habido pronunciamientos aislados, pero no ha habido un solo pronunciamiento para que la gente y la comunidad internacional diga que la oposición de Nicaragua piensa que estas elecciones no son legítimas. Todo esto configura un panorama muy difícil.

¿Puede la oposición alcanzar la unidad en medio de la embestida represiva que recibe del enemigo común que es Ortega?

Debería ser así, pero se dio que, en un momento, los que llevaban la voz cantante en la Coalición Nacional y en la Alianza Ciudadana eran los partidos, y cuando los partidos fueron incapaces de ponerse de acuerdo, algunos pensamos que ese era el momento para que la sociedad civil se diera cuenta de que era hora de crear una nueva fuerza política que ya se desentienda de todos estos partidos políticos que no hacen más que complicarnos la vida a los nicaragüenses.

Cuando comenzaron a echar presos a los compañeros y compañeras más visibles por ser dirigentes y líderes de opinión, pensé que esa era el momento de unirse y cerrar filas, pero no ocurrió nada. En el momento que comenzaron a atacar a Cristiana Chamorro, yo pensé que ahí los partidos tenían que cerrar filas y solo para llevarle la corriente al gobierno, decirle: “Esta mujer es la candidata de nosotros y no hay otro candidato. La vamos a respaldar y si la echan presa, pues que se den cuenta que no puede haber elecciones porque la candidata nuestra está presa”, pero no pasó nada. La pobre mujer ahí encerrada en su casa y los otros discutiendo todavía que, si iban a presentar más candidatos, que cuándo iba a ser la presentación. Una situación totalmente absurda.

¿En qué falló la oposición?

No sé si pecaron de inocentes, que no lo creo, porque ninguno de los que estaban al frente de esto eran gente novata, ni inocentes. Eran gente fogueada. Lo que pasa es que nunca quisieron hablarle claro a Nicaragua. Yo creo que esta es la oportunidad de crear nuevas fuerzas políticas en Nicaragua en base a la unidad de todos estos sectores que han sido golpeados y que a estas alturas tienen que darse cuenta que aislados y solos no van a llegar a ningún lado. Tienen que buscar como reunirse, aglutinarse y definir estrategias comunes.

¿En la oposición nunca previeron un escenario como este? Con la mayoría de líderes detenidos, otros exiliados y los partidos sin personería jurídica

Sinceramente no, y por la sencilla razón de que nunca se discutían en serio los escenarios. Si nos hubiésemos puesto a discutir escenarios de verdad, este tenía que haber sido uno de ellos, porque Ortega no está inventando nada. Todos los dictadores han pasado por etapas como esta. Teníamos que haberlo previsto y teníamos que haber estado preparados, pero lo que vimos fue una inocencia y comenzamos a hablar de candidatos, de listas a candidatos a diputados, de que este grupo ya abre su proceso para inscribir candidatos, el otro hace lo mismo y ya salen las propuestas de programas de gobierno, como si hubiésemos estado en Suecia o en Costa Rica mismo y no en la Nicaragua de Daniel Ortega.

“El siete de noviembre no va a solucionar nada. Va a ser un día triste para Nicaragua porque quizás es la peor elección, como lo dijo Almagro creo, que se están creando las condiciones para una de las peores elecciones, pues esta va a ser la peor elección que ha tenido Nicaragua en su historia”. Ernesto Medina, académico y exmiembro de la Alianza Cívica

Falta poco más de un mes para las elecciones.

El libreto ya está escrito desde que empezaron a echar presos a los compañeros y las compañeras. Desde ahí sabemos que las elecciones van a ser según el libreto de Daniel Ortega y Rosario Murillo y van a estar diseñadas para ganarlas de calle, sin ninguna oposición. Eso va a ser un circo. ¿Cuáles de los partidos que están ahí tienen la capacidad de poner una sola persona en todas las Juntas Receptoras de Votos? Yo creo que con dudas el PLC, pero el resto ninguno.

El siete de noviembre no va a solucionar nada. Va a ser un día triste para Nicaragua porque quizás es la peor elección, como lo dijo Almagro creo, que se están creando las condiciones para una de las peores elecciones, pues esta va a ser la peor elección que ha tenido Nicaragua en su historia.

¿Vale la pena ir a votar?

Personalmente, lo que yo creo es que debemos rechazar las elecciones. Ya tendría que haber habido un pronunciamiento claro de las fuerzas opositoras del país, declarando esas elecciones ilegítimas, ilegales. Y creo que la gente no debe ir a hacerle el juego. Cuando uno de los partidos decía que aquí iba a ver un río de gente votando contra Daniel Ortega, eso pudo haber sido hace seis o siete meses. La gente quería un cambio y quizás estaba dispuesta a ir a las elecciones, pero la misma actuación de las fuerzas opositoras le quitaba la confianza y no creo que esa posibilidad exista. En realidad, Daniel Ortega está dispuesto y lo ha demostrado, a ganar esas elecciones a como sea. Aunque vaya un mar de gente, los votos son de él y los va a contar él y van a ser lo que él quiera. Lo mejor que podemos hacer es demostrar nuestro rechazo no yendo a votar y que Ortega se dé cuenta de que en realidad va a gobernar en contra de la voluntad del pueblo nicaragüense. Es lo más digno que se puede hacer.

Y la comunidad internacional, ¿qué puede hacer?

Muy poco. Desde ya algunos países han dicho que las elecciones son ilegítimas. Probablemente vayan más allá y digan que los resultados son ilegítimos, pero si en Nicaragua nos quedamos callados y no decimos nada, la comunidad internacional tarde o temprano tendrá que acomodarse a una realidad incómoda. Tienen un país en medio de continente que es un paria. Nadie puede desconocer esa realidad de un país con un gobierno impresentable. Los países que tienen un poquito de decencia lo mínimo que pueden hacer es decir que esas elecciones son muy cuestionables, pero más allá que eso lo veo muy difícil como está ahora América Latina con unos gobiernos muy tímidos, otros cobardes. La democracia en América Latina está en un serio predicamento. Yo no me hago muchas ilusiones. Yo creo que algunos quisieran hacer lo que está haciendo Daniel Ortega en sus países. Lo más importante es que si nosotros queremos una Nicaragua verdaderamente democrática, eso tenemos que hacerlo nosotros. Nadie nos lo va a hacer.

Daniel Ortega dijo que iba a llamar a un diálogo para 2022.

Sí. Yo creo que él está claro que va a tener un grave problema de legitimidad que no lo va a resolver con las elecciones que está organizando y sabe que para por lo menos tener la apariencia de que está gobernando un país con un mínimo de normalidad, tiene que buscar una forma de darle un brochazo de legitimidad y democracia, y por eso es que llama al diálogo.

¿Y con quién va a dialogar?

Esa es una buena pregunta. Si lo hace con las comparsas que tiene para estas elecciones nadie va a creer que de ahí va a salir una verdadera solución al país. Ojalá que libere a los presos porque esta situación no debería durar un día más con esos cargos absurdos. Ojalá que comience por ahí. Y yo creo que ahí hay gente sensata con la que se puede dialogar, gente inteligente que ha pensado en esa Nicaragua que nosotros queremos construir.

¿Cree que pueda haber una representación del sector privado en ese diálogo?

Yo creo que el sector privado desde hace rato está buscando una salida. Para ellos el mundo ideal sería el previo a abril de 2018 con el famoso acuerdo de diálogo y consenso. Yo creo que ellos quisieran volver a reconstruir eso. Que el país tenga una cierta estabilidad, pero esa estabilidad va a ser impuesta sobre los cadáveres de más de 300 nicaragüenses con la Policía siempre en la calle, sin medios de comunicación que los estén molestando. Yo no sé si el sector privado esté dispuesto a asumir eso, pero sí creo que ellos quieren una salida a su medida.

¿Cómo ve a Nicaragua después de 2022? Me decía que Ortega va tener un gran problema de legitimidad

Yo lo veo a él enfrentando un país que le va a dar otra lección en las elecciones de noviembre no yendo a votar. El 10 de enero que tome posesión va a estar clarísimo que es un gobernante que está más solo que nunca y con una opinión internacional muy desfavorable. Ese es el momento en que la oposición tiene que manifestar y decirle: “Bueno, señor Ortega una de dos. O termina de llevar este país al precipicio o acepta que aquí hay que empezar a trabajar por un país diferente”.

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Daniel Ortega lo que quiere es construir un país como Corea del Norte. Él es el líder y los pobres nicaragüenses vamos a ir como robots a levantarle la bandera y a gritar vivas al gran líder, aunque nos estemos muriendo de hambre y con el país aislado. Ese es el país con el que él se sentiría cómodo. No veo que él esté actuando para buscar una salida dentro de los parámetros democráticos.

¿Será que a Ortega le preocupe la democracia?

No, en ningún momento y él lo dijo en una entrevista, creo que a un canal ruso donde dijo que para qué estar rifándose el poder. Para él las elecciones son una rifa y desde las elecciones del noventa le perdió la confianza al pueblo de Nicaragua y sabe que si el pueblo, va a decidir libremente no va a decidir a favor de él.

¿A los nicaragüenses de a pie qué les espera en 2022?

Una situación muy difícil. Ortega no va a poder gobernar, así que la forma va a ser como ya lo hemos visto en estos últimos meses. Que cada quien busque como salir adelante, la economía informal va a seguir creciendo, la pandemia que no creo que se logre controlar va a seguir ensañándose sobre todo en los trabajadores que tienen que salir a la calle porque el gobierno no les da ninguna otra alternativa, las universidades en una situación lamentable de manera que los jóvenes van a seguir viendo su futuro muy negro.

Se percibe que la migración de nicaragüenses a otros países está en aumento

Sí, y a Daniel Ortega parece no importarle. Si se va la gente crítica e inconforme, mejor para él, porque le queda la gente con la que él se siente tranquilo. Los que agachan la cabeza, los domesticados, los chavalos que se ponen la camisa blanca y le van a bailar detrás de la tarima, y los que se van son los que piensan realmente en un país libre, y sabe que la gente que se va, va a estar después mandando remesas y van a seguir oxigenando. Si la diáspora también comienza a asumir su papel y se da cuenta que las remesas son las que mantienen vivo al régimen, yo creo que también ese es un tema que va a tener que discutirse muy seriamente. Pero, el país está sufriendo una sangría que a mediano y largo plazo le va a costar muchísimo porque se está yendo la gente con talento, con una buena formación, con una visión de futuro.

Y la oposición, ¿cuál debe ser su papel después del siete de noviembre?

Lo que viene después del siete de noviembre para la oposición es una resistencia inteligente, pacífica obviamente, bien organizada y que haga ver a la gente que está todavía temerosa de que hay esperanza y que tenemos la obligación de construir un país verdaderamente democrático. Las elecciones no van a cambiar nada, más bien pueden empeorar las cosas si Ortega cree que tiene controladas las cosas y que va a tener legitimidad para hacer las cosas que siempre ha querido hacer. Lo que Ortega siempre ha querido es acabar con la democracia en Nicaragua y tener un país con un dictador todopoderoso que hace y deshace a su gusto y antojo.

Ernesto Medina. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

Plano Personal

Ernesto Medina Sandino es leonés. Tiene 47 años de casado con Rosario Mendieta, quien se molesta con él cuando da entrevistas y critica fuerte a Daniel Ortega. “Pero hay que hablar. Uno no se puede quedar callado”, se defiende Medina.

Es químico de profesión, pero se considera a sí mismo más como un educador. Actualmente se recupera satisfactoriamente de un problema de salud.

Fue rector de la UNAN León en los noventa y presidente del CNU en aquella época cuando las universidades peleaban por el 6% del presupuesto.

Estudió en Alemania en los setenta y cuando regresó a Nicaragua en los ochenta para dar clases de química en la UNAN, se encontró con aulas vacías y laboratorios destruidos por la guerra.

En los noventa vivió con su familia en Suecia donde se dedicó a la investigación. La mayor parte de su vida la ha vivido como académico.

En 2018, fue invitado por los obispos para que participara en el Diálogo Nacional, pero Rosario Murillo vetó su participación. Integró la Alianza Cívica, hasta que a finales del 2020 decidió separarse.

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