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Antes de que existieran los teléfonos inteligentes y otros dispositivos electrónicos, los niños nicaragüenses se divertían más en la calle. Unos andaban en bicicleta, otros pateaban una pelota, pero la gran mayoría jugaba cada tarde alguno de estos juegos. ¿Cuál de estos jugó usted?
Chibolas
Las reglas dependían de los jugadores. Uno de los juegos más comunes consistía en que los participantes ponían dentro de un círculo las chibolas que apostaban y el reto era sacarlas del círculo golpeándolas con otra pelotita de vidrio en turnos previamente acordados. Cada jugador ganaba tantas chibolas como pudiera sacar del círculo. El mejor terreno para jugar era la tierra.
Trompo
Con una cuerda, los jugadores hacían girar el trompo y ganaba el que demostrara mejor habilidad y puntería. Había quienes hacían bailar el trompo en la palma de su mano. La manera tradicional de jugarlo era golpeando el trompo del rival hasta llevarlo a una pared. Quien fallaba, o sea que no lograra contacto con el trompo rival, pasaba a ser “camita”, o sea, el trompo que es empujado hasta la pared.
Rayuela
Consistía en saltar con un solo pie por diez casillas dibujadas y enumeradas en el suelo. Cada jugador debía lanzar una ficha o tejo hacia una de las casillas y no podía pisar la casilla en la que cayó su ficha, ni las casillas ocupadas por los otros jugadores. El recorrido es de ida y vuelta, y gana quien lo complete primero sin caerse y sin pisar las líneas de las casillas.
Mundo al revés
Los jugadores debían formar un círculo y tomarse de las manos dando la espalda al centro. Cuando estuvieran listos, todos empezaban a girar aumentando la velocidad, hasta que uno de los jugadores se soltara y se rompiera el círculo. Solía jugarse en espacios abiertos.
Arriba
Se jugaba en equipos de igual número de jugadores. Un equipo debía atrapar al otro que debía huir y esconderse. El juego comenzaba cuando el equipo que debía esconderse gritaba “arriba”, y los captores salían corriendo para dar con ellos.
Gallinita ciega
Se le vendaban los ojos a un jugador y se le daba tres vueltas para desorientarlo. Esta persona era la “gallinita ciega”, y con los ojos vendados debía encontrar al resto de jugadores. Cuando tocaba a uno y adivinaba su nombre, este pasaba a ser la nueva “gallinita ciega”.