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Lo que piden quienes protestan en Cuba

Para este lunes 15 de noviembre está convocada una jornada de protestas cívicas y pacíficas en Cuba, después de las que de manera espontánea se realizaron el 11 de julio pasado en varias ciudades cubanas,  las cuales de manera  evidente conmovieron desde sus cimientos al régimen castrista.

Ahora la jornada de protesta es convocada por el movimiento cívico denominado Archipiélago, aprovechando las precarias posibilidades de la comunicación electrónica en Cuba, donde no hay prensa libre ni existe ninguna posibilidad de libertad de expresión y de propaganda política independiente.

Sin duda que es una hazaña hacer en Cuba una manifestación de protesta, por la feroz represión estatal que no solo es punitiva sino también preventiva. Además de golpear y encarcelar a quienes se atreven a protestar, la dictadura cuenta con un omnipresente  sistema de espionaje e intimidación que actúa en todas partes: en los barrios y aldeas, en los centros de trabajo y de estudio, hasta en el  seno de las familias.  

Actualmente hay en las cárceles de Cuba casi 300 personas de las que participaron en las protestas del 11 julio pasado. Al menos 60 están siendo procesados y algunos ya fueron condenados a largas y crueles penas de prisión. Tal es el caso de Roberto Pérez Fonseca, quien participó en la protesta de San José de las Lajas y fue condenado a 10 años de cárcel.

De manera que la convocatoria a las protestas de este lunes 15 de  noviembre no solo desafía a la inevitable represión directa, sino también al temor que infunde la campaña de intimidación en todas partes y en todos los medios de comunicación  y propaganda del país, que pertenecen a la dictadura.

Pero la necesidad crea la posibilidad. Para evadir hasta donde se pueda la represión, o reducir su efecto, Archipiélago ha instruido cambiar la forma de la protesta, poner en  juego la inventiva para burlar a las fuerzas represivas del régimen.

Por ejemplo, sonar cacerolas a las 8:00 de la noche del domingo y lunes. A la hora de la protesta no reunirse en un solo lugar, sino salir a la calle individualmente, vestidos de blanco, y juntarse con otros donde se encuentren e identifiquen, y luego disolverse. Poner flores en los monumentos a los próceres libertarios y cantar el Himno Nacional. Evitando las provocaciones y “siguiendo siempre los principios de civismo y rechazo a la violencia”, ha dicho Archipiélago.

En verdad es emocionante lo que están haciendo y tratando de hacer los cubanos de conciencia libre y digna, para  ejercer su derecho humano y político a la manifestación cívica y pacífica.

El régimen los acusa de agentes del imperialismo y vendepatria. Dice que no son cubanos y no merecen respeto del  Gobierno. Pero lo que piden esas personas no es mucho. Solo piden algo que existe en el mundo desde fines del siglo 18 y ya existió en Cuba. 

Demandan cosas que hay en todos los países civilizados: libertad de expresión, de organización y movilización, elecciones libres, justicia independiente, Estado de derecho, respeto a los derechos humanos. Nada más que eso.

Editorial
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